La llegada a la presidencia de Rodrigo Duterte fue bajo el lema de eliminar la delincuencia aunque “tenga que asesinar a cien mil personas“. Desde su elección en 2016, el presidente filipino se ha hecho famoso por su sangrienta cruzada antidrogas (que dejó al menos 12 mil muertos) pero también por sus bromas sobre la violación. Su última aparición sobre el tema fue el 31 de agosto, cuando defendió sus acciones contra el crimen en la ciudad de Davao, donde fue alcalde por más de 15 años.
Para explicar la persistencia de las violaciones en esta ciudad, Duterte dijo: “Dicen que hay muchas violaciones en Davao. Mientras haya muchas mujeres hermosas, habrá más casos de violación”.
Una coalición de grupos de defensa de los derechos de las mujeres inmediatamente condenó este comentario, señalando que evocar la belleza de las víctimas era una forma de hacerlas responsables de su propia violación. El portavoz del presidente intentó equilibrar diciendo que la gente en el sur de Filipinas tenía un sentido del humor ligeramente diferente: “No es que acepten bromas sobre la violación, pero dicen que es menos probable que la gente en el Sur se ofenda, en Davao especialmente, tienen otro sentido del humor”.
No es la primera vez que Duterte bromea al respecto. En un discurso a los soldados en 2017, dijo que estos podían violar sin ser molestados. Durante su campaña electoral, cuando era aún alcalde de Davao, bromeó sobre el caso de una misionera australiana que había sido violada y asesinada en la ciudad durante un motín en la cárcel en 1989.
Cuando su hija, Sara Duterte, fue entrevistada sobre estos “chistes”, dijo que no estaba sorprendida y confesó que ella misma había sido agredida sexualmente. Cuando le preguntaron a Duterte por la experiencia de su propia hija respondió que no era verdad, que era un invento para la prensa, que con esas declaraciones su hija “hizo su cine“.