Los angustiados familiares esperaban ansiosos el domingo a que las autoridades les entregasen los restos de mortales de las víctimas de las masacres en dos mezquitas en la ciudad neozelandesa de Christchurch, mientras la policía anunció que el número de víctimas de los ataques racistas subió a 50 personas.
Según la ley islámica, los cadáveres deben ser limpiados y sepultados lo más pronto posible, por lo general antes de 24 horas. Pero dos días después del peor ataque terrorista en la historia moderna de Nueva Zelanda, los parientes siguen sin saber cuándo podrán sepultar a sus seres queridos.
El comisario de la policía, Mike Bush, dijo que las autoridades estaban trabajando con patólogos y forenses para entregar los cuerpos lo antes posible.
“Tenemos que estar absolutamente seguros de la causa de la muerte y confirmar sus identidades antes de que eso pueda suceder”, señaló. “Pero también somos muy conscientes de las necesidades culturales y religiosas. Así que estamos haciéndolo de la forma más rápida y sensible posible”.
La primera ministra, Jacinda Ardern, dijo que un pequeño número de cadáveres serán entregados a las familias el domingo en la noche, y que las autoridades esperan completar el proceso antes del miércoles.
La policía dijo que entregó una lista preliminar de los fallecidos a las familias, lo que ayudó a algunos parientes que seguían esperando noticias.
La magnitud de la tragedia y de la tarea que queda por delante se hizo patente con la llegada de seguidores desde todo el país para ayudar en los entierros en Christchurch. Las autoridades movilizaron retroexcavadoras para abrir nuevas tumbas en una zona de sepulturas musulmanas que ya estaba vallada y protegida de las miradas de los curiosos por una malla blanca.
El sospechoso de las balaceras, el supremacista blanco Brenton Harrison Tarrant, de 28 años, compareció el sábado en un tribunal en medio de fuertes medidas de seguridad, encadenado y con uniforme blanco de presidiario. No mostró emoción alguna cuando el juez le leyó un cargo de homicidio, tras el que afirmó que “es razonable asumir” que le serán fincados más.
Tarrant publicó un confuso manifiesto de 74 páginas en las redes sociales antes de las masacres y al parecer utilizó un casco con cámara para emitirlas en vivo.
Ardern señaló que el agresor había enviado el documento por correo electrónico a su oficina nueve minutos antes del ataque, aunque ella no lo recibió personalmente. Su oficina era uno de los 30 destinatarios del correo, que se envió al departamento de seguridad parlamentaria apenas dos minutos después de recibirlo.
El hombre que impidió que hubiera más muertes en Nueva Zelanda
En una conferencia de prensa el domingo, Bush apuntó que se encontró otro cuerpo en la mezquita Al Noor al retirar las últimas víctimas, elevando el número de fallecidos en ese templo a 42 personas. Otras siete personas perdieron la vida en la mezquita de Linwood y una más murió más tarde en el hospital de Christchurch.
Otros 34 heridos seguían ingresados en el hospital de la ciudad, 12 de ellos en estado crítico, según las autoridades. Una niña de 4 años en el hospital infantil de Auckland también presentaba lesiones críticas.
Docenas de personas se congregaron en un centro habilitado para las víctimas, familias y amigos frente al hospital, y muchos volaron desde otras partes del país para prestarles su apoyo.
Ciudadanos de Nueva Zelanda están a favor de prohibir armas
Tras las matanzas perpetradas durante las oraciones del viernes, Arden reiteró en una conferencia de prensa el domingo su promesa de realizar cambios en las leyes de armas del país. Su gobierno discutirá los detalles de la política el lunes.
Los planes de Arden incluyen una prohibición a la propiedad de fusiles semiautomáticos similares a los de Christchurch, así como la recompra financiada por el gobierno de las nuevas armas prohibidas.
Dichas ideas fueron bien recibidas por la población. Elliot Dawson, quien sobrevivió al tiroteo en la mezquita Lindwood en Christchurch escondiéndose en el baño, espera que Nueva Zelanda siga los pasos de Australia en cuanto al control de armas.
“Personalmente, no creo que las armas deban ser legales para nada. Quizás en algún caso extremo de defensa personal, pero no creo que se necesiten armas de fuego de ese tipo”, dijo Dawson. “Nueva Zelanda no es Estados Unidos. Estados Unidos tienen otra situación totalmente diferente. Creo que en Estados Unidos probablemente sería más peligroso quitar las armas a la gente. Pero aquí, creo que no las necesitamos para nada”.
En Australia, una extensa prohibición para poseer fusiles semiautomáticos y la recompra de armas financiada por el gobierno redujo el arsenal civil del país en casi una tercera parte.
La prohibición siguió a una masacre en 1996, cuando un hombre actuando por cuenta propia utilizó fusiles de asalto para matar a 35 personas en Tasmania.
Nueva Zelanda estuvo presente en una reunión de ministros policiales australianos el 10 de mayo de 1996, dos semanas después de la masacre en Tasmania, donde se acordó la prohibición de armas largas semiautomáticas con excepción de los profesionales con licencia. La relación de Nueva Zelanda con Australia, su vecino más cercano, es más de un estado.
Nueva Zelanda fue la única de las nueve jurisdicciones en la reunión en rechazar la medida.
Philip Alpers, un analista de leyes de armas de la Universidad de Sídney, dijo que Nueva Zelanda rechazó la reforma más importante de una serie de restricciones relacionadas con armas que redujeron por la mitad la tasa de muertes por armas de fuego en Australia.
Si Nueva Zelanda “no hubiera sido la excepción ese día y hubiera hecho lo que hizo Australia, esto no habría sucedido”, dijo Alpers en referencia a la masacre.