Miles de manifestantes se reunieron el domingo en la capital de Bielorrusia, comenzando la cuarta semana de protestas diarias para exigir la renuncia del presidente Alexander Lukashenko.
La protesta ante el monumento a la resistencia de Minsk en la Segunda Guerra Mundial atrajo al menos a 100 000 personas, según la app de mensajería Nexta, bastante utilizada por la oposición.
Las amplias protestas comenzaron después de las elecciones presidenciales del 9 de agosto que, según los funcionarios, le dieron al presidente Alexander Lukashenko una victoria del 80% sobre su principal rival, Sviatlana Tsikhanouskaya, una exmaestra y esposa de un popular bloguero encarcelado.
Lukashenko, en el cargo desde 1994, ha sido incapaz de sofocar la ola de protestas más grande y sostenida hasta ahora en esta nación de Europa del Este de 9,5 millones de habitantes. Se negó a repetir las elecciones, que tanto la Unión Europea como Estados Unidos han dicho que no fueron libres ni justas, y rechazó las ofertas de las naciones bálticas para mediar en la situación.
Lukashenko dice que ha llegado a un acuerdo con el presidente ruso Vladimir Putin de que Rusia enviará ayuda de seguridad si se le solicita. Pero Moscú ha parecido vacilante en involucrarse demasiado en los disturbios de esta antigua nación soviética.
Putin y Lukashenko hablaron por teléfono el domingo, pero una declaración del Kremlin dio pocos detalles de la conversación, además de señalar que Putin felicitó al líder bielorruso por cumplir 66 años.
Tsikhanouskaya, quien huyó a Lituania después de las elecciones debido a preocupaciones sobre su seguridad, también mandó felicitar al mandatario: “Deseo que supere sus miedos, mire la verdad a los ojos, escuche la voz de la gente y se vaya”, dijo a The Associated Press por teléfono desde la capital lituana, Vilna.
Lukashenko culpa a los países occidentales de alentar las protestas.
AP/OnCuba