Una jovencita cubana cumple sus quince y va a hacerse los retratos de rigor a la plaza más linda y enfarolada de su ciudad, la plaza de La Vigía en Matanzas.
Lleva un vestido largo hasta el borde del suelo, adornado con piedras que brillan y resaltan en ella una belleza cuasi infantil y cuasi adulta.
Su peinado alto con tiara remata el ademán de salones y princesas –difraz de un día que no hay por qué evitar si se sabe llevar con alegría y sencillez.
(No como una penalidad contra los bolsillos estrechos, una obligación etiquetada por los demás o como un riguroso teatro de falsedades.)
Su maquillaje es discreto pero su cara ha sido coloreada para disimular a la niñita y dar la bienvenida a la mujer. De eso se trata esta edad frontera y toda la liturgia que la adorna.
Su padre, el fotógrafo Néster Núñez, autor por algún tiempo de una columna en OnCuba, ha publicado en su cuenta de Facebook las que probablemente sean las fotos más recordadas de este cumpleaños quince de su hija Olivia.
En la escena, un perrito de la calle, un Firulais genérico, se les ha colado. Se queda a la vera de Olivia.
Ella se sienta en el piso adoquinado de la plaza, sobre su falda inmensa. El animal sobre sus cuatro patas parece que adivinara el ambiente de fotos y se dispone a posar.
De Olivia sale una carcajada limpia, total. No se quiebra su glamour. Ella parece disfrutar la suerte que ha tenido donde otras niñas acristaladas y concentradas en su inmenso ego adolescente, quizás hubieran sufrido por su desventura.
Olivia no se indispone con este asistente al que nadie convidó. Se alegra. Algunos rizos flotan por fuera de la tiara, sin cordura. Olivia ríe en toda regla; se ríe de sí misma.
Aprovecha la llegada de esta criatura sin afeites ni pedigrí, de blanco, como el vestido, y quizás poblado de algunas pulgas impetuosas.
Posan ambos. Son hermosos. Me hacen pensar en la delicada ocupación de ayudar a una hija, a las hijas, a ser tan felices.
¿Cómo se llena de felicidad una foto? ¿Cómo hacer crecer a niñas dueñas de sus propios quince? Mujercitas manantiales, que fluyan para siempre.
Adorando!
Que felicidad tan grande para un padre tener tan bella hija con un corazón tan puro, que se divirtió tanto compartiendo éste su día de cumpleaños tan esperado con este animalito errante y ansioso de caricias.