El largo ciclo de crecimiento económico que han disfrutado los países desarrollados y varias naciones emergentes continúo en el año 2018 pero matizado por una alta volatilidad en los mercados bursátiles, y mostró una tendencia bajista en el segundo semestre. El nerviosismo de los mercados es resultado de las preocupaciones que existen sobre la evolución de diversos factores que se deben monitorear en el 2019.
Mucho crédito y pocas nueces
Uno de los factores es la situación de la economía de los Estados Unidos. La primera economía del mundo se ha comportado muy sólida, con un crecimiento estable, inflación alrededor del 2% y un desempleo por debajo del 4%, pero su fortaleza se ha asentado en una alta utilización del crédito, que podría estar fomentando una burbuja que pudiera explotar en cualquier momento, provocando una recesión de magnitudes insospechadas.
Ante la realidad de que el estímulo fiscal que representó la reforma contributiva del 2017 comenzará a mostrar signos de agotamiento y que no se ve en el horizonte nuevas medidas en esa área, la única herramienta que se puede usar para frenar una posible caída del ciclo económico es la monetaria.
Por ello la Reserva Federal ha estado subiendo las tasas de interés, pero preocupa que la magnitud y frecuencias de las subidas provoquen una desaceleración de la economía mucho más rápida de lo esperado.
Está por ver si la Reserva Federal se hace eco de esas preocupaciones y pone un freno a los incrementos mencionados o continúa con su plan de aplicar dos subidas adicionales en el año que recién comenzó.
¿Miedo a Trump?
Otro factor que preocupa a los mercados es la capacidad de la Casa Blanca de gobernar con sabiduría, sobre todo en tiempos que se pueden tornar difíciles. El reciente y dilatado cierre parcial del gobierno, el más largo en la historia del país, se ha debido a la tozudez y el intento de lograr, a toda costa, la obtención del financiamiento para la construcción de un muro en la frontera con México. Estos hechos abonan los temores.
La guerra comercial con China
La estabilidad económica mundial depende sobre todo de la armonía y fortaleza en las relaciones entre Estados Unidos y China. En ese terreno existe la interrogante del derrotero que puede tener las tensiones comerciales entre ambos países. El año 2018 cerró con una tregua y existe la esperanza que lleguen a un entendimiento que evite un enfrentamiento que impactaría negativamente el comercio internacional y en el que difícilmente habría algún ganador. En el caso particular de China existe también preocupación por la desaceleración que ha experimentado su economía en los últimos años y que por primera vez ha afectado a su sector industrial.
Los entuertos del Brexit
Un factor adicional que pudiera complicar el panorama económico global es el final de la historia del Brexit. En marzo del 2019 se producirá la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero aún se desconoce si esa salida será con o sin acuerdos que regulen las relaciones entre ambas partes.
Lo deseable es que haya una salida regulada, pero a juzgar por la aplastante derrota que el acuerdo negociado por la Primera Ministro británica sufrió en el parlamento inglés se aleja esa posibilidad. A partir de esta votación se manejan varias alternativas: una de ellas es que la Unión Europea decida renegociar lo acordado previamente o darle una extensión de tiempo a la salida de Gran Bretaña para que presente una nueva propuesta, pero ambas opciones parecen ser algo remotas, por lo que todo parece indicar que se producirá un divorcio sin entendimiento, con consecuencias que pudiera influir en la estabilidad de la economía global.
El petróleo bajando
Se debe seguir de cerca también la evolución de los precios de los productos primarios, en particular el petróleo, que ha mantenido una tendencia a la baja. El descenso del precio del petróleo es un hecho que genera doble efecto: beneficia a los países importadores y perjudica a los países exportadores, por lo que su impacto en la estabilidad económica global dependerá del grupo de países en que influirá más fuertemente y el peso que esos países tienen en el escenario económico internacional.
En conclusión, recibimos el año 2019 con una economía mundial manteniendo un crecimiento económico sostenido, pero con factores de riesgos que pudieran cambiar esa tendencia y colocar al mundo a las puertas de una recesión para el 2020.