Los berlineses celebraban este domingo el 70 aniversario del día en el que los soviéticos levantaron el bloqueo que asfixiaba al Berlín Occidental en los años posteriores a la II Guerra Mundial, con una gran fiesta en el antiguo aeropuerto de Tempelhof, en la capital alemana.
Entre los invitados de honor estuvo el piloto estadounidense Gail Halvorsen, de 98 años, que dejó caer cientos de cajas de dulces con diminutos paracaídas en el Berlín Occidental durante el bloqueo.
Halvorsen llegó a Berlín desde Utah con sus dos hijas el pasado viernes, según la agencia alemana de noticias DPA. El sábado se le puso su nombre a un campo de béisbol en el aeropuerto de Tempelhof, en homenaje a su ayuda a los berlineses durante la guerra fría.
“Es bueno estar en casa”, comentó Halvorsen, vestido de uniforme, al alcalde de Berlín, Michael Mueller.
El puente aéreo comenzó el 26 de junio de 1948, en un ambicioso plan para proveer al Berlín Occiental de alimentos y suministros después de que los soviéticos –una de las cuatro potencias ocupantes de la dividida Berlín tras la II Guerra Mundial– bloquearan la ciudad en un intento de expulsar a Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia del enclave que había quedado dentro de la Alemania Oriental ocupada por la Unión Soviética.
Los pilotos aliados hicieron un total de 278 000 vuelos a Berlín para llevar unos 2,3 millones de toneladas de alimentos, carbón, medicinas y otros suministros.
En el día más atareado de la operación, el 16 de abril de 1949, unos 1 400 aviones llevaron casi 13 000 toneladas en 24 horas, una media de un avión aterrizado casi por minuto.
En tierra, mecánicos que habían trabajado en la Luftwaffe fueron reclutados para mantener las aeronaves y unos 19 000 berlineses, casi la mitad mujeres, trabajaron durante tres meses para construir el aeropuerto de Tegel, prestando un alivio crucial a los aeródromos de Gatow, británico, y de Tempelhof, estadounidense.
Finalmente, el 12 de mayo de 1949, los soviéticos levantaron las barricadas poniendo fin al fútil bloqueo. El puente aéreo, sin embargo, se mantuvo varios meses como precaución en caso de que los soviéticos cambiaran de opinión.
Halvorsen es probablemente el más conocido de los pilotos que participaron, gracias a una involuntaria maniobra de propaganda que comenzó como buena voluntad. Al inicio de la operación compartió dos trozos de chicle con niños hambrientos en Berlín y vio a otros olisqueando los envoltorios para conseguir un atisbo del sabor. Conmovido, dijo a los niños que volvería al día siguiente, y les lanzó caramelos utilizando pañuelos como paracaídas.
Empezó a hacerlo de forma regular utilizando su ración de dulces. Pronto se unieron otros pilotos y tripulantes.
Se esperaba que unas 50 000 personas participaran en las celebraciones del aniversario, que incluían conciertos, charlas con testigos, exposiciones de vehículos históricos y muchas actividades para niños, según DPA.