El presidente de Siria, Ahmed al Sharaa, pidió este domingo “unidad nacional” después de tres días de enfrentamientos sin precedentes desde la caída de Bashar al Asad.
La violencia empezó el jueves con un ataque de los partidarios de Al Asad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jablé, en la gobernación de Latakia. El resultado has sido más de mil muertos, en su mayoría civiles alauitas, según reporte de AFP.
La normalidad vuelve a la ciudad de Jableh, Latakia, después de expulsar a los remanentes del depuesto régimen. pic.twitter.com/Ben9gDXqkP
— SANA en Español (@Agencia_Sana) March 9, 2025
Esta región es la cuna de la comunidad musulmana alauita de la que proviene el clan Al Asad. La comunidad alauita es una rama del islam chiita, apunta esta fuente.
Según la oenegé Observatorio de los Derechos Humanos (OSDH), desde el jueves 745 civiles alauitas murieron en las regiones de la costa y las montañas de Latakia a manos de las fuerzas de seguridad y de los grupos afiliados.
La CNN reportaba que hombres armados leales al Gobierno llevaron a cabo “ejecuciones sobre el terreno” y hablaron de “purificar el país”, ofreciendo una imagen de espanto de la represión contra los restos del antiguo régimen de Assad.
También habrían muerto al menos 273 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes favorables a Asad, según la misma oenegé.
“Desafíos que eran previsibles”
“Lo que está pasando en el país (…) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país”, declaró Al Sharaa en un discurso en una mezquita de Damasco, la capital.
El actual presidente dirigió la coalición islamista que derrocó a Al Asad, miembro de la minoría musulmana alauita.
Tras el ataque del jueves, el Ministerio del Interior anunció el envío de “refuerzos adicionales” para “restablecer la calma” en Qadmus, un pueblo de la provincia de Tartús, donde “buscan a los últimos hombres leales al antiguo régimen”.
Al Asad y la culpa
Al Asad fue derrocado en diciembre de 2024 por una alianza de rebeldes islamistas sunitas encabezada por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Al Sharaa. Luego huyó a Moscú con su familia.
Según EFE, Rami Makhlouf, el primo de Bachar al Asad, culpó al expresidente y a grupos leales al antiguo régimen sirio de “traficar con la sangre de los alauitas” tras la oleada de violencia, a la que se refirió como “horrible masacre”.
Makhlouf, en su primera reacción desde la caída del régimen el pasado 8 de diciembre, cargó duramente contra su primo Bachar al Asad y la Cuarta División creada por su otro primo Maher al Asad, a quienes acusó de iniciar un “movimiento estúpido” en las provincias costeras con los grupos que aún les son leales.
La Agencia Árabe Siria de Noticias, SANA, aseguraba que la “normalidad” volvía a la ciudad de Jableh, Latakia, después de haber expulsado “a los remanentes del depuesto régimen”, según comunicaba desde X.