En medio de una crisis existencial sin precedentes en Gaza, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) redobló sus críticas al nuevo sistema de distribución de ayuda humanitaria liderado por la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF).
La entidad creada por Estados Unidos en coordinación con Israel carece de aval y participación de la ONU. Tampoco están las principales agencias internacionales de socorro.
Las imágenes recientes de la distribución de alimentos en el sur de Gaza, que muestran a miles de palestinos desesperados irrumpiendo en centros de reparto y enfrentando disparos de advertencia de soldados israelíes, han sido calificadas por el secretario general de la ONU, António Guterres, como “desgarradoras”.
For nearly 80 days, Israel blocked the entry of life-saving international aid into Gaza.
The entire population is facing the risk of famine.
Families are being starved and denied the very basics.
All with the world watching in real time. pic.twitter.com/d6bpp7zxzT
— António Guterres (@antonioguterres) May 23, 2025
La polémica sobre la gestión de la ayuda en Gaza ha puesto en el centro del debate internacional la cuestión de la neutralidad, la seguridad y la eficacia de la asistencia humanitaria, en un trágico escenario donde 2,3 millones de personas enfrentan hambre extrema tras meses de bloqueo y masacres cotidianas de los ocupantes.
Caos en los centros de distribución: la GHF bajo la lupa
Este martes, en el segundo día de operaciones de la GHF, miles de palestinos se agolparon en un nuevo centro de distribución de alimentos en las afueras de Rafah, la ciudad más al sur de Gaza.
Periodistas de las agencias AP y AFP presentes en el lugar relataron escenas de caos: multitudes derribando vallas, personal de la fundación obligado a retirarse ante la avalancha de personas y, en medio del tumulto, disparos de advertencia de soldados israelíes que provocaron pánico y heridas a varios civiles.
“Estamos viendo a personas que caminan kilómetros desde los campamentos de tiendas a lo largo de la costa mediterránea, pasando por posiciones militares israelíes, solo para recibir una caja de comida”, relató un periodista de AP. “Muchos se van con las manos vacías, otros resultan heridos en el intento”.
“Fue un caos”, relató Ahmed Abu Taha, uno de los gazatíes presentes. “La gente estaba en pánico. No había orden, la gente se apresuró a tomar cajas, hubo disparos, y huimos sin llevar nada que nos ayude a superar esta hambre”.
“No cumple con los principios básicos”
La fundación GHF, creada a instancias de Washington y con el visto bueno de Israel, fue diseñada para suplir la labor de Naciones Unidas y las ONG internacionales, a las que Israel acusa de permitir el desvío de ayuda hacia Hamás.
Sin embargo, la ONU y otras organizaciones humanitarias han rechazado el nuevo sistema, argumentando que no cumple con los principios básicos de independencia, imparcialidad y humanidad que rigen la asistencia internacional.
El portavoz de Guterres, Stéphane Dujarric, fue tajante al subrayar que la ONU “no está involucrada” en las operaciones de la GHF y que no puede confirmar de manera independiente lo que ocurre en los puntos de distribución, ya que sus equipos no están presentes en el terreno.
“Para nosotros, la ayuda humanitaria debe distribuirse de un modo que sea seguro bajo los principios de independencia e imparcialidad, en la forma que siempre hemos hecho”, afirmó Dujarric. “Eso no ocurre con la iniciativa de esta fundación”.
Además, la ONU ha denunciado que el nuevo modelo de distribución podría ser utilizado como instrumento de control y desplazamiento forzado de la población gazatí, ya que obliga a los desplazados a trasladarse a puntos específicos para recibir alimentos, exponiéndolos a nuevos riesgos y violando el derecho internacional humanitario.
El uso de tecnologías como el reconocimiento facial para registrar a los beneficiarios también ha sido duramente criticado, ya que puede suponer una vulneración de los derechos de los desplazados y facilitar el control y la represión por parte de las autoridades militares.
Washington y Tel Avid acusan a la ONU de “hipocresía”
La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar. La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, calificó de “hipócrita” la postura de la ONU y de las ONG que critican la ayuda canalizada a través de la GHF. “La verdadera historia aquí es que la ayuda, y los alimentos, están entrando en Gaza a gran escala”, declaró Bruce, asegurando que la fundación opera “bajo los principios humanitarios de independencia e imparcialidad”.
Israel, por su parte, insiste en que el nuevo sistema es necesario para evitar que Hamás desvíe suministros y sostiene que la distribución está funcionando. El primer ministro Benjamin Netanyahu reconoció que “hubo una pérdida de control momentánea” en el centro de Rafah, pero aseguró que la situación fue rápidamente controlada.
Israel ha declarado que su objetivo es desplazar a la población de Gaza hacia una “zona estéril” en el sur del territorio mientras continúa su ofensiva militar contra Hamás.
Hamás habla de “fracaso estrepitoso”
Por su parte, el gobierno de Hamás en Gaza calificó de “fracaso estrepitoso” el sistema de distribución implementado por la GHF y negó las acusaciones de haber bloqueado el acceso a los puntos de entrega.
“Miles de personas hambrientas, sitiadas por la ocupación y privadas de comida y medicina durante casi 90 días, se abalanzaron sobre esas áreas en una escena trágica y dolorosa”, afirmó el gobierno gazatí en un comunicado.
Según un reportaje de The New York Times, el plan de ayuda respaldado por Estados Unidos habría sido “concebido y desarrollado en gran medida por israelíes como una forma de socavar a Hamás”.
Entretanto, el ministro de Exteriores de Bélgica, Maxime Prévot, fue contundente al afirmar este martes que “ya no basta con hablar, hacen falta acciones para que Israel se mueva”, y cuestionó la pasividad internacional ante lo que calificó como una situación de “genocidio”.
“¿Qué más tiene que ocurrir en Gaza para que se hable de genocidio”, se preguntó el canciller de Bruselas.