La apertura este lunes de un juicio contra un refugiado sirio, acusado de la muerte de un cubano-alemán, colocará de nuevo a la ciudad de Chemnitz en el objetivo mediático como exponente de polvorín neonazi del este de Alemania.
Alaa S. un sirio de 23 años llegado a Alemania con la crisis migratoria de 2015, deberá responder por la muerte a cuchilladas de Daniel H., de 35 años e hijo de una cubana y de un alemán, ocurrida entre las 3:15 y las 4:00 de la madrugada del pasado 26 de agosto.
No está aclarada la autoría del crimen, presuntamente generado por una pelea entre cuatro hombres. Se supone que estuvieron en la pele la víctima y un amigo suyo, un germano-ruso que resultó gravemente herido, además del acusado y al menos otro refugiado, Farah A., un iraquí de 22 años huido desde entonces.
En el cuchillo no hay huellas de ADN del acusado, sino de la víctima mortal, del herido y de una tercera persona, según el semanario “Focus”; tampoco hay testimonios sólidos de lo ocurrido, prosigue ese medio, mientras que el procesado se declara inocente.
El crimen hubiera quedado en un suceso trágico con implicación de dos refugiados de no haber sido porque horas después de esa muerte se difundieron por las redes sociales mensajes llamando a “limpiar las calles de extranjeros”.
Chemnitz, con 246.353 habitantes, es un bastión del neonazismo en Sajonia, un “Land” donde la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) fue la fuerza más votada en las elecciones generales de 2017, con un 27 por ciento.
Ese mismo domingo 26 de agosto se materializaron las primeras escenas de acoso, intimidaciones y golpes en las calles a inmigrantes, perseguidos por grupos de ultraderechistas.
En los días siguientes se registraron movilizaciones de miles de seguidores y líderes locales de AfD, desfilando en convocatorias de la islamófoba Pegida y otros grupos neonazis.
Además ocurrieron grandes despliegues policiales y muchas llamadas a la calma, incluido un concierto contra el racismo con el lema “Wir sind mehr” (“Nosotros somos más”) que aglutinó a 65.000 personas.
Del estallido de rabia neonazi se pasó al escándalo político protagonizado por el jefe de los servicios secretos de Interior, Hans Georg Maassen, quien cuestionó que se hubieran producido tales “cacerías” de extranjeros.
La coalición entre conservadores y socialdemócratas de Angela Merkel vivió semanas de tensiones hasta que se relevó a Maassen, pese al intento por mantenerlo en su puesto del ministro del Interior, Horst Seehofer, de la Unión Socialcristiana bávara (CSU).
En octubre se desmanteló una célula terrorista integrada por siete neonazis de la ciudad. Esta semana pasada, la Fiscalía informó de un centenar de correos electrónicos amenazantes contra políticos y otras figuras comprometidas contra el racismo en Chemnitz.
El juicio contra el refugiado sirio se celebrará, por razones de seguridad, en la Audiencia Territorial de Dresde, la capital de Sajonia, aunque su desarrollo compete a la jurisdicción de Chemnitz.
A las medidas especiales desplegadas en Dresde, cuna del movimiento “Pegida”, se sumarán las previstas para Chemnitz, donde este lunes se espera una marcha neonazi en honor a Thomas Haller, un cabecilla local muerto recientemente de cáncer.
Haller, líder del grupo “HooNaRa” (“Hooligans-Nazis-Racistas”) fue homenajeado la semana pasada en el estadio local, en cuya pantalla se proyectó un retrato suyo, mientras se desplegaba una pancarta en letras góticas y se lanzaban bengalas en su honor.
Las autoridades de Chemnitz han preparado un fuerte dispositivo de seguridad para el desfile fúnebre del lunes, que coincidirá con la apertura del juicio en la capital sajona, Dresde.