Pixar nunca se ha abstenido a hablar de la muerte. Las películas de “Toy Story” son, en parte, sobre la mortalidad. El poético momento más memorable de “Up” es una secuencia muda sobre el fallecimiento de una esposa. La Tierra misma fue abandonada a su muerte en “Wall-E”.
Pero Pixar se sumerge de lleno en la vida después de la muerte en “Coco”, una fácula de colores brillantes que gira en torno al Día de los Muertos mexicano.
Las imágenes de esqueletos y tumbas en una cinta para niños habrían desalentado a otros estudios de animación, pero el director Lee Unkrich (“Toy Story 3”, “Monsters, Inc.”) imaginó una película sobre el patrimonio familiar y sobre mantener vivos los recuerdos de los seres amados que se han ido para que no sean, como dice, “solo fotos desteñidas en un álbum”.
También es una celebración de México, vista a través de los ojos de un niño de 12 años que sueña con convertirse en músico pero que, tras un pleito con su familia, cae en un asombroso inframundo donde depende de sus ancestros para volver a la tierra de los vivos.
“Coco”, que se estrena el miércoles en Estados Unidos, es el primer largometraje de Pixar con un personaje principal de minorías, y una de las producciones estadounidenses más grandes con un elenco casi completamente latino (incluyendo a Benjamin Bratt y Gael García Bernal). Esto lo convierte en una especie de hito que ya ha registrado récords de taquilla en México, donde se estrenó hace varias semanas.
Pero también le tomó trabajo y compromiso a Pixar convencer a los latinos de que la producción no era solo una apropiación cultural de gran presupuesto. Tales temores surgieron cuando Disney trató de registrar “Día de los Muertos” como marca en el 2013, un esfuerzo que abandonó tras las respuestas negativas.
Optando por tomar un camino distinto, Unkrich y Pixar trajeron al proyecto a asesores culturales como el caricaturista Lalo Alcaraz, el dramaturgo Octavio Solís y la directora de Camino Arts Marcela Davison Aviles. Unkrich remodeló el enfoque del filme, duplicando los esfuerzos para crear una celebración auténtica del folklore, las tradiciones y la música mexicana.
“Hicimos todo lo que pudimos para rodearnos de asesores culturales, pasar mucho tiempo en México, específicamente integrándonos allá con familias mexicanas”, dijo Unkrich. “Yo sabía que iba a haber temor de que cayéramos en clichés y estereotipos, así que hicimos todo lo posible para no permitir que eso ocurriera”.
Eso también significó cambiar su idea inicial, centrada en un chico mexicano-estadounidense que viaja a México a conocer a su familia por primera vez. En esa historia, el joven protagonista trata de superar el dolor de una pérdida.
“Nació del hecho de que yo mismo no soy latino. Soy estadounidense y por ese entonces esa era mi entrada natural a una historia”, dijo Unkrich. “Nos dimos cuenta de que, a nivel temático, era opuesto a lo que es el Día de los Muertos, que es esta obligación de nunca olvidar, de nunca dejar ir. En ese momento tuvimos una epifanía de que estábamos haciendo la película como forasteros”.
“Realmente no celebraba el ADN de la fiesta, que no es dejar ir sino mantenerse conectado”, dijo Darla K. Anderson, una veterana productora de Pixar. “Cuando nos percatamos de eso, definitivamente dimos un giro para acoger más de la naturaleza conectada con el Día de los Muertos”.
Pixar también buscó ayuda para crear un relato culturalmente fiel adentro de su propia compañía. Adrián Molina, un animador de cintas previas de Pixar, sirvió como codirector y ayudó a escribir el guion.
“Habiendo crecido como un mexicano-estadounidense, sé el poder transformador que tiene el poder verte representado en la pantalla”, dijo Molina. “Mi esperanza es que cualquier niño o niña latinos que vean este filme, que éste tenga un impacto en cómo se ven a ellos mismos. Y si vienes de una experiencia diferente, que reconozcas el hecho de que hay héroes latinos y latinas y la belleza de una familia mexicana”.
Los hispanos son uno de los grupos demográficos más grandes que van con regularidad al cine, y sin embargo rara vez son representados en la pantalla. El año pasado representaron el 23 por ciento de los cinéfilos frecuentes en Estados Unidos y Canadá, según la Asociación de Cine de Estados Unidos.
La música mexicana también tenía un papel protagónico en “Coco”. Para eso, el compositor Michael Giacchino (“Up”, ”Ratatouille”) colaboró con el compositor mexicano-estadounidense Germaine Franco. Un equipo investigador fue enviado a la Ciudad de México para traer estilos musicales de distintas partes del país, mientras que el DJ y productor Camilo Lara sirvió como asesor musical.
“Para mí era importante saber tanto pudiera sobre cada estilo, cada locación en México, cómo cambia la música de un lugar a otro”, dijo Giacchino. “Realmente quise que la música se sintiera auténtica y real. Así que hacer tarea fue una gran parte del trabajo. Normalmente la música es el trabajo; esto tuvo la capa adicional de la tarea”.
Toda la producción, desde la idea inicial de Unkrich hasta la cinta terminada, tomó seis años. Pixar, donde los animadores a menudo trabajan en secreto, se encontró “invitando gente a participar”, dijo Molina.
“Y eso significó realmente hacer la pregunta en cada etapa del proceso: ¿Refleja esto a estas familias? ¿Refleja estas tradiciones? Cada vez que nos quedábamos cortos, queríamos abrir la puerta, hacer la pregunta y mejorarlo”, dijo.
Esos seis años incluyeron cambios fuera del control de los cineastas. La presidencia de Donald Trump ha tensado las relaciones EEUU-México, al igual que sus ambiciones de construir un muro fronterizo. Aunque la cinta derivaba simplemente de la fascinación de Unkrich con el Día de los Muertos, Giacchino dice que “se siente más importante que nunca hacer una cinta como esta”.
“Pensamos que hemos tendido un puente con esta película”, dijo. “Vivimos en un mundo confuso en este momento y hay mucha negatividad, pero creo que todos nos sentimos honrados y agradecidos de poder traer al mundo algo positivo y esperanzador que con suerte hará su parte para erosionar las barreras artificiales que ponemos entre nosotros”.
Jake Coyle / AP / OnCuba