La mayor propiedad y negocio que el expresidente Donald Trump tiene en Miami es el club de golf enclavado en la ciudad Doral, una municipalidad dentro del condado Miami-Dade.
Son 2.400 acres de terreno, que incluyen un hotel de 400 dólares la noche y que Trump cerró sólo por dos meses el año pasado cuando la pandemia de la COVID-19 ganaba fuerza en el sur de Florida.
Ahora, el magnate quiere agregar a la propiedad un casino estilo Las Vegas, con mesas de juego, además de las conocidas máquinas traganíqueles. El problema es que en Florida hay una ley que prohíbe este tipo de casinos, la cual ha servido para impedir la construcción de esas salas de juego. De hecho, hace casi 10 años, una empresa de Malasia compró el terreno al borde del mar, entonces propiedad del diario Miami Herald, derribó el edificio que servía de sede a la redacción y la imprenta del rotativo, pero no logró nunca construir un casino en el lugar. Desde entonces está abandonado.
Hace unos meses que el hijo del expresidente y administrador del negocio familiar, Eric Trump, ha viajado discretamente al sur de Florida, para cabildear a los políticos republicanos para que permitan la creación de un casino en el campo de golf de ciudad Doral, anulando la ley que lo prohíbe. En ese estado solo las reservas de los pueblos nativos Seminole y Miccosuki pueden tener casinos completos como los de Las Vegas, por los cuales no pagan impuestos como resultado de un acuerdo firmado el pasado siglo con el gobierno federal.
Lo de Trump es parte de un esfuerzo respaldado por los republicanos para legalizar los casinos en partes del estado que los han prohibido durante mucho tiempo. La legislatura de Florida aún no ha presentado formalmente un proyecto de ley para su revisión, pero ya han circulado versiones en medios políticos. Una legisladora estatal confirmó a OnCuba que la propuesta ha sido compartida entre los líderes del estado.
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La idea de la organización Trump es la promulgación de una ley que permita a los desarrolladores de bienes raíces distribuir permisos de juego sin la aprobación de los gobiernos municipales. Los republicanos controlan con amplia mayoría la legislatura estatal de Florida.
“Tengo entendido que están tratando de apropiarse de los permisos de juego que están en el sur de Florida y hacerlos portátiles, para evitar que los gobiernos locales los detengan”, comentó el alcalde de Miami Beach, el demócrata Dan Gelber, un ferviente opositor a los nuevos casinos en el estado.
Excepto los casinos administrados por la comunidad nativa americana, los únicos establecimientos con juegos de azar en la zona apenas tienen máquinas traganíqueles o sorteos.
El hijo de Trump, Eric, dijo al Washington Post que el Doral Resort sería una “elección natural” para un casino. “Mucha gente considera que Trump Doral es incomparable desde una perspectiva de juego. En el sur de Florida no hay propiedades de calidad y con 700 acres, y mucho menos en el corazón de Miami”, agregó.
Pero el problema de fondo es que, según diversas fuentes, el campo de golf y el hotel se encuentran hace años en una situación financiera difícil, agravada en el último año por la pandemia. Según el formulario de divulgación del gobierno del club, sus ingresos se desplomaron un 44 % en 2020, al punto de que, según Bloomberg, hubo que despedir 560 trabajadores.
Otro problema que enfrentaría la organización Trump para lograr una legislación que permita crear el casino es que para ello habría que realizar un referendo en el condado Miami-Dade y, aunque Donald Trump ganó Florida en las últimas presidenciales, perdió ese condado.
Joseph Geller, un legislador estatal demócrata, considera que Trump no aporta ninguna garantía de prosperidad de aprobarse una nueva ley de juego, porque en Atlantic City, al sur del estado de Nueva Jersey, el expresidente ha fracasado en todas sus inversiones en los juegos de azar.
“Este tipo ha llevado a la bancarrota todos los casinos que ha dirigido. ¿Cómo se puede hacer quebrar un casino? No creo que necesitemos un casino fallido. No queremos ser el próximo Atlantic City”, dijo Geller a la revista Salon.