Hamburguesas excelentes, en negocios privados, no las encontré nunca. Quizás porque no tenemos referencias contrastadas. Las que se pueden comprar en las tiendas estatales cubanas no las vi nunca fuera de la Isla. Las evité con mucho cuidado siempre que fue posible. La receta llegó a Estados Unidos con los emigrantes alemanes de finales del XIX y se dio a conocer en todo el país en 1904, en la Expo Universal de San Luis.
Rebotaron al resto del mundo extendiéndose a través de las trasnacionales de comida rápida: MacDonalds y Burguer King. En el mundo real casi nadie compra hamburguesas congeladas para montarlas en casa. Más fácil y barato es comprarlas recién hechas, a buen precio y de pasable calidad en las franquicias que se encuentran por todas partes. Aunque no gozan de buena fama. Consumidores de gustos refinados las preparan en casa. Y hay que decir que algunos sitios las ofrecen de una calidad excepcional.
Genios de la cocina como Adrià, Arola, Veyrat y Bouloud, las adoptaron y las incluyen en sus menús de degustación. Estas y otras —bastante sobrevaloradas— se pueden encontrar desde los 85 euros en el Stik de Madrid hasta la Golden Boy, de Robber Jan de Vee, propietario del De Daltons en Holanda, que se vendió por 5.964 dólares al conglomerado Remia, y cuyas ganancias se destinaron a la compra de alimentos para personas necesitadas en medio de la pandemia. Jan de Vee invirtió nueve horas en prepararla. Incluía carne de wagyu japonesa, cangrejo real de Alaska y trufa blanca. El pan se presentó cubierto por láminas de oro comestible. El honor de consumir esta perversión recayó en el presidente de la Real Asociación Holandesa de Alimentos y Bebidas, Rober Willemse, cuya señora —a quien no le dejó ni un pedacito— le negó la palabra el resto de la semana.
Hace unos meses pasé por el Mercado de Carlos III. No sé si sigue allí, pero encontré entonces este promocional en su pared frontal. Una marca promedio. Queda claro que no se enredaron en brainstorming para encontrar un nombre singular… pero superaron el ECARDI¹. Su implementación parte de la estilización un tanto azarosa del producto. El ajonjolí insistió lo suyo para salir en el logo. Dos colores: un ocre suave que se desvanece y un rojo que así de desteñido resulta difícil de nominar. La tipografía tampoco está mal, pero sus atributos cromáticos le restan credibilidad. Por otro lado Hamburgo es una ciudad alemana rancia y respetable. La hemoglobina de sus habitantes es alta. Su sangre —consumidores como son del típico Labskaus “Speise für derbe Männer” (comida para hombres fornidos) y Aalsuppe (sopa de anguilas) con tropezones de Pumpernickel— es tan espesa como la melaza y tiene más hierro que la Cantera Macho, la mina donde nació el grito de Alirón². Por ello me parece muy legítimo que “Hamburgo” se presente en un marrón protoplasmático.
¿”Pura carne”? Delirios. Por ello un texto blanco sobre un rubio fantasmagórico. Diseño muy sincero, por cierto. Nadie espere ferrosas coagulaciones en el interior del producto. Con suerte harina y crestas, cartílagos, zeolita para el control de la diarrea, polvo de huevo, aroma de cebolla junca y abundantes E-471, E-110 y Rojo 40.
“Q sabrosa”, el otro ejemplo, me gusta más. El nombre y la gráfica se integran perfectamente. El genérico³ ocupa el último nivel de lectura, sustituido arriba, por una estilización del producto más figurativa. El adjetivo “sabrosa” ocupa titular sin más alarde. Mucha filigrana coqueteando con las tradiciones del ayer. Aprovechan óptimamente el entorno para ubicar el cartel, integrándose estupendamente a la arquitectura. Le reprocharía quizás, un poco de frialdad, una espartana austeridad cromática y alguna aparente deficiencia en el dibujo. Pero se las arreglaron para dejarnos el detalle del queso gratinado, ostensible por omisión. Antes de la caída del meteorito que nos extingue, cuando me entraban ganas de una jugosa hamburguesa terminaba en 5ta y B. Hago la referencia porque recuerdo bien el producto y no su logo. Una pista.
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Notas:
¹ Empresa de Conformados Aplanados para Recaudar Divisas.
² Alirón. Grito canario surgido de la exclamación anglosajona All iron.
³ “HAMBURGUESA”
Gracias por tus artículos, nos ponen a reflexionar y nos enseñan a observar nuestro entorno, gracias