El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habló esta semana de prohibir los dispositivos conocidos como “bump stock”, que convierten armas semiautomáticas en automáticas, y de reducir el acceso de los jóvenes a las armas. Mientras, un colectivo clave para su ascenso político, los propietarios y defensores de la Segunda Enmienda constitucional –garantiza el derecho a poseer y portar armas –hablaron de deserción y traición.
El flirteo de Trump con un conjunto de modestas medidas de control de armas provocó una rápida condena de grupos de defensores de las armas, cazadores y deportistas, que consideraban que el dirigente era un firme opositor a cualquier nueva regulación en ese campo. En su promesa de aumentar la seguridad en las aulas y contrarrestar la violencia derivada de las armas de fuego tras una masacre en una escuela secundaria de Florida, los partidarios de las armas ven un debilitamiento de la firmeza del hombre al que votaron en masa y en cuya elección invirtieron millones.
“En la comunidad de las armas de fuego hay un gran sentimiento de traición y abandono, por el apoyo que se le dio en su campaña a la presidencia”, dijo el viernes Tony Fabian, presidente de la Asociación de Tiro Deportivo de Colorado.
Estas declaraciones ponen de manifiesto el poco espacio de maniobra que tienen Trump y el Partido Republicano para no enojar y movilizar a la poderosa comunidad armamentística. El dirigente aún no realizó formalmente ninguna propuesta legislativa y pasó gran parte de la semana apoyando la idea de armar a profesores y funcionarios escolares, un plan que cuenta con el visto bueno del lobby. Sin embargo, las ideas que desafían a la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) o a otros grupos provocaron amenazas de rebelión política o acciones legales.
La confrontación demostrará si Trump, una figura muy popular entre las bases del Partido Republicano, está dispuesto a arriesgar su capital político para medirse a un sector del electorado al que pocos republicanos plantaron cara.
“El presidente tiene ahora mismo una habilidad única para poder hacer algo sobre estos tiroteos en las escuelas”, dijo Tom Rooney, representante republicano por Florida. “Nadie es más popular en mi distrito–y sé que en muchos otros–que Donald Trump. Es más popular que la NRA (…) Así que depende de él dejar que pase algo o no con las armas”.
Ante los 17 muertos de la balacera perpetrada por un adolescente en Florida, Trump declaró que los menores de 21 años no deberían tener acceso a los rifles de asalto. Respaldó comprobaciones de antecedentes más estrictas para compradores de armas y ordenó al Departamento de Justicia que trabajase para vetar los dispositivos “bump stock”.
Gun Owners of America lanzó un aviso antes esta semana pidiendo a sus 1,5 millones de miembros que llamasen a la Casa Blanca y “¡Díganle a Trump que se OPONGA totalmente al control de armas!”. Según la organización, activistas contrarios a las armas ayudados por diputados demócratas están intentando convencer al dirigente de que debería “respaldar sus desastrosos esfuerzos de control de armas”, añadió el mensaje. “Y, lamentablemente, podría estar funcionando”.
Michael Hammond, asesor legislativo del grupo con sede en Virginia, señaló que la organización no duda en oponerse a nuevos republicanos y candidatos que considera que no están suficientemente “a favor de las armas”. Motivar a los propietarios para que acudan a las urnas –y no el financiamiento de las campañas– es la mayor fuerza del grupo de cabildeo, según Hammond.
Se estima que 55 millones de personas poseen un arma de fuego en Estados Unidos, según una encuesta nacional realizada en 2016 por las universidades de Northeastern y Harvard.
La influyente NRA, que gastó unos 30 millones de dólares en apoyar la campaña presidencial de Trump, se opone radicalmente a elevar la edad legal para comprar armas largas de los 18 años actuales a 21. Tras sondear la propuesta a principios de semana, el presidente no hizo hincapié en ella durante su discurso ante la Conferencia de Acción Política Conservadora.
AP / OnCuba