De África conozco a Guinea (Conakry), Costa de Marfil, Benín, (antes Dahomey) y Angola, a lo cual sumo lecturas y horas de aprendizaje que no me hacen un africanista, pero me permiten comprender ciertas esencias.
Todas las tragedias que afectan a la humanidad: pobreza, hambre, analfabetismo, guerras, militarismo, cambio climático, conflictos internos, caudillismo, inestabilidad política, separatismo, estancamiento económico, racismo, violencia de género, terrorismo e intromisión extranjera, están presentes en Africa. Una que es exclusiva de ella es la vigencia de la herencia colonial.
África, el continente más pobre, está formado por más de medio centenar de países en los cuales viven casi 1 500 millones de personas, de ellas más de 250 millones padecen hambre, y cientos de miles inanición. El 43 % carece de electricidad.
África es el continente más joven, pero no siente orgullo por ello ni lo asume como variable del desarrollo. ¿Saben por qué? Porque allí la esperanza de vida es de 65 años y en algunas regiones no llega a 40. Es bueno ser joven pero no a ese precio. Los diez países más pobres del mundo son africanos. En África un bebé tiene nueve veces más probabilidades de morir en su primer mes de vida que uno nacido en Europa.
La pobreza del continente negro no es natural sino social. Allí se encuentra el 65 % de las mejores tierras del planeta, posee el 30 % de las reservas minerales del mundo, el 98 % y el 90 % del cobalto. Similar proporción de platino, así como el 70 % del coltán, y el 33 % del uranio.
La trata de esclavos africanos, constituyó el mayor crimen de lesa humanidad cometido jamás. Se trata de un genocidio prolongado por 400 años que asoció la discriminación al color de la piel. Contando a los esclavos y sus descendientes, los muertos durante las cacerías y las guerras tribales que ello provocó, se calculan no menos de 100 millones los involucrados. Al extraer de África entre 10 y 50 millones de personas jóvenes, la trata alteró drásticamente la cadena de reproducción de la población. Entre 1500 y 1870, la población africana decreció.
Al privarla de su población joven, económicamente la más activa, productiva y creativa, se generó estancamiento y retroceso económico. Durante cuatro siglos la principal exportación de África fueron seres humanos y sus únicos emigrantes fueron los esclavos. Las tintas corren a raudales porque entre 2020 y 2023 hubo en África 10 golpes de estado, lo cual no es novedad. Entre 1952 y 2014, hubo 85 en 33 países del continente.
Semejante inestabilidad política está motivada por problemas internos, descontentó popular debido a ineficacia de los gobiernos, pero también a la intromisión extranjera y la presencia de entidades terroristas como Al Qaeda, Estado islámico y Boko Haram, los mercenarios son allí omnipresentes.
Africa paga deudas sociales y políticas que no contrajo, sino que le impuso el colonialismo y el neocolonialismo en más de cuatrocientos años y que sesenta años de independencia no son suficientes para borrar y evolucionar política y socialmente.
Obviamente los golpes de estados, lejos de ser alguna solución, muestran inmadurez institucional. Ninguna dictadura es mejor que la democracia auténtica y la mejor manera de entronizar o cambiar gobernantes no es pasándolos por las armas, sino por las urnas.
Para su liberación y crecimiento político África no recibe buenos ejemplos ni ayuda de ninguna parte, excepción hecha de Cuba que, a riesgo de su seguridad, le torció el brazo al Apartheid. A la intromisión en sus asuntos por parte de las ex metrópolis y otras potencias, se suma ahora el peligro de que, como ya ocurrió antes, algunos países sean arrastrados a la nueva guerra fría que se gesta. Las banderas extranjeras que queman en las manifestaciones y las que se levantan de nuevo evidencian el riesgo.
Al clima de incertidumbre creado por la pandemia y el caos entronizado por la guerra desatada en Ucrania que, entre otras cosas ha vuelto inoperante a la ONU, se suma una pesada herencia que en lugar de legado es lastre. La presencia de tropas extranjeras dificulta las soluciones nacionales.
Una novedad del clima político africano es la presencia del terrorismo de matriz islámica protagonizado por Al-Qaeda, Estado Islámico, Boko Haram y otros, y la presencia de mercenarios al servicio de potencias extranjeras o de caudillos locales. Los rumores de la implicación del Grupo Wagner añaden complejidades.
En ningún país los militares tienen las respuestas y en otros, tampoco la poseen los políticos. Tal vez el tiempo resuelva lo que ahora parece insoluble. Me inclino a dar África al tiempo.
*Este texto se publicó originalmente en el diario mexicano Por esto! Se reproduce con la autorización de su autor.