El presidente estadounidense Donald Trump fanfarronea a menudo de que ha hecho más en su primer año en la presidencia que cualquiera de sus predecesores, pero exagera de manera espectacular. Trump ha cumplido varias de sus promesas de campaña, pero se ha quedado corto en muchos aspectos y tiene un récord muy pobre en el Congreso.
Entre las cosas que Trump ha cumplido: cambió el sistema de impuestos del país, modificó sustancialmente la postura de Estados Unidos en el exterior y alteró las vidas de centenares de miles de inmigrantes.
Sin embargo, casi un año después de su elección, Trump no está siquiera cerca de forzar a México a pagar por un muro fronterizo como él prometió a sus partidarios en la campaña de 2016.
Ha encontrado obstáculos legislativos –colocados incluso por sus copartidarios republicanos– en momentos importantes. Eso es lo que permite que la ley de salud de la era de Barack Obama sobreviva, golpeada, pero asegurando aún a millones de personas.
El torpe inicio de su propia administración ayuda a explicar por qué ninguna de las leyes que prometió firmar en los primeros 100 días se ha hecho realidad entonces y por qué la mayoría son aún aspiraciones.
No obstante, Trump consiguió la reforma fiscal, su único logro legislativo grande hasta ahora, ganó la confirmación de un magistrado conservador a la Corte Suprema y otros jueces federales y usó sus poderes ejecutivos para reducir regulaciones y sacar a Estados Unidos de acuerdos internacionales que criticó como candidato.
Las cortes trabaron sus acciones más radicales en inmigración y entrada al país de musulmanes, mientras los cruces ilegales por la frontera parecen estar en sus niveles más bajos.
Pero incluso y con todas sus tendencias erráticas, Trump ha resultado un presidente republicano mayormente convencional en lo que se refiere a promesas cumplidas y en marcha.
La versión de Trump en Twitter pudiera estar llena de fanfarroneo sobre el tamaño de su (inexistente) botón nuclear y su “genio muy estable”, pero el dossier de acciones es reconocible para Washington: recortes de impuestos típicamente republicanos, políticas pro empresariales (con la excepción del comercio), reducciones en las regulaciones ambientales y un enfoque a la salud pública que ha sido parte de la estrategia republicana durante años.
Eso es hasta ahora, pero con Trump no se sabe qué sucederá mañana.
En cuanto a los impuestos, Trump y los congresistas republicanos cumplieron promesas con una reforma que reduce substancialmente los impuestos corporativos y recorta los impuestos a la renta. Es considerable, pero no todo lo que prometió Trump estará ahí y favorece más a los ricos que lo que prometió o admitirá.
El presidente prometió una tasa tributaria de 15 por ciento para las empresas, pero tuvo que conformarse con 21 por ciento –aun así una caída considerable del 35 por ciento previo. Prometió que habría solamente tres categorías fiscales, pero siguen siendo siete. No eliminó el impuesto sobre la herencia ni el impuesto mínimo alternativo, como dijo. Pocas personas estarán sujetas a esos impuestos, al menos temporalmente.
En cuanto a inmigración, el candidato Trump sacudió el panorama político cuando propuso prohibir temporalmente el ingreso de musulmanes al país. Trump ha tratado desde sus primeros días en la Casa Blanca de imponer nuevas restricciones a turistas e inmigrantes, firmando órdenes ejecutivas que habrían cumplido sus promesas antiinmigración de no haber sido bloqueadas en las cortes.
Ahora ha conseguido prohibir el acceso de ciudadanos de varis países musulmanes y reducir considerablemente la admisión de refugiados. Ha tratado de negar fondos federales a ciudades que se niegan a cooperar con las autoridades de inmigración.
Trump está negociando ahora un acuerdo de inmigración que pudiera permitirle cumplir otras promesas, incluso obtener fondos para el muro en la frontera con México y reformar el sistema de inmigración para dificultar a inmigrantes patrocinar la inmigración de sus familias. Eso sería a cambio de extender protecciones para centenares de miles de jóvenes traídos ilegalmente al país cuando eran niños. Esas son protecciones que previamente Trump calificó de amnistía ilegal y prometió anular.
Y México no va a pagar por el muro.
AP / OnCuba
Claro que no tiene forma de pasarle factura a Mexico por su muro. Peto ningun Presidente cumple nunca sus promesas