Cada vez es más común hablar de la gestación subrogada, en la que una mujer concibe un hijo para otra persona o pareja, sin recibir dinero a cambio.
El uso de los vientres de alquiler como técnica reproductiva genera dudas relacionadas con la eticidad de la técnica, pero también sobre lo que es exactamente.
Actualmente hay un evidente aumento de este método en países de América Latina, sobre todo en Uruguay y Brasil donde está legislado, solamente para ciudadanos de esos países. En otros como Estados Unidos y Ucrania es legal y existen programas de maternidad asistida.
Las parejas que desean iniciar este proceso son personas que han agotado todas las vías médicas para una gestación y han resultado, ya sea por problemas de salud o fertilidad, incapaces de conseguir el embarazo. También recurren a esta técnica las parejas homosexuales de hombres que desean ser padres.
Para poder llevar a cabo la gestación subrogada es necesaria la implicación de tres personas: un donante de semen, una donante de óvulos y una madre subrogada.
Las parejas que eligen este tratamiento se llaman madre y padre comitentes, los que muchas veces están sometidos a prejuicios éticos y legales. Hay quienes consideran a la gestación subrogada como un derecho reproductivo y de libertad individual, mientras que otros la asocian con la trata de personas.
Tal es el caso reciente de la pareja chilena que viajó a Perú a realizar un vientre de alquiler y fue encarcelada luego de que el poder judicial peruano dictara prisión preventiva por un año por supuesta trata de personas.
Después de pasar días en prisión, levantaron la prisión preventiva a Rosario Madueño, de 46 años y Jorge Tovar de, 48 años, quienes pudieron reencontrarse con sus hijos, retenidos en el paso fronterizo hacia Chile.
Como muchas parejas que acuden a este tratamiento, Madueño y Tovar tenían dificultades para procrear y después de diez años intentándolo y de varios intentos de reproducción asistida en una clínica especializada en Lima, optaron por la maternidad subrogada.
Con una extracción de óvulos de una donante anónima y una de espermatozoides de Tovar, se dio origen a embriones que fueron transferidos al útero de una tercera mujer. Y que transcurridos casi nueve meses, dio a luz a dos mellizos.
Sobre todo en América del Sur hay un aumento de la también llamada madre de alquiler, sobre todo por aprobación del matrimonio legal entre personas del mismo sexo que desean concretar su proyecto familiar.
No solo se está desmitificando el tema, sino que la masificación de técnicas de reproducción asistida lo posibilitan, un tratamiento anteriormente de alta complejidad y que muy pocas clínicas ejercían.