Tras la victoria de su coalición en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, el líder del Nuevo Frente Popular, Jean-Luc Mélenchon, emplazó este domingo al presidente de Francia, Emmanuel Macron, a encargarles la formación de gobierno.
Macron “tiene el deber de llamar al Nuevo Frente Popular a gobernar”, afirmó Mélenchon ante sus miles de eufóricos simpatizantes reunidos en París.
El líder izquierdista rechazó de plano cualquier posibilidad de pactar con el centrismo que lidera Macron.
“Nos negamos a entablar negociaciones con su partido para hacer combinaciones, sobre todo después de haber criticado implacablemente su política de maltrato social durante siete años”, argumentó.
“Las lecciones de la votación son claras: la derrota del presidente de la República está claramente confirmada”, decretó y alertó de que el primer ministro del oficialismo, Gabriel Attal, debe retirarse y Macron “debe ceder y admitir esta derrota sin intentar eludirla de ningún modo”.
Este domingo, Attal, por su parte, ya anunció que mañana lunes entregará su dimisión al presidente, pero aclaró que permanecerá en el puesto el tiempo necesario.
De 72 años y nacido en Tánger, Marruecos, Mélenchon es diputado en la Asamblea Nacional por el grupo Francia Insumisa, siendo presidente de su grupo en la cámara baja hasta octubre de 2021.
Una izquierda a la altura de las circunstancias
“Esta tarde la Agrupación Nacional está lejos de tener una mayoría absoluta (…). Nuestro pueblo claramente ha descartado la peor solución. Nuestro pueblo ha votado en conciencia. Saludo el esfuerzo y la movilización”, resaltó, y añadió que la izquierda unida “ha estado a la altura de las circunstancias históricas y han frustrado la trampa tendida al país. Una vez más, han salvado a la República”.
Las proyecciones sitúan al Nuevo Frente Popular como formación con más diputados (180-215), seguido de Juntos por la República de Macron (150-180 diputados) y Agrupación Nacional (120-150 diputados). La Asamblea Nacional cuenta con 577 escaños, por lo que la mayoría absoluta se sitúa en 289.
En esta segunda vuelta, las encuestas erraron el tiro. Daban ventaja a la archiderechista Agrupación Nacional, fuerza liderada por Marine Le Pen; incluso algunas llegaron a reflejar su control total de la cámara baja, lo cual hubiese significado llegar al poder.
Reacción de Le Pen
Le Pen, entretanto, dijo que la victoria de su partido, que quedó relegado al tercer lugar, luego de los macronistas, “solamente se retrasa”.
“La marea está subiendo. Esta vez no ha sido suficiente y, por tanto, nuestra victoria solo se retrasa. Eso es todo, es una victoria aplazada”, afirmó en declaraciones a la cadena de televisión TF1 en las que ha hecho hincapié en la “progresión” de su partido.
En la anterior legislatura tenía siete diputados y ahora tendrá más de 120. “Tengo demasiada experiencia para sentirme decepcionada por un resultado en el que multiplicamos nuestro número de diputados”, manifestó Le Pen, de 55 años e hija de Jean Marie Le Pen, ex paracaidista y político xenófobo que infructuosamente fue candidato presidencial en cinco oportunidades.
Ciotti arremete
Por su parte, el líder de Los Republicanos (LR), Eric Ciotti, tachó de “alianza de la vergüenza”, que ha dado el poder a la extrema izquierda en la segunda vuelta de las elecciones legislativas de Francia, al Nuevo Frente Popular.
La coalición diseñó lo que denominó un cordón sanitario para bloquear a la ultraderecha, amalgamando un arcoíris de fuerzas políticas a las que se sumaron los macronistas, los ecologistas, los insumisos, los socialistas, los comunistas y simpatizantes de Xavier Bertrand, actualmente presidente del consejo regional de Alta Francia.
Parlamento dividido
Las elecciones dejarán el Parlamento dividido en tres grandes grupos: la izquierda, los centristas y la extrema derecha, con plataformas muy diferentes y sin ninguna tradición de trabajar juntos por un país que en los últimos años, con el liberalismo macronista, ha vivido una gran zozobra económica y una agitación social de barricada.
Se teme que una trilogía de fuerzas se comporte lejos de una armonización política suficiente para aprobar leyes que enrumben a Francia, una de las potencias mundiales, hacia la recuperación y estabilización de un modelo de bienestar social en la V Quinta República.