La pena de muerte se ha vuelto una de las recurrencias de la cultura estadounidense. La ejecución de Kenneth Eugene Smith mediante hipoxia por nitrógeno no ha hecho sino obturar mecanismos de aceptación/rechazo fuertemente instalados en el escenario nacional.
El caso
Básicamente, la historia que da pie a ese complejo de reacciones es la siguiente: Smith, de 58 años, fue acusado por el asesinato en 1989 de Elizabeth Dorlene Sennett, esposa de un predicador del condado de Colbert, Alabama. Un caso bastante repugnante: el propio reverendo, su marido, contrató a unos hombres para matarla con el fin de cobrar el dinero de su seguro de vida al hacerlo parecer como un robo con fuerza.
De acuerdo con los fiscales, Smith y su cómplice, John Forrest Parker, recibieron cada uno la anodina cifra de mil dólares por asesinarla.
El reverendo Charles Sennet, que por entonces tenía una relación extramatrimonial y experimentaba problemas financieros, se suicidó una semana después del asesinato al iniciarse la investigación y ser considerado sospechoso por las autoridades.
De acuerdo con los registros judiciales, Smith le confesó a la policía su papel en el crimen. Fue juzgado, declarado culpable y condenado. Su cómplice fue ejecutado en junio de 2010 por inyección letal.
En el juicio de Smith, el jurado votó a favor de recomendar una sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional en lugar de la pena de muerte. Pero un juez de Alabama anuló la recomendación y de nuevo lo condenó a ser ejecutado.
La decisión de terminar con su vida con nitrógeno se toma después de que el estado intentara matarlo con una inyección letal en noviembre de 2022, sin éxito. Fue la tercera inyección letal fallida en Alabama ese año. Después de eso, el propio Smith dijo que estaba a favor del gas nitrógeno, aun tratándose de un método experimental.
Estos fallos no son aislados. En los últimos años la inyección letal, método introducido en 1982 en Texas y que desde entonces ha sido utilizado para terminar con la vida de 1 377 condenados, se considera la forma de ejecución que más falla.
La muerte de Smith marca la primera ejecución mediante esta vía, conocida como hipoxia por nitrógeno; un proceso que tiene como objetivo causar asfixia al obligar a una persona a inhalar nitrógeno puro o concentraciones letalmente altas del gas usando una máscara. Además de Alabama, Tennessee y Mississipi han aprobado su uso, aunque ninguno de los dos estados lo ha practicado aún.
Tribunales de varios niveles rechazaron las solicitudes de suspender la sentencia, incluida la Corte Suprema. La familia de Elizabeth Dorlene Sennett y sus dos hijos apoyaron la ejecución.
Smith fue declarado muerto el pasado 25 de enero a las 8:25 p.m. en el Centro Correccional William C. Holman de Atmore, Alabama.
En caliente
Después de la muerte de su cliente, el equipo legal escribió: “Estamos profundamente entristecidos de que el estado de Alabama y el Centro Correccional de Alabama hayan ejecutado a Kenneth Eugene Smith”.
“Kenny fue condenado a muerte solo porque su juez de primera instancia aplicó un estatuto de Alabama ya derogado para anular la determinación del jurado de 11 a 1 de que se le debería perdonar la vida”.
“Actualmente en la legislatura de Alabama hay esfuerzos para garantizar que reclusos como Kenny, que están en el corredor de la muerte porque un juez anuló la determinación mesurada del jurado de perdonarles la vida, no sufran el mismo destino que él sufrió hoy. Desafortunadamente, esos intentos, si tienen éxito, llegarán demasiado tarde para Kenny”.
Mike Sennett, el hijo de Elizabeth Dorlene Sennett, dijo: “Estamos contentos de que este día haya terminado. Kenneth Smith tomó algunas malas decisiones hace treinta y cinco años y su deuda fue pagada esta noche”. Y agregó: “Supongo que terminaré diciendo que Elizabeth Dorlene Sennett obtuvo justicia esta noche”.
Finalmente, el reverendo Jeff Hood, consejero espiritual de Smith, describió la ejecución como una “tortura”. “Creo que ha sido la cosa más horrible que he visto en mi vida. Me quedé allí y lloré mientras veía a alguien asfixiarse”.
Las últimas palabras de Smith fueron las siguientes: “Esta noche Alabama hizo que la humanidad diera un paso atrás. Me voy con amor, paz y luz. Gracias por apoyarme. Los amo a todos“. Cuentan que para su última comida, pidió bistec, croquetas de papa y huevos.
Los estadounidenses y la pena de muerte
Este caso y sus reverberaciones tienen lugar en un contexto en el que la pena de muerte es legal en 29 de los 50 estados de la Unión.
En enero de 2023 en tres de esos estados en los que no se ha abolido (California, Pensilvania y Oregón), está sometida a una moratoria. La pena de muerte también la contempla el Gobierno Federal.
De acuerdo con el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, 2023 es el noveno año consecutivo con menos de 30 personas ejecutadas (24) y menos de 50 condenadas a muerte (21).
