Una década después de que el Pentágono comenzase a lidiar con las agresiones sexuales en sus filas, los militares a menudo no protegen o hacen justicia cuando los hijos de sus efectivos son violados por otros menores en las bases militares, según una investigación de la agencia AP.
Las denuncias de violaciones y acoso de menores en las bases a menudo languidecen en los escritorios de los fiscales, incluso cuando los agresores confiesan.
El Departamento de Defensa dice que no sabe el alcance de este problema en las bases. La AP documentó casi 600 casos de agresiones sexuales desde el 2007 mediante decenas de entrevistas y revisiones de datos de las cuatro ramas de las fuerzas armadas.
Episodios que hubiesen generado la intervención de organismos de rehabilitación y posiblemente castigos entre los civiles son ignorados en la justicia militar.
“Los militares están preparados para matar gente y romper cosas”, comentó el ex-investigador penal del ejército Russell Strand, especialista en agresiones sexuales en el ámbito militar. “Su objetivo principal no es lidiar con chicos que agreden sexualmente a otros chicos”.
Strand calculó que en los 32 años que lleva como investigador o instructor, sus colegas desistieron a abrir cientos de casos. Fue uno de una docena de fiscales e investigadores militares que describieron cómo las políticas del Pentágono y el Departamento de Justicia, que tiene jurisdicción sobre muchas bases, desalentó los esfuerzos por ayudar a víctimas y victimarios.
Rara vez se hace algo
Decenas de miles de menores viven en bases y no están sujetos a las leyes militares. Dado que el Departamento de Justicia no está equipado ni muestra interés en tomar esos casos que involucran a juveniles, rara vez se hace algo.
Un análisis de la AP de un centenar de archivos reveló que los fiscales federales investigaron a fondo una de cada siete denuncias de ofensas sexuales de menores en bases de la Armada y la Infantería de Marina.
Las agresiones sexuales son difíciles de investigar y de comprobar, y más todavía cuando involucran a menores. Los agresores pueden amenazar a sus víctimas o las víctimas pueden preferir no revivir el trauma. Pero cuando las víctimas buscan justicia en las bases, con frecuencia se sienten abandonadas.
En una base del ejército de Estados Unidos en Alemania, Leandra Mulla dijo a los investigadores que su ex novio adolescente la arrastró a un paraje aislado, le metió la mano entre las piernas y trató de besarla por la fuerza. Cuatro años después, Milla se pregunta qué pasó con esa denuncia.
“Las fuerzas armadas son un gran campo para una persona”, aseguró. “Pero les gusta ocultar lo que sucede porque tienen que proteger su imagen”.
Los agresores, por su parte, rara vez reciben terapia o castigo. Algunos son enviados a otras instalaciones o devueltos al ámbito civil.
Heather Ryan dice que todavía sufre pensando en un caso sucedido en la base Camp Lejeune de la Infantería de Marina en Carolina del Norte, donde trabajó como investigadora de casos penales.
Un chico de 10 años confesó haber agredido sexualmente a sus dos medias hermanas. Ryan dice que no pudo conseguir ayuda en los sistemas de apoyo de las fuerzas armadas. Al final, la familia fue transferida.
“Pienso a menudo en él y me pregunto cómo le va”, dijo Ryan. “Y si agredió a alguien más”.
“Se toman medidas apropiadas”
El Departamento de Defensa dijo a la AP que “se toma en serio todo incidente que afecte el bienestar de nuestros soldados y sus familias” y aseguró que se tomarán las “medidas apropiadas” en casos que involucran a menores que cometen agresiones sexuales.
Sin embargo, la AP comprobó que el Departamento de Defensa no analiza la información sobre agresiones sexuales de menores en sus bases. Cuando el Pentágono dijo que no sabía cuántos casos había, la AP hizo su propia cuenta en base a información de las dependencias que supervisan al ejército, la marina, la fuerza aérea y la infantería de marina, así como el sistema escolar del Pentágono.
Los archivos reflejan que los militares inicialmente ignoraron 200 casos que la AP pudo identificar. Generalmente involucraban episodios en bases grandes con pocas agresiones sexuales.
Los archivos del sistema escolar del Pentágono, que educa a 71,000 estudiantes, estaban tan desordenados que decenas de denuncias de agresiones sexuales estaban catalogadas como casos de “pornografía infantil”.
Meses después de que la AP empezó a investigar el manejo de las denuncias de agresiones sexuales de menores, funcionarios del sistema escolar militar dijeron que estaban elaborando normas para manejar esas denuncias y responder a ellas.
No intervenir cuando hay una denuncia puede tener consecuencias: investigaciones indican que solo el 5 por ciento de los menores que son detenidos por una ofensa sexual son capturados reincidiendo.
AP / OnCuba