El humo salía el lunes del Museo Nacional de Brasil un día después de un devastador incendio, mientras surgían recriminaciones sobre quién es el responsable de la tragedia que destruyó por lo menos una parte de los archivos más ricos de Latinoamérica, piezas históricas y documentos.
Unos pocos cientos de personas se reunieron afuera de la entrada del museo e intentaron varias veces pasar por las puertas. Pedían entrar al recinto para ver lo que se había dañado y exigieron al gobierno una reconstrucción de las instalaciones. La policía trató de mantenerlos alejados con aerosol pimienta, gas lacrimógeno y porras.
Por la tarde, cientos de jóvenes, estudiantes y profesores se reunieron en el centro de Río de Janeiro, en la tradicional plaza de Cinelandia, para protestar por la tragedia del museo nacional.
“No falta dinero, falta vergüenza”, decía uno de los carteles en la protesta que exigió mayor presupuesto para el área científica.
El director del museo dijo que parte de la colección quedó destruida pero que todavía no era posible detallar qué se perdió. Por su parte, el subdirector insinuó que el daño podría ser catastrófico, con la mayoría de los objetos en el edificio principal destruidos, a excepción de algunos meteoritos.
Ese afamado recinto albergaba objetos culturales e históricos. La colección de 20 millones de artículos incluía piezas grecorromanas y egipcias, y el cráneo humano más antiguo que haya sido encontrado en el hemisferio occidental, conocido como Luzia. Las instalaciones fueron alguna vez un palacio de la familia real brasileña.
El museo todavía estaba en pie el lunes por la mañana, pero gran parte parecía destruido. Las autoridades de protección civil advirtieron que no era seguro ingresar a la estructura debido a que el techo y las paredes internas quedaron comprometidos y podrían desplomarse en cualquier momento.
No está claro cómo comenzó el fuego el domingo por la noche, cuando el museo estaba cerrado al público. El incendio rápidamente generó críticas por la deteriorada infraestructura y los déficits presupuestarios mientras los brasileños se preparan para votar en las elecciones nacionales de octubre.
Varios funcionarios han dicho que se sabía que el edificio estaba en un estado de grave deterioro y que había un riesgo significativo de incendios.
“Llorar no resuelve nada”, dijo el director del museo, Alexander Kellner, a los periodistas en la escena. Se conmovió al mencionar los fondos y el apoyo que dijo que ahora “exigiría” a las autoridades para salvar lo que quedaba de la colección y reconstruir el museo. “Tenemos que actuar”.
El museo había sufrido falta de fondos durante años, cosa que impidió que se hicieran renovaciones y obligó a que algunas exhibiciones fueran cerradas. El diario Folha de Sao Paulo reportó en mayo, mientras el museo se preparaba para celebrar su bicentenario, que el presupuesto anual había disminuido de 130.000 dólares en 2013 a 84.000 dólares el año pasado.
Otra señal de que el museo estaba en aprietos fue cuando una plaga de termitas que azotó el año pasado provocó el cierre de una habitación que contenía un esqueleto de dinosaurio de 12 metros (39 pies) de altura. Los funcionarios recurrieron a la financiación colectiva para juntar el dinero y poder reabrir la sala.
La institución acaba de obtener la aprobación de fondos para una renovación, incluida una actualización del sistema de prevención de incendios, indicó Kellner.
“Qué ironía, el dinero ya está allí, pero se acabó el tiempo”, dijo.
Luiz Fernando Dias Duarte, subdirector del museo, comentó que los funcionarios buscaron fondos para una renovación en 2013, al mismo tiempo que Brasil gastaba millones de dólares para construir estadios para la Copa del Mundo de 2014.
“Del dinero gastado en cada uno de esos estadios, una cuarta parte hubiera sido suficiente para hacer que este museo fuera seguro y resplandeciente”, manifestó a la televisora brasileña. Aseveró que la responsabilidad de la destrucción del recinto recae directamente sobre las autoridades federales.
El mismo lunes, el presidente Michel Temer anunció que los bancos públicos y privados, así como el gigante de minería Vale y la petrolera estatal Petrobras, habían acordado ayudar a reconstruir el museo y reconstituir el acervo. El mandatario francés Emmanuel Macron ofreció en un tuit enviar expertos para ayudar.
Roberto Robadey, portavoz del departamento de bomberos, dijo que se tardaron en comenzar a combatir las llamas porque los dos hidrates más cercanos al museo no funcionaban. En su lugar tuvieron que enviar camiones a traer agua de un lago cercano.
Kellner dijo que había extintores en el lugar, pero no estaba claro si había rociadores, ya que son problemáticos para los museos porque el agua puede dañar los objetos.
Duarte indicó que los empleados del museo habían recibido hace poco una capacitación por parte de los bomberos sobre cómo evitar y reaccionar a un incendio en el edificio. Lamentó que ninguno de ellos estuviera en el recinto el domingo por la noche para poner dicha capacitación en práctica.
“Era una preocupación constante”, dijo, y agregó que él desconectaba todos los aparatos eléctricos de su oficina antes de irse por el riesgo de incendios.
En el enorme sitio donde se encuentra el museo había señales evidentes de deterioro: la valla estaba en ruinas, las piedras tenían grietas y los jardines parecían descuidados.
“El fuego es lo que los políticos brasileños le hacen a la gente”, dijo Rosana Hollanda, una maestra de secundaria de 35 años, que lloraba en las puertas del museo el lunes. “Están quemando nuestra historia y nuestros sueños”.
Roberto Leher, el rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro _de la cual forma parte el museo_, dijo a los reporteros el lunes que el edificio necesitaba una remodelación en sus sistemas eléctricos y de agua y un nuevo plan de prevención de incendios.
“Todos sabíamos que el edificio se encontraba en un estado vulnerable”, señaló, y agregó que las autoridades han trabajado con los bomberos para reducir los riesgos.
Al preguntarle un reportero por qué un desastre de este tipo no ocurre en instituciones culturales de otros países, Kellner, el director del museo, respondió: “Pregúntate eso. Es una buena pregunta, háztela”.
El país más grande de Latinoamérica ha batallado para salir de su peor recesión en décadas. El estado de Río de Janeiro ha sido de los más afectados en los últimos años debido a la combinación de la caída de los precios mundiales del petróleo _una de sus principales fuentes de ingresos_, la mala gestión y la corrupción masiva.
AP / OnCuba