Solo cinco estados ejecutaron personas el año pasado. Sobre Florida y Texas recae casi el 60 % del número total de ejecuciones llevadas a cabo en 2023. Las 6 ejecuciones en Florida representaron la cifra más alta en ese estado desde 2014. Con 8 ejecuciones, Texas mantuvo su condición de estado que ha implementado la mayor cantidad de ejecuciones en 2023, y en general desde 1976.
El asunto sigue siendo socialmente divisivo, si bien con una ligera tendencia en contra de la pena. De acuerdo con una encuesta de la Gallup (noviembre de 2023), el 50 % de los estadounidenses cree que la pena de muerte se aplica de manera injusta; y el 47 %, lo contrario.
Los encuestadores aseguran que el dato representa un aumento de 5 puntos en el porcentaje que piensa que se aplica injustamente, considerando mediciones anteriores.
Pero hay otras estadísticas que valdría la pena considerar:
- Entre 1957 y 1972 la mayoría de los estadounidenses la han apoyado. Incluso después de que la Corte Suprema dictaminara que la pena de muerte era inconstitucional, en junio de 1972, la mayoría de los encuestados continuaron respaldándola. Después de su reinstauración, en 1976, el apoyo público creció, llegando a un máximo del 80 % en 1994.
- De 2000 a 2015, entre el 51 % y el 61 % de los estadounidenses pensaban que la pena capital se utilizaba de manera justa, pero desde 2016 el dato ha venido cambiando. A partir del inicio del nuevo siglo, sólidas mayorías de republicanos han dicho sistemáticamente que la pena de muerte se aplica de manera justa. Los demócratas han sido menos propensos a afirmarlo. Apenas alcanzaron el nivel de mayoría dos veces: en 2005 y 2006.
- La filiación partidista sigue teniendo un rol en el asunto. La mayoría de los republicanos (81 %) y una pequeña mayoría de independientes (51 %) la apoyan, pero la mayoría de los demócratas (65 %), no. En 2023 el apoyo a la pena de muerte entre los independientes y demócratas cayó muy por debajo de los promedios recientes de estos grupos, de 60 % y 48 %, respectivamente.
Una encuesta arrojó que el 39 % piensa que no se usa la pena de muerte con suficiente frecuencia; y el 28 %, lo contrario. Los datos están marcados, de nuevo, por la afiliación partidista. El 62 % de los republicanos cree que no se aplica con suficiente frecuencia, el 25 % piensa que se impone en la cantidad adecuada y solo un 10 % con demasiada frecuencia. Al otro lado del pasillo, el 52 % de los demócratas cree que la pena de muerte se aplica con demasiada frecuencia, el 24 % en la cantidad adecuada y el 20 % de manera insuficiente.
Las opiniones de los independientes están mucho más divididas: el 37 % dice que no es suficiente, el 32 % que la cantidad es correcta y el 26 % que es demasiado frecuente.
Pero el apoyo a la pena de muerte para los asesinos convictos persiste entre los estadounidenses, si bien con niveles un poco más bajos que en el pasado.
Pie en el estribo
El caso de Kenneth Eugene Smith alcanzó notoriedad internacional debido a los pronunciamientos de Naciones Unidas, en particular del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Turk. “Lamento profundamente la ejecución de Kenneth Eugene Smith en Alabama, a pesar de las serias preocupaciones de que este método novedoso y no probado de asfixia con gas nitrógeno pueda equivaler a tortura o trato cruel, inhumano o degradante”. La Unión Europea se le sumó. El nuevo método de ejecución, dijeron, era “un castigo particularmente cruel e inusual”.
Contrariamente, las autoridades de Alabama aseguraron que no sufrió. La gobernadora, Kay Ivey, expresó: “La ejecución se llevó a cabo legalmente mediante hipoxia de nitrógeno, el método solicitado previamente por el señor Smith como alternativa a la inyección letal. Por fin, el señor Smith obtuvo lo que pidió y este caso finalmente puede cerrarse”. El fiscal general del estado, Steve Marshall, dijo que el empleo de nitrógeno “tenía como objetivo ser, y ahora ha demostrado ser, un método de ejecución eficaz y humano”.
Para completar el cuadro, los partidarios de la pena se preguntaron si hubo preocupación por el trauma, los dolores y los horrores causados a Elizabeth Dorlene Sennett, asesinada en 1989 a punta de cuchillo por dos sicarios. El forense testificó que fue apuñalada “ocho veces en el pecho y una vez en cada lado del cuello, y que había sufrido numerosas abrasiones y cortes”. Tenía 45 años.
Pero queda en pie otra interrogante, acaso la más importante: si esta nueva forma de ejecución se implementará en los estados que hoy siguen aplicando la pena de muerte.
Alabama posee una de las tasas de ejecución per cápita más altas del país, aunque sin llegar a la de Florida o Texas. Actualmente tiene a 165 condenados esperando en el corredor de la muerte.