Lidia García Serrano mira desde el balcón de un departamento. Las calles y aceras están vacías. Nadie en los balcones cercanos. Es el barrio de Palermo, zona de Buenos Aires caracterizada por decenas de cafés, ahora todo está quieto y sin los cientos de turistas que usualmente paseaban cada día.
Lidia es cubana, tiene residencia temporal en Argentina, aunque vino para compartir con su hija en el departamento que habita junto a su esposo e hijo de tres años. Meses antes de declarada la pandemia tenía boleto para su regreso a Holguín, donde vive.
“Debía volver en los días en que decretaron cierre de frontera y cuarentena. Me tuve que quedar. En Cubana de Aviación me dijeron que llamara después del 30 de abril para saber cuándo podrían reubicar mi boleto”, dice esta mujer de 63 años, retirada como especialista comercial en el centro comercial Luz de Yara.
“He sentido miedo, pero también me he sentido segura, porque aquí tomaron medidas muy rápido. Eso sí, extraño muchísimo mi casa y mi país”, me cuenta a través del WhatsApp, mensaje que cierra con la pregunta: “¿hasta cuándo será esto?”
Tres meses, un año, año y medio…
El asunto sigue de boca en boca por todo el mundo. Lo mismo la plantean ciudadanos comunes que científicos o políticos. Emmanuel Macron, el presidente francés, se lo preguntaba ayer durante su discurso a la nación para anunciar la postergación de la cuarentena. “¿Cuándo podremos reanudar la vida de antes?”, y se respondía: “No tenemos respuesta definitiva para eso”.
Una de los primeros intentos de respuesta lo leí en marzo, cuando la revista Atlantic, de Boston, intentaba una proyección de lo que demorarían los Estados Unidos en recuperar la normalidad.
Dicha normalidad, por cierto, nunca será la misma que conocíamos hasta hace poco; ahora depende del avance del virus que hasta hoy, solo en ese país, el primero en cuanto a número de contagios y muertes, ha enfermado a más de 587 mil personas y matado a casi 24 mil.
Para el periodista Joe Pinsker, el regreso a nuestras rutinas podrá alcanzarse en distintos periodos, que variarían en dependencia de la acción tomada por los gobiernos y la respuesta del virus ante los distintos tratamientos para neutralizarlo. Su pronóstico, luego de una serie de entrevista a expertos de universidades y centros de investigación, contemplaba periodos tan cortos e improbables como el de tres meses, hasta otros más realistas como los de año o año y medio.
En esos tramos, y dependiendo de los golpes que sigamos recibiendo como humanidad, del conocimiento y control que tengamos de él, la gente podría ir retornando a determinadas actividades, pausadas desde que recibimos el mazazo de la pandemia.
Lentamente las sociedades deberán ir liberándose para poner en marcha la economía interrumpida con sus terribles consecuencias; el distanciamiento social podría ir relajándose, pero sin siquiera se puede soñar todavía con escenarios de restaurantes, playas o estadios abarrotados. Ni siquiera escapa la posibilidad de futuros brotes de incidencia menor, pero probables.
Sea menos o más corto el tiempo que dure el momento de que el mundo retome su ritmo, dos condiciones son esenciales para la solución del mayor problema de los últimos tiempos: el virus Sars-Cov-2 para cuya solución es necesaria la aparición de una vacuna o, por lo menos, que la suficiente cantidad de población, entre un 60 u 80 por ciento de ella, se haga resistente a la enfermedad que produce: la Covid-19. De momento algunos lo empiezan a llamar “inmunidad del rebaño”, “inmunidad colectiva” o “efecto teflón”.
Inmunidad del rebaño
Anthony Fauci, científico de 79 años que ha estado desde 1984 al frente del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en Estados Unidos, dijo el pasado domingo 12 de abril que una vez que el número de personas enfermas de gravedad disminuya drásticamente, las autoridades podrán “pensar en un reingreso gradual de algún tipo de normalidad, un reingreso continuo”.
.@WhiteHouse statement on @realDonaldTrump / Fauci pic.twitter.com/vNVQEy4XTz
— John Roberts (@johnrobertsFox) April 13, 2020
El científico, también centro de tantas controversias relacionadas con el presidente Donald Trump y su visión de lo que los expertos denominan “inmunidad del rebaño”, ha avizorado fechas que van desde finales de mayo hasta noviembre.
Otros países contemplan periodos semejantes. En su discurso de ayer, Macron anunció que el confinamiento de sus compatriotas se prolongaba hasta el 11 de mayo, fecha en que podrían ponerse en marcha la industria, el comercio, los servicios. Pero, también reconocía que “estamos lejos de la inmunidad colectiva”. Francia ya sobrepasa los 98 mil contagios y se acerca a los 15 mil fallecidos.
En Europa, como en el resto del mundo, se ha venido hablado de la “inmunidad colectiva” o “inmunidad del rebaño”, término que se ha vuelto popular debido a la pandemia. Se trata de una situación a través de la cual puede detenerse la propagación de una enfermedad y a la cual se llega cuando suficientes personas adquieren inmunidad contra la infección que la provoca.
El profesor jefe del servicio de microbiología del hospital Vall d’Hebron de Barcelona, Tomàs Pumarola, decía al diario El País en una entrevista publicada el 10 de abril que “ Si detectamos que el 30% de la población está infectada, es probable que deje de infectar durante un tiempo. Si solo se ha infectado el 10%, es posible que cuando se empiece a desconfiar, continúe infectando”.
