I
Cantante, compositora, bailarina, actriz y diseñadora, Beyoncé Giselle Knowles en abril de 2013 viajó a Cuba con su esposo, el también popularísimo rapero Jay-Z.
Los medios estadounidenses estuvieron a la expectativa de lo que diría la Administración Obama. Dos eran, básicamente, las preguntas: ¿Beyoncé y Jay-Z habían viajado a Cuba por debajo de la cuerda para celebrar su quinto aniversario de bodas? ¿O, por el contrario, habían pedido la correspondiente licencia para ir a esa cercana pero a la vez distante fruta prohibida? La posición inicial de la Casa Blanca fue abrir un compás de espera hasta que hubiera un pronunciamiento oficial por parte del Departamento del Tesoro.
Un par de congresistas cubanoamericanos le enviaron una carta pública a Adam J. Szubin, director de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, cuestionando la legalidad/legitimidad del viaje y la política de Obama sobre los intercambios culturales. Uno de ellos, Marco Rubio, volvió a la carga utilizando los argumentos tradicionales: “Los programas pueblo-a-pueblo de la Administración Obama de intercambio cultural han sido abusados por turistas que no tienen interés en las libertades del pueblo cubano”.
Alastair Fitzpayne, entonces secretario asistente del Departamento del Tesoro para Asuntos Legislativos, hizo saber a los medios que, en efecto, el matrimonio había viajado a La Habana con una licencia educacional. Y aclaró: “Aunque partes de la visita, durante la cual la pareja celebró su quinto aniversario, pueden haber parecido turismo, Jay-Z y Beyoncé cumplieron sus obligaciones reuniéndose con el grupo de teatro infantil La Colmenita y visitando a estudiantes y profesores del Instituto Superior de Arte”.
Por su parte, Academic Arrangement Abroad, la entidad neoyorquina que había organizado el viaje, lo reafirmó en una declaración pública: “El viaje fue organizado de acuerdo con los procedimientos federales establecidos para el otorgamiento de licencias para los viajes culturales pueblo-a-pueblo. La pareja no recibió tratamiento especial alguno”. Alguien, de pronto, ironizó: “pero no nos metemos si se tomaron un mojito o dos”.
II
A su llegada, tal vez Beyoncé y Jay-Z pensaron que pasarían inadvertidos a partir de los impactos de un imaginario en el que Cuba se percibe de espaldas al mar de las globalizaciones y como un lugar pletórico de cosas viejas, desde los automóviles y los edificios hasta la gente que sale en las fotos de los medios del mainstream. Pero por solo citar dos casos paralelos, les ocurrió lo mismo que a otras celebridades como Jack Nicholson en un hostal de La Habana Vieja y a dos miembros de los Backstreet Boys en el lobby del Hotel Nacional.
La pareja de artistas fue reconocida de inmediato la primera noche que salieron del hotel donde se alojaban, el emblemático y malogrado Saratoga. Ocurrió en La Guarida, la paladar centrohabanera que, como se sabe, sirvió de locación a varias escenas de Fresa y chocolate, por donde también se han movido figuras del jet set como Will Smith, Kevin Spacey, Naomi Campbell, Jodie Foster, Natalie Portman, Danny Glover e incluso doña Sofía, entonces reina de España.
La falta de contactos sistemáticos con el otro lado suele desatar ciertas presunciones que se desvanecen como pompas de jabón cuando ciertos visitantes ponen el primer pie en la isla. En todo caso, la visita de Beyoncé y Jay-Z desató un interesante problema logístico: la necesidad de enrolar, primero a solicitud de los dueños del restaurante, y luego por su propia inercia, a la PNR para reforzar la seguridad de las mega-estrellas, pero no por actos de repudio ante el “yanqui”, sino por esas expresiones de empatía que los llevaron a asomarse varias veces al balcón del hotel, a escasos pasos del Capitolio habanero.
