Con un solo ataque de un dron, el presidente Donald Trump hizo más que abatir a un enemigo jurado de Estados Unidos. También es posible que haya trastocado un elemento central de su política exterior y que haya acercado al país a una guerra.
El ataque del viernes en el que murió el general de mayor rango de Irán pudo haber puesto fin a cualquier posibilidad que Trump tenía de sacar a Estados Unidos de las “interminables guerras” en Medio Oriente, contra las que se ha expresado desde que asumió la presidencia.
La muerte del general Qassem Soleimani en Bagdad tiene al mundo preparándose para una posible represalia, y muchos temen que se convierta en un conflicto a gran escala.
“Probablemente sea la escalada más profunda que pudo haber tomado Estados Unidos”, dijo Ned Price, quien se desempeñó en el Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Barack Obama.
Trump ha estado en conflicto con Irán incluso desde antes de asumir la presidencia, cuando prometió cancelar el acuerdo nuclear con Teherán que firmó Obama. Insistió en que no quiere una guerra y que la muerte de Soleimani no fue con la intención de provocar a la República Islámica.
“Anoche tomamos medidas para detener una guerra”, dijo Trump el viernes. “No tomamos medidas para iniciar una guerra”.
Sin embargo, el ataque contra Soleimani, jefe de la Fuerza Quds, un grupo elite iraní, es probablemente la acción militar más provocadora en Medio Oriente desde que el presidente George W. Bush inició la guerra contra Irak en 2003 para derrocar a Saddam Hussein.
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La muerte de Soleimani, considerado el segundo oficial iraní de mayor rango, ocurrió en momentos en los que Trump intentaba incrementar la presión sobre Irán por medio de sanciones económicas a fin de orillarlo a abandonar su programa de armas nucleares, mientras que Irán ha respondido con ataques contra el ejército estadounidense e instalaciones petroleras en la región.
Al abatir a Soleimani, el mandatario estadounidense le indicó a Irán que su paciencia se agota en este prolongado y latente conflicto.
El general fue responsable, según el Pentágono, de la muerte de cientos de tropas estadounidenses en Irak durante el punto más álgido del conflicto en ese país. Funcionarios de la Casa Blanca señalaron que Trump optó por tomar medidas debido a que Soleimani planeaba futuros ataques en contra de estadounidenses mientras las tensiones entre Teherán y Washington alcanzan su punto de ebullición.
Trump declaró el viernes que no estaba interesado en una nueva escalada del conflicto, pero advirtió al régimen que sus asesores militares ya tienen planes para tomar represalias en caso de un ataque iraní.
“En caso de que estadounidenses en cualquier parte del mundo sean amenazados, ya hemos identificado plenamente todos esos objetivos y estoy dispuesto y preparado para tomar las medidas que sean necesarias, y me refiero en particular a Irán”, dijo.
La agresiva postura del presidente con Irán es notable al considerar su reiterado deseo de evadir los costosos enfrentamientos militares. Su aversión a la presencia militar a largo plazo ha desencadenado diferencias con algunos de sus principales asesores mientras intentaba poner fin a la presencia del ejército estadounidense en Afganistán y Siria.
Trump llegó a la Casa Blanca después de prometer durante su campaña que cancelaría el acuerdo que negoció el gobierno de Obama con Irán para limitar su programa de enriquecimiento de uranio a cambio de un alivio de sanciones. Él y otros detractores sentían que el pacto otorgaba demasiados beneficios económicos sin hacer lo suficiente para evitar que Teherán desarrollara eventualmente un arma nuclear.
El mandatario cumplió su promesa de campaña en mayo de 2018 al retirarse oficialmente del tratado y reimponer estrictas sanciones a Teherán.
“Se salió del acuerdo porque era un acuerdo de Obama, y él creía en lo más profundo de su corazón que él hubiera logrado un mejor acuerdo”, dijo Abbas Kadhim, analista de Medio Oriente para el Atlantic Council en Washington. “Pensó que Irán se enfrentaría al más grande negociador. Pero creo que no tomó en cuenta la terquedad de los iraníes”.
Precisamente este sábado miles de personas participaron el sábado en Bagdad en el cortejo fúnebre de Soleimani y de líderes insurgentes iraquíes fallecidos en el ataque aéreo estadounidense. La marcha comenzó en el templo del imán Kadhim en Bagdad, uno de los sitios más importantes del islamismo chií.
Al grito de “Estados Unidos es el gran Satanás”, la multitudinaria comitiva recorrió las calles junto a los vehículos de la milicia en una solemne procesión. Además, los participantes, muchos de ellos llorando, también cantaron “No, no, Estados Unidos” y “Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel”.
Las puertas de la Zona Verde de Bagdad, donde hay edificios gubernamentales y embajadas, incluyendo la estadounidense, estaban cerradas.
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En una clima de elevada tensión en toda la región, durante la noche de este viernes se reportó un ataque aéreo contra un convoy de milicianos apoyados por Irán el norte de Bagdad. Horas después, tanto el ejército iraquí como la coalición liderada por Washington negaron el incidente.
La Fuerzas de Movilización Popular, un grupo que reúne a la mayoría de los grupos proIrán, y fuentes de seguridad informaron de un ataque aéreo en Taji, al norte de la capital. Una fuente de seguridad iraquí dijo que cinco personas murieron y dos vehículos quedaron destruidos.
No estuvo claro de inmediato si se había producido algún tipo de explosión.
Irak, que es un aliado próximo tanto a Washington como a Teherán, condenó el ataque que mató a Soleimani y añadió que era una violación de su soberanía. Está previsto que el parlamento celebre una sesión extraordinaria el domingo y el gobierno estaba bajo una creciente presión para expulsar a los 5.200 soldados asentados en la nación para ayudar a evitar la reaparición de Estado Islámico.
Estados Unido ordenó a todos sus ciudadanos que salgan de Irán y cerró su embajada en Bagdad, que a principios de semana fue asaltada por milicianos patrocinados por Irán y sus seguidores en dos jornadas de protestas ante el complejo.
Nadie resultó herido en las protestas, que eran una respuesta a los ataques aéreos estadounidenses que mataron a 25 milicianos proIrán en Irak y Siria. Washington explicó que ese operativo era la réplica a un ataque con cohetes que mató a un contratista estadounidense en el norte del Irán, del que culpan a las milicias.
Las potencias mundiales advirtieron que el asesinato de Soleimani podría provocar una nueva y peligrosa escalada y muchas pidieron moderación.
En Irán, los principales diarios y la televisora estatal se centraban el sábado en la muerte del general, e incluso periódicos reformistas como Aftab-e Yazd advirtieron que la “venganza está en camino”.
En las principales calles aparecieron carteles con la imagen de Soleimani, muchos con la advertencia del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, de que una “fuerte venganza” espera a Estados Unidos.
El presidente de Irán, Hasán Ruhani, un político relativamente moderado, visitó la casa de Soleimani en Teherán para presentar sus condolencias.
“Los estadounidenses no se dan cuenta del gran error que han cometido”, dijo el mandatario. “Verán los efectos de este acto criminal, no solo hoy sino en los próximo años”.