De las declaraciones de Pumarola a la interrogante de Macron planteara o las especulaciones de los medios norteamericanos respecto a las diferencias entre Trum y Fauci, España alcanzó los 172 mil 655 contagios y con 18 mil fallecidos se acercaba a las cifras de víctimas mortales registradas en Italia, que son ya casi de 20 mil 500.
Pero, tampoco la idea de contener el virus mediante la inmunización colectiva es una idea totalmente esperanzadora. Nadie sabe hoy con certeza el tiempo en que una persona permanece inmune al nuevo coronavirus porque “este virus es muy particular”, como decía el inmunólogo Jean-François Delfraissy.
“Notamos que la vida útil de los anticuerpos protectores contra Covid-19 es muy corta. Y vemos cada vez más casos de recurrencia en personas que ya han tenido una primera infección”, dijo este francés de 71 años, cabeza del comité científico que asesora a Emmanuel Macron en la emergencia de salud.
Además, para que ocurra el llamado “efecto teflón” del hablaba el artículo del Atlactic, todas las personas recuperadas de la enfermedad producida por el virus no deberían volver a infectarse, según el experto de salud pública en UC Irvine, Andrew Noymer.
The situation of a gradual release from #lockdown is clearly rather messy. Judgements will need to be made rapidly & will have many unforeseen consequences. The strategy will need to be highly adaptive & rapidly responsive. Read more in my latest Narrative https://t.co/0QkGajQy5C pic.twitter.com/GMG3CXYwpV
— Dr David Nabarro (@davidnabarro) April 10, 2020
Por lo pronto, “este virus no va a desaparecer”, porque “No sabemos si las personas que han tenido el virus permanecen inmunes y no sabemos cuándo tendremos una vacuna”, ha explicado a la BBC el portavoz de la OMS para el tema del Covid-19, David Nabarro.
Vacuna
El diario romano La Repubblica informaba este lunes que a finales de abril comenzarían a probarse en Inglaterra con 550 voluntarios sanos una vacuna desarrollada por la compañía Advent-Irbm, de la localidad romana de Pomezia, junto con el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford.
Lo aseguraba el CEO de Irbm, Piero Di Lorenzo, quien argumentó que se espera “hacer que la vacuna sea utilizable en septiembre para aplicarla a los profesionales de la salud y la policía en el uso compasivo”.
La OMS ha informado que existen unas 70 vacunas en desarrollo; tres ya se están probando en ensayos con humanos.
Las más avanzadas, según informe publicada esta semana por varios medios latinoamericanos, corresponden a las que llevan adelante las empresas CanSino Biologics Inc y el Instituto de Biotecnología de Beijing.
Incluso, se llegó a pensar que Cuba había informado trabajos en una vacuna. Pero en lo que sí había dado pasos la isla era en otros tratamientos como el anunciado por Gerardo Guillén, director de Investigaciones Biomédicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB): los ensayos clínicos de una vacuna para fortalecer la inmunidad innata de las personas, la cual muestra resultados positivos en pacientes con el coronavirus.
Abordan papel de la ciencia y la biotecnología cubanas contra el coronavirus
También en la televisión cubana, el director del Instituto Finlay de Vacunas, el doctor Vicente Vérez, informaba que aun cuando la búsqueda de una vacuna demore un tiempo, existen otras opciones para mejorar los sistemas inmunes de los enfermos.
Las declaraciones fueron hechas después que empezaran a circular las predicciones realizados por el decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, el doctor Raúl Guinovart.
La información de Guinovart se relacionaba con la pregunta que nos hacemos todos respecto a la duración de este estado en el que nos ha dejado la pandemia; de ahí que todos le prestaran una mucha atención y corrieran a compartirla en las redes.
Según el matemático, el aumento de los contagios dependería también de la conciencia en la que la ciudadanía se tomen las medidas concernientes al asilamiento, de modo que “la predicción nuestra contempla hasta la primera quincena de mayo”, aseveraba Guinovart.
Quizá por esos días los cubanos empezaran a entender mucho mejor la gravedad de un problema que ya afecta en la Isla a 726 personas, ha causado 21 muertes y mantiene miles de personas en observación. Ante un enemigo invisible, no queda otra que el aislamiento.
Normalidad
Pero, ni en mayo o agosto, posiblemente ni en todo este año y parte del que viene volvamos a recuperar la ansiada normalidad.
Macron explicó que las armas para sacar a Francia de esta situación serán los test y las mascarillas. Nabarro está seguro de que alguna forma de protección facial se convertirá en la norma.
El aumento de las pruebas permitiría a las autoridades identificar, aislar y rastrear los contactos de las personas recién infectadas, dijo Fauci.
La comunidad científica observa y estudia las soluciones de China y países asiáticos, como Corea del sur, donde además de la trazabilidad en los teléfonos móviles, optaron por movilizar a miles de personas para investigar el virus y romper la cadena de transmisión.
“La innovación tecnológica debe ir acompañada del esfuerzo humano”, dijo Delfraissy.
En tanto, la nueva normalidad, hasta ahora, sigue siendo el distanciamiento y la conciencia; la previsión y la solidaridad.