La pareja caminó por sitios emblemáticos de La Habana Vieja, visitó la Universidad de las Artes, Danza Contemporánea de Cuba, en el Teatro Nacional, el grupo infantil La Colmenita, la Casa de la Música de Centro Habana, asistió a una presentación de Haila María Mompié y… al Gato Tuerto, donde actuaba Juana Bacallao.
III
Cuentan que Beyoncé y Jay-Z estaban en la barra del Gato Tuerto. De pronto, la Bacallao se dirigió a ella desde el escenario, invitándola a subir. Y en plena medianoche, soltó una de las suyas: “Que suba Yonse o como se llame”. Y cuando Beyoncé empezó a subir al escenario, Juana gritó con su micrófono en la mano: “Me la dejan sola, que a ella no le va a pasar nada. Esto es de pantera a pantera”. Y allí interactuaron. El baile y el humor fueron los principales protagonistas.
Es poco probable que Beyoncé la conociera de antemano, pero terminó en el escenario besándole la mano. Ahora que se ha ido la reina de los cabarets, no puedo sino evocar su carisma y sus dotes escénicas. Y su peculiar surrealismo cubano. Una artista que, como Fredesvinda García Valdés (Camagüey, 1935 – San Juan de Puerto Rico, 1961), aquella cantante Freddy inmortalizada por una famosa novela de Guillermo Cabrera Infante, salió del más absoluto subsuelo popular. El poeta cubanoamericano Jorge García de la Fe lo resumió desde Chicago en unas décimas por su 95 cumpleaños:
I
Llegó Juana Bacallao,
la reina del disparate.
Ya déjate de petate,
salpica p’a lo mojao.
En candela tengo el gao
y mi signo es calamar.
Soy una diva estelar
ni corta ni perezosa.
Cuba me tiene por diosa,
me tuvieron que evaluar.
II
Esta negra se hizo sola
por eso tiembla la tierra
cuando me pongo bien perra
y escapo a la camancola.
Resbalo sobre la ola,
soy arte que no caduca.
Me pongo a veces farruca
y me boto de salá.
Debuto en la madrugá
disparando la peluca.
III
Estremezco al cabaré
con mi don de negra clásica.
Soy una muñeca básica
de rumba, palo y bembé.
Llevo estrellas en traspié
y cumplí noventa y cinco
añales de brinco en brinco.
¡Lentejuelas con gandinga!
Asere, yo soy de pinga,
en las alturas me afinco.
¡Yo soy Juana Bacallao!
Beyoncé regresó a Estados Unidos después de unos pocos días habaneros que le hicieron justicia a una famosa frase de un crítico a partir de su personalidad y su proyección escénica: “un sistema de tormentas disfrazado de cantante”.
Aquel fue un contacto único entre las dos. Después Juana Bacallao le escribió una carta:
Beyoncé y Esposo:
Las estrellas nunca defraudan el amor de los pueblos así hablemos otro idioma, pero siempre ellos llegan al corazón del artista, son los que nos hacen llegar al estrellato. Por eso, no podemos defraudar jamás a estas personas que como pueblo nos colocan en la preferencia del público por la forma de desarrollar nuestro arte.
El arte no tiene fronteras ni idiomas, pues llega para dar vida y entendimiento a los seres humanos.
Nunca olvidaré este día que compartí con la artista norteamericana Beyoncé en mi humilde escenario, pero grande del Gato Tuerto, donde han desfilado grandes figuras nacionales e internacionales de renombre, allí la artista subió al escenario, nos saludamos, intercambiamos impresiones y fue muy grata la velada. Siempre estarás presente en el corazón de mi pueblo que es el de Juana Bacallao, el de Juana la Cubana.
A pesar de su apretada agenda y del carácter privado de su visita, me dio el honor de compartir su tiempo y la inesperada alegría de su preferencia.
Te deseo que continúes con ese carisma y virtuosismo de amor, de respeto, y de acercamiento a otras culturas para engrandecer al artista.
Muchas bendiciones te deseo para ti, familia y pueblo norteamericano.
Que Dios los bendiga.
Mis mejores deseos de: Juana Bacallao, Juana la Cubana.