Un sínodo de obispos que se extendió un mes y estuvo marcado por exigencias en pro de los derechos de las mujeres concluyó el sábado con afirmaciones de que es un “deber de justicia” que ellas participen en la toma de decisiones de la Iglesia católica, y que ésta debe reconocer la urgencia de un “cambio ineludible”.
El papa Francisco había convocado la reunión episcopal a fin de examinar alternativas para atender mejor a los jóvenes y ayudarles a encontrar su vocación en la vida. Sin embargo, el sínodo se vio rápidamente inmerso en un debate de temas que son de particular interés para los jóvenes en muchas partes del mundo: los escándalos de abusos sexuales cometidos por el clero, el respeto a los homosexuales y los derechos de las mujeres.
El tema de las mujeres fue especialmente espinoso dado que solo siete monjas fueron invitadas al sínodo junto con 267 cardenales, obispos y sacerdotes. Ninguna de ellas tuvo derecho a votar sobre el documento final.
Una solicitud al margen del sínodo para exigir que se permita votar a las madres superioras reunió unas 9.000 firmas, pero de todas formas la referencia sobre la disparidad de género en futuros sínodos que se mencionaba en el borrador fue eliminada del documento final.
Como sea, el contenido restante fue enérgico e incluyó una de las pocas recomendaciones directas en el documento de 60 páginas.
“El sínodo recomienda que a todo el mundo se le haga consciente de la urgencia de un cambio ineludible”, se dijo en el texto. En el texto se pidió mayor presencia de las mujeres en la estructura eclesiástica a todos los niveles, incluso en posiciones de responsabilidad, al tiempo de que sigue respetándose la exclusividad del sacerdocio para los hombres.
“Es un deber de justicia, que encuentra su inspiración en la manera como Jesús se relacionaba con los hombres y mujeres de su tiempo, y por la importancia del papel de algunas figuras femeninas en la Biblia, en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia”, se señala en el documento.
La doctrina de la Iglesia reserva el sacerdocio a los hombres, debido a que todos los apóstoles de Jesús eran varones. Las mujeres se han quejado con frecuencia de que ocupan una posición de segunda categoría en la Iglesia. El primer papa latinoamericano en la historia se ha comprometido a cambiar esa situación, pero ha hecho poco al respecto y su cuerpo de asesores carece de mujeres.
Los párrafos que hacían referencia al papel de las mujeres en la Iglesia estuvieron entre los más controvertidos durante la votación final del sábado. Sin embargo, el texto completo fue aprobado, y sólo el párrafo que se refirió a la homosexualidad y a las “inclinaciones sexuales” recibió suficientes votos en contra como para poner en riesgo su aprobación. Al final fue aprobado con 178 votos a favor y 65 en contra, con 12 votos favorables de más.