El papa Francisco falleció este lunes a los 88 años, según confirmó el Vaticano.
El cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Sede, hizo pública la noticia en un comunicado en el que resaltó el legado del pontífice.
“Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados”, apuntó Farrell.
Pope Francis died on Easter Monday, April 21, 2025, at the age of 88 at his residence in the Vatican’s Casa Santa Marta. pic.twitter.com/jUIkbplVi2
— Vatican News (@VaticanNews) April 21, 2025
Recién este domingo, Francisco había hecho una aparición pública en la celebración de la Pascua.
El papa, que se encontraba de reposo por orientación médica tras la severa neumonía sufrida semanas atrás, cumplió sus deseos de dar la bendición Urbit et Orbi desde un balcón de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
El Sumo Pontífice, que se mantuvo sentado en una silla de ruedas, reiteró su rechazo a la violencia y la guerra, e instó a “usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo”.
Además, y para sorpresa de los reunidos en San Pedro, tras su mensaje recorrió la plaza a bordo del papamóvil e, incluso, se detuvo para bendecir a algunos niños, aunque con algunas visibles dificultades de movimiento, según los reportes de prensa.
Este propio domingo, poco antes de su aparición pública en el Vaticano, había sostenido un breve encuentro en su residencia de casa Santa Marta con el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, con quien intercambió felicitaciones por la Pascua.
El papa había permanecido recientemente más de un mes ingresado en el Hospital Gemelli de Roma por una infección respiratoria y luego una neumonía bilateral que lo mantuvo en estado crítico, aunque finalmente fue dado de alta y poco a poco había comenzado a retomar su agenda, aunque de forma limitada y bajo supervisión médica.
Médico que trató al Papa Francisco: Fue “elegir entre dejarlo ir o probar con todo”
Francisco, un reformador
Elegido en marzo de 2013 tras la dimisión de Benedicto XVI (1927-2022), Francisco deja una profunda huella en la Iglesia Católica y en el mundo. Entonces se convirtió en el primer papa latinoamericano, el primero no europeo desde el siglo VIII, el primer jesuita y el primero en adoptar el nombre de Francisco como Sumo Pontífice.
Nombrado al nacer Jorge Mario Bergoglio y natural de Buenos Aires, antes de entrar al sacerdocio se diplomó como técnico químico. Luego, ya dentro de la Iglesia, sería líder de la orden jesuita en Argentina, obispo auxiliar y arzobispo de Buenos Aires, y en 2001 fue ordenado cardenal.
Su pontificado duró 12 años y estuvo marcado por su impulso reformador y social, su fuerte crítica a las desigualdades generadas por el sistema capitalista y su atención los más pobres y excluidos, los migrantes, los desplazados y las víctimas de los conflictos bélicos.
Diez años de papa Francisco: “No se olviden de rezar por mí”
No temió abrir la Iglesia Católica a debates contemporáneos: promovió la inclusión de homosexuales y transexuales, permitió la bendición de parejas del mismo sexo y favoreció el acceso de mujeres a altos cargos de la Curia, aunque sin llegar a la ordenación femenina.
Además, mostró una preocupación especial por la ecología y el cambio climático, plasmada en su histórica encíclica Laudato si’, de 2015, y afrontó con decisión el problema de los abusos sexuales en la Iglesia, a través de normativas y medidas drásticas, si bien encontró resistencias internas sobre este y otros temas, lo que fomentó también un frente conservador en su contra.
Francisco fue un papa cercano a la gente, defensor de la austeridad y la sencillez, que priorizó el trato directo y las periferias sociales y geográficas en sus viajes apostólicos. Ya su primer viaje, a la isla italiana de Lampedusa, punto de llegada de migrantes, definió claramente la línea que seguiría luego en sus travesías a más de 60 países, en los que casi siempre evitó las grandes potencias.
Francisco, en el onceno año de su papado, llama a superar “la locura de la guerra”
Francisco y Cuba
Bergoglio mantuvo una relación cercana con Cuba, país que visitó en dos ocasiones.
En septiembre de 2015 realizó una visita apostólica la isla, la tercera de un papa en menos de dos décadas luego de las de Juan Pablo II, en 1998, y Benedicto XVI, en 2012. Durante su estancia ofició misas en La Habana, Holguín y Santiago de Cuba, y recibió una calurosa acogida.
En la multitudinaria misa en la Plaza de la Revolución de la capital cubana, insistió en el valor de servir a los demás: “la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad”.
“Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, cerró entonces su homilía.
También durante ese viaje se reunió con Fidel Castro y con el entonces presidente Raúl Castro, así como con jóvenes y representantes del clero y la comunidad religiosa de la isla.
Esta visita, por demás, coincidió con el breve “deshielo” entre Cuba y Estados Unidos, en el final del mandato de Barack Obama, proceso en el que el Vaticano fungió como mediador.
Un año después, en 2016, el papa se reunió con el Patriarca Kirill de Moscú, durante una escala en La Habana. En esa oportunidad, Cuba resultó sede de un encuentro histórico al acoger la primera reunión entre los líderes de las iglesias católica y ortodoxa rusa desde el cisma de 1054.
Francisco abogó siempre por el diálogo y la reconciliación en Cuba —como hizo, por ejemplo, tras las masivas protestas de julio de 2021—, y reiteró en varias ocasiones su afecto por el pueblo cubano. También dijo una vez que mantenía “una relación humana” con Raúl Castro, lo que le valió la crítica de activistas y opositores al Gobierno de la isla.
Bajo su liderazgo, el Vaticano también solicitó la liberación de presos por motivos políticos y medió para ello y también en el acercamiento con Washington. El pasado enero, por intermedio de la Santa Sede, La Habana anunció la excarcelación de 553 presos, hecho que el papa calificó entonces como “un gesto de gran esperanza”.