Normalmente, los perros más pequeños son los que ladran más. Y por regla general, cuando nos acercamos a ellos comienzan a recular amedrentados, al tiempo que los decibeles de la bravuconería empiezan a apagarse.
El modismo lo resume en muy pocas palabras: aquellos que amenazan demasiado suelen hacer poco; son expertos en hablar a borbotones, pero llegada la hora cero, no cumplen lo que dicen. Pura fanfarronada, a fin de cuentas.
Como dice Joaquín Bastús en La Sabiduría de las Naciones, el que más vocifera no es el más temible. “Fúndase este refrán –escribe el ilustre español- en que no todas las amenazas se ejecutan, ya porque el amenazado se guarda y previene, ya también porque el que amenaza, pasada la cólera, entra en sí y se aplaca”.
Dicho sea de paso, el refrán tiene versiones como “perro ladrador, poco mordedor”, o esta otra proveniente de la sabiduría turca: “El perro ladra, la caravana pasa”.
Ahora bien, siempre serán preferibles los perros que ladran y no muerden –a la postre, figurillas gritonas e irrisorias-, que aquellos más taimados y pérfidos que “las matan callando”. De esa frase hablaremos otro día en este espacio.
A caballo regalado no se le mira el colmillo
Así decimos con frecuencia en Cuba, aunque algunos se inclinan por sustituir “el colmillo” por “los dientes”, y en España escuché la variante “a caballo regalado no se le mira el dentado”.
Es esta una de esas expresiones de origen remoto, que dimana de la costumbre de observar detenidamente la dentadura del caballo para evaluar su salud y proceder entonces a comprarlo.
Pero, ¿qué pasa si el animal nos sale gratis? En tal caso, sería absolutamente descortés fijarnos en el estado de sus dientes, puesto que no hay que pagar precio alguno por él. O sea, por extensión, más vale no ser quisquilloso con los obsequios que recibimos, porque la gratitud es lo primero en esas circunstancias.
Aunque, todo sea dicho, hay excepciones que merecen un vistazo a los colmillos. Digamos, cuando nos regalen un paquete de Lactosoy, un grifo plástico, una pizza del Estado…
y lo verás.
lo de a caballo regalado no se le mira el colmillo es no solo por el estado de la dentadura, sino por el estado del colmillo, pues el colmillo comienza a asomarse después de los 3 años y de ahí crece poco a poco toda la vida del caballo.