Robert Johnson fue un compositor, guitarrista y cantante de blues afroamericano. Nacido en el Sur profundo (Hazlehurst, Mississippi, 1911), tuvo una infancia difícil y confusa, conociendo a tres hombres como padrastros antes de cumplir los siete años. Vivió con su madre en varias plantaciones en la región del Delta del Mississippi.
La mayor parte de su juventud la pasó en Robinsonville, Mississippi. Allí aprendió a tocar la armónica antes de incursionar en la guitarra y entró en contacto con maestros del blues como Willie Brown (1900-1952), Son House (1902-1988) y Charley Patton (1891-1934), este último considerado el padre o el rey del Delta blues.
Pero ninguno quedó impresionado con su talento y su manera de tocar. Cuentan que frecuentemente era abucheado en los centros nocturnos donde se presentaba, los mismos que definirían su vida bohemia entre el whisky, el humo y las mujeres.
La encrucijada con el Diablo
Pero un día decidió alejarse. Según la leyenda, en una encrucijada de cuatro caminos polvorientos, Robert Johnson se arrodilló e invocó al Diablo. Levantó con sus brazos la guitarra, Lucifer la tomó y se la afinó.
A cambio de su alma, el Diablo le otorgaría la grandeza musical. Ese fue el trato. Pero solo le daría ocho años más de vida.
Una preciosa leyenda con raíces en las que se mezclan la cultura del Sur profundo y su religiosidad, episodios de la vida personal del músico y narrativas del góspel de los esclavos.
En realidad, de acuerdo con varios historiadores de la música, lo que hubo detrás fue su trabajo con Ike Zimmerman (1907-1967), primero practicando la guitarra sobre tumbas en el cementerio de Beauregard a fin de no molestar a los vecinos y luego trabajando juntos en varios espacios públicos durante algo más de un año.
También fue resultado de la amplia variedad de influencias musicales a las que estuvo expuesto durante todo ese tiempo, incluyendo los estilos de punteo de una sola cuerda y otras variantes del guitarreo en el Sur de Estados Unidos.
Cuando regresó a su pueblo, Johnson era otro. Dicen que dejó boquiabiertos a los espectadores, nunca antes habían visto/escuchado nada semejante. Había logrado lo que en música se llama una síntesis formidable. Algo distinto y diferente. Era la fundación del blues y el rock modernos –pero eso entonces no se sabía.
El final
Hasta su muerte misma estuvo marcada por esa dualidad mito/realidad. En 1938 el Diablo recuperó lo que era suyo después de aquel trato en la encrucijada. Tenía solo 27 años.
Según refiere la historia, Robert Johnson murió en 1938 al beber de una botella de whisky con estricnina. La tradición oral sostiene que estaba tocando en un baile del condado en Greenwood, Mississippi, cuando una mujer le puso la botella en la mano. En algunas versiones, era la esposa de un marido engañado, el dueño de un bar que, celoso, logra envenenar a Jonson sin que ella se diera cuenta. En otras, es su propia amante, celosa de otras mujeres, quien lo envenena. Otras aseguran que murió de sífilis.
La madre de Johnson hizo una vez el siguiente relato: “Alguna mujer malvada o su novio le habían dado veneno y ningún médico en el mundo podía salvarlo, eso dicen. Cuando entré donde estaba él, estaba acostado en la cama con la guitarra sobre su pecho. Tan pronto como me vio, me dijo: ‘Mamá, eres todo lo que estaba esperando. Aquí’, dijo –y me dio su guitarra. ‘Toma y cuelga esta cosa en la pared. Eso es lo que me hizo mal, mamá. Es el instrumento del Diablo, tal como dijiste. Ya no lo quiero más’. Y murió mientras yo colgaba su guitarra en la pared”.
Grabó solo 29 canciones entre 1936 y 1937. Y en seis menciona al Diablo. En una de ellas dice: “el Diablo tocó a mi puerta/me saludó/y caminamos juntos”. En vida, solo tuvo una tonada de relativo éxito (“Terraplane Blues”), pero después de que Columbia Records lanzara una colección de sus grabaciones, King of the Delta Blues, en 1961, el hombre y su música alcanzaron una dimensión insospechada. Fue solo el principio. Por buenas razones, lo incluyeron en el Salón de la Fama del Blues (1980) y lo declararon miembro del Salón de la Fama del Rock and Roll (1986).
Desde entonces, y ya para siempre, fue el artista cuya misteriosa voz de falsete y su magistral guitarra rítmica slide influyeron de manera decisiva sobre los cultores del blues y el rock.
Y sigue estando el Diablo. A la misma edad suya murieron otros dioses/diosas de la música surgida bajo su poderoso influjo: Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin, Kurt Cobain y Amy Winehouse.
Excelente!
Crossroad!!!