La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) emitió ayer un comunicado por la muerte de Katherine G. Johnson.
“La Sra. Johnson ayudó a nuestra nación a ampliar las fronteras del espacio, también hizo grandes avances que abrieron puertas a las mujeres y a las personas de color”.
Lo firmaba su administrador, Jim Bridenstine, quien también en su cuenta de Twitter se refirió al fallecimiento a los 101 de una de las trabajadoras más brillantes de la agencia a la cual estuvo ligada entre 1953 y 1983.
“Ella era una heroína estadounidense y su legado nunca será olvidado”.
https://twitter.com/JimBridenstine/status/1231946829962584065
Debido a sus méritos, Barack Obama le había entregado la Medalla Presidencial de la Libertad el 16 de noviembre de 2015.
También la agencia estadounidense, responsable del programa espacial civil y de la investigación aeronáutica y aeroespacial, renombró alguno de sus centros en honor a ella.
El año pasado le había puesto su nombre a la Instalación de Verificación y Validación Independiente y dos años antes lo había hecho con el Centro de Investigación Computacional.
La historia
Katherine G. Johnson nació el 26 de agosto de 1918, en White Sulphur Springs, y su talento la llevó a romper las barreras raciales de la época al graduarse con altos honores en la Universidad Estatal de Virginia Occidental, en 1937.
El hecho le permitió ser una de las tres estudiantes negras elegidas para integrar las escuelas de posgrado de West Virginia, por lo cual se unió al programa de posgrado de matemáticas en la Universidad de West Virginia, en Morgantown.
Un día supo que el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica (NACA) buscaba mujeres afroamericanas para el Departamento de Guía y Navegación. Fue aceptada y allí comenzó su carrera.
En 1957 la Unión Soviética lanzó el satélite Sputnik y su historia cambió de manera radical: el presidente Eisenhower creaba la Nasa y en poco tiempo ella se hallaba trabajando en el Centro de Investigación Langley, en Hampton, Virginia.
Luego pasó al Laboratorio Aeronáutico Langley Memorial, donde se retiró en 1986.
“Encontré lo que estaba buscando en Langley”, dice ella. “Fui a trabajar todos los días durante 33 años. Nunca me levanté y dije que no quería ir. Allí fui feliz”.
Principales contribuciones
En 1961 derrumbó tabúes al ser una de las pocas mujeres negras encargada de calcular la trayectoria del vuelo espacial de Alan Shepard, primer estadounidense en viajar al espacio. También calculó la ventana de lanzamiento del primer programa espacial tripulado de los Estados Unidos, el Proyecto Mercury, desarrollado entre 1961 y 1963.
Por ese tiempo la NASA comenzaba a utilizar computadoras para controlar sus vuelos espaciales. Algunas de ellas calcularon la órbita de John Glenn alrededor de la Tierra y no había nadie mejor que ella para cerciorarse de los resultados.
“Hice los cálculos y eran correctos”, dijo.
Años después le pidieron nombrar su mayor contribución en la exploración espacial y ella se refirió a los cálculos que ayudaron a sincronizar el Módulo Lunar del Proyecto Apolo con el Módulo de Comando y Servicio de órbita lunar.
También recordó sus trabajos en el Transbordador espacial y el Satélite de Tecnología de Recursos de la Tierra (ERTS, luego renombrado Landsat).
Fue autora o coautora de 26 informes de investigación.
Su historia en la literatura y el cine
Su experiencia como mujer afro y adelantada en las matemáticas trabajando para la NASA fue recogida en el libro Figuras ocultas, de Margot Lee Shetterly.
La obra tuvo enseguida su adaptación al cine en filme de igual nombre dirigido por Theodore Melfi, en 1916.
“Mi papá nos enseñó que uno era tan bueno como cualquiera en esta ciudad, pero que no era el mejor. No tengo un sentimiento de inferioridad. Nunca lo tuve. Soy tan buena como cualquiera, pero no mejor que nadie”, dijo en una entrevista recogida por la NASA.
Según la propia agencia, Katherine G. Johnson se encuentra entre las figuras más inspiradoras de su historia.