Un miembro del gabinete fue bombardeado en el Congreso con preguntas sobre el uso de fondos de los contribuyentes para viajes privados. Otro enfrentó una extraordinaria rebelión de su propio departamento en medio de un escándalo sobre su ética. Una tercera ministra está siendo investigada por no haber sido capaz de responder preguntas básicas sobre su cartera en una entrevista televisada a toda la nación.
Y ninguno de ellos es el ministro que Donald Trump despidió.
El gabinete del presidente Trump se ha visto envuelto en las últimas semanas en una nube de controversias, que socavan la capacidad del gobierno de sacar adelante su programa y desatan las iras de un mandatario cada vez más proclive a hacer a un lado a sus aliados e irse por su cuenta. El despido del secretario de Estado Rex Tillerson el martes puede haber sido un indicio de que se viene una renovación de un gabinete que, con pocas excepciones, ha sido un equipo de rivales que generan titulares negativos y que son mayormente ignorados por la Casa Blanca.
“Donald Trump es un hombre al que le gusta actuar por su cuenta, que no quiere gobernar con nadie y no quiere que nadie se lleve el crédito”, expresó el historiador de la presidencia Douglas Brinkley, de la Rice University. “Formó su gabinete con una estrafalaria combinación de figuras marginales y de ideólogos de derecha. Muchos son conservadores famosos o empresarios ricos, pero eso no quiere decir que sepan cómo gobernar”.
La serie de escándalos en que se vieron involucrados los asesores de Trump, así como su creciente distanciamiento de ellos, contrasta con la forma en que presentó al grupo el año pasado.
“Hay quienes dicen que es uno de los grupos de personas más notables jamás reunidas en un gabinete”, expresó Trump entonces.
El martes, después de anunciar el despido de Tillerson, el mandatario dio a entender que podría haber más destituciones al afirmar que está dando forma a un gabinete ideal.
“He llegado a conocer muy bien a mucha gente el año pasado”, dijo Trump a los periodistas en la Casa Blanca. “Y nos acercamos al punto en el que tendremos el gabinete y otras cosas que yo quiero”.
Por más que Trump haya organizado reuniones de gabinete frente a las cámaras en las que le expresaban su devoción por su persona, las relaciones con muchos de sus asesores empezaron a resquebrajarse.
Desde el año pasado Trump está hostigando públicamente al secretario de justicia Jeff Sessions, el primer senador que lo apoyó en la campaña presidencial. Furioso porque se abstuvo de intervenir en la investigación de los lazos de su campaña con Rusia, Trump ha hablado en privado de despedir a Sessions y lo ha cuestionado públicamente con sus tuits.
Usó expresiones como “atribulado” y “vergonzoso” para describirlo.
Tillerson tuvo frecuentes choques con Trump, quien aparentemente nunca le perdonó el que lo haya descrito como “un idiota” tras decir que no entendía los problemas internacionales, según trascendió.
Entre los dos nunca hubo una relación demasiado cálida y Trump en reiteradas ocasiones contradijo y desautorizó a Tillerson, a quien terminó despidiendo con un tuit.
Trump le dijo en los últimos días a algunos allegados que se siente envalentonado, orgulloso de las tarifas que impuso unilateralmente a las importaciones de acero y aluminio y del encuentro que programa con el líder norcoreano Kim Jong Un. Está además cada vez menos dispuesto a tolerar deslealtades, según una persona que habló con el mandatario recientemente, pero que no estaba autorizada a divulgar conversaciones privadas.
Trump se desencantó con su gabinete en los últimos meses, de acuerdo con dos funcionarios de la Casa Blanca y otros dos allegados al presidente. Alguien que habló con él reveló que Trump dijo que está haciendo cambios de personal y “deshaciéndose del peso muerto”.
Todos los informantes hablaron a condición de no ser identificados para comentar asuntos internos de la Casa Blanca.
El secretario del interior Ryan Zinge fue interrogado el martes por senadores demócratas que lo acusan de haber gastado decenas de miles de dólares en la renovación de oficinas y en vuelos privados al tiempo que propone fuertes recortes en varios programas.
El secretario de asuntos de los veteranos de guerra David Shulkin podría partir pronto tras circular un informe interno en el que se denuncian violaciones éticas en relación con un viaje a Europa con su mujer, de acuerdo con dos funcionarios de alto rango. También encara una posible rebelión de su propia gente y un asesor de Trump mencionó públicamente la posibilidad de que sea destituido este funcionario de la era de Barack Obama.
Trump ha hablado de la posibilidad de encomendar al secretario de energía Rick Perry que ponga orden en el departamento de veteranos, según dos fuentes informadas que no estaban autorizadas a hablar del tema.
Otros funcionarios bajo la lupa:
–Personal de la Casa Blanca considera que la reciente entrevista que dio la secretaria de educación Betsy DeVos en “60 Minutos” fue un desastre. Se las vio en figurillas para defender sus políticas y no pudo responder preguntas básicas sobre el sistema educativo de la nación.
–El secretario de vivienda y desarrollo urbano Ben Carson estuvo en el ojo del huracán el mes pasado al salir a la luz que su departamento gastó 31,000 dólares en un juego de platos. Funcionarios de la dependencia aseguraron que Carson no estaba al tanto de ese gasto.
–El administrador de la Agencia de Protección Ambiental Scott Pruit fue interrogado en torno a 25,000 dólares que gastó en una “cabina privada” a prueba de ruidos en su oficina para evitar que le escuchen sus llamadas telefónicas y otros 9,000 dólares en cerraduras biométricas.
–El primer integrante del gabinete que dejó supuesto, el secretario de salud y servicios humanos Tom Price, renunció el año pasado en medio de versiones de que empleó al menos 400,000 dólares de los contribuyentes en jets privados para él y su personal.
Otros miembros del gabinete como el secretario del trabajo Alex Acosta y el de agricultura Sonny Perdue, pasan casi inadvertidos. Pero el asesor de seguridad nacional H.R. McMaster, muy cuestionado por la derecha, nunca se llevó bien con Trump y se dice que podría ser otro en la mira.
“Este es el gabinete más irrelevante desde los años de (Jimmy) Carter”, afirmó Brinkley, aludiendo a otro presidente al que le costaba delegar autoridad.
Entre los pocos miembros del gabinete que se llevan bien con Trump figuran el secretario de defensa James Mattis, cuyos antecedentes militares Trump respeta mucho; el director del presupuesto Mick Mulvaney y el director de la CIA Mike Pompeo, que reemplazará a Tillerson en la Secretaría de Estado.
AP / OnCuba