Este viernes, la Compañía Infantil de Teatro La Colmenita celebra 30 años de creada. Hace una década, también un 14 de febrero, tuve la oportunidad de compartir con muchos de sus hacedores el abrazo colectivo más cerca del sol que haya recibido; por demás, a la sombra de la efigie de José Martí, guía intelectual y espiritual de ese sueño teatral cubana.
Sucedió en el Pico Real del Turquino, en La Sierra Maestra, cuando subimos para festejar las dos décadas de existencia de La Colmenita.
El ascenso hasta el punto de mayor altitud de Cuba (1.974 metros sobre el nivel de mar), es una especie de rito en la historia del conjunto teatral. La expedición es tan familiar como suelen ser las giras que durante todo el año hace por toda la Isla; el viaje de una gran familia de profesores de teatro, vestuaristas, técnicos, cocineras, músicos, madres y padres y, por supuesto, las niñas y niños que juegan al teatro. Solo que para el periplo por la Sierra Maestra varían las abejitas ya que van aquellos que alguna vez fueron los más pequeños de la familia y ahora ya tienen la mayoría de edad y formalmente están por despedirse de la compañía para tomar otros rumbos.
Aunque el objetivo principal es llegar el día del aniversario a la cumbre, en los días previos se visitan varios asentamientos de los alrededores para compartir escenas del repertorio teatral con los pobladores.
El viaje en sí es como sus talleres, sus ensayos, sus obras de teatro. Es, también, un poco el reflejo y la esencia del nacimiento de La Colmenita.
A principios de los años noventa Carlos Alberto “Tin” Cremata, el padre de este sueño, escribía cada semana el guión para la televisión del programa infantil “Cuando yo sea Grande” que, a su vez, dirigía su madre, Iraida Malberti.
Tin, por entonces entonces estudiante de Dirección Teatral del Instituto Superior de Arte, creó con otras 13 personas el grupo teatral La Colmena. El primer encuentro fue el 14 de febrero de 1990. Desde entonces, el joven teatrista comenzó a alternar entre la pantalla chica y el teatro hasta que definitivamente las tablas conquistaron su vida por completo.
“Una noche, en que estábamos con mami en un cubículo de edición preparando el programa, soñamos con ver en el teatro a esos niños que veíamos en la pantalla”, rememora Cremata quien al poco tiempo armaría La Colmenita y alternaría con La Colmena.
Cada vez más los caminos de ambos grupos se hicieron indivisibles y el 2 de abril de 1994, en medio del momento más cruento del Período Especial, estrenaron en conjunto la obra “Meñique”, cuento del francés Édouard de Laboulaye, adaptado por José Martí en La Edad de Oro.
El próximo gran éxito vendría el 1ro de Junio de 1996, Día Internacional de la Infancia, al estrenarse el Gran Musical Infantil “La Cucarachita Martina”, en una abarrotada Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba. Esta obra se convertiría con los años en la plataforma teatral y pedagógica al expandirse La Colmenita por decenas de filiales en la Isla y en otras partes del mundo.
Desde entonces no han parado de propagar su miel, que son sus sueños, y promulgar sus máximas, que son, entre otras,“propiciar espacios de participación que favorezcan la creatividad y capacidad de improvisación de niños/as y adolescentes de ambos sexos. Desarrollar sentimientos de solidaridad, amor al trabajo y unión familiar entre sus miembros. Formar apreciadores del arte que sean capaces de incorporar ésta a sus proyectos de vida futura.”
Bienvenidos, pues, los nuevos sueños y los tantos ascensos a el Pico Real del Turquino. Muy feliz 30 aniversario y celebremoslo todos de la mano, como en esa ronda que hacen siempre al final de cada función los colmeneros, cuando baja el telón, y bailan al compas de El viejo varieté, de Maria Elena Walsh y en la voz de Susana Rinaldi:”¡A escena los artistas,/ mientras el mundo exista/ no se suspende la función!”
Felicidades!