Elecciones Cuba 2023: ¿algo nuevo?

Apuntaré aquí algunos datos y consideraciones para contribuir a una visión alternativa dentro de las impresiones compartidas en redes sociales y reportajes, con discursos de diverso signo.

Foto: Ernesto Mastrascusa/EFE.

Foto: Ernesto Mastrascusa/EFE.

En estas breves notas me limito a argumentar en qué medida las últimas elecciones de diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en Cuba muestran cambios significativos. No intento defender una tesis, ni opinar sobre lo que yo quisiera que pasara, sino registrar esos cambios, en lo que distingue a este proceso, es decir, en sus propios términos.

Dado el breve espacio y la índole de esta publicación, apuntaré aquí algunos datos y consideraciones para contribuir a una visión alternativa dentro de las impresiones compartidas en redes sociales y reportajes, con discursos de diverso signo, prevalecientes en la formación de la opinión pública.

En general, esos discursos no explican el funcionamiento del sistema político, y sobre todo, soslayan diferencias y matices que pueden encontrarse en el examen ecuánime de los datos disponibles sobre candidatos y resultados de la votación. Aunque he analizado en otra parte las últimas tres elecciones, en 2008, 2013 y 2018, la comparación exhaustiva con estas sería materia de otro texto.

La dimensión de la ANPP en 2023 se redujo de 605 a 470, es decir, 22,3 % escaños menos. Esta reducción se basó en la norma establecida en la Constitución de 2019, según la cual, a cada 30 mil habitantes o fracción mayor de 15 mil, en cada municipio, le correspondería un diputado.  

En el proceso de conformación de la ANPP,  el voto popular, desde 1992, ha jugado un papel en dos momentos decisivos. El primero, al elegir a los delegados de base, nominados públicamente en candidaturas abiertas y votados en sufragio directo y secreto, que constituyen la cantera para la mitad de la ANPP. 

El segundo, al confirmar o rechazar, mediante sufragio directo y secreto, la selección que previamente hacen las organizaciones de masas, las asambleas municipales y las comisiones electorales a nivel municipal y nacional.

Según los datos provistos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), unos 19 mil precandidatos formaron la lista de partida, conformada por 12 427 delegados municipales elegidos en todo el país, y por las propuestas de las organizaciones y las comisiones electorales. 

Esta lista se redujo a 4 mil, que fueron la cantera de nominados. Debatida en 900 reuniones entre las organizaciones de masas, las Asambleas Municipales del Poder Popular, y las propias comisiones, esta lista se redujo a los 470 escaños de la nueva ANPP. 

De manera que, la proporción entre precandidatos y cada escaño fue de 40. Este proceso de filtrado, no el de la candidatura abierta, es el decisivo en la configuración de la nueva ANPP.

A esta configuración correspondían 221 delegados de base, originalmente nominados y votados de manera abierta, casi la mitad (47,02 %)  de la recién constituida X Legislatura. Según el CNE, las organizaciones de masas y las comisiones propusieron y eligieron a otros 249. Como apunté arriba, en un proceso que se caracteriza por nominar y al mismo tiempo elegir una candidatura, que el voto popular se limita a confirmar.  

En comparación con elecciones anteriores, la proporción de delegados de base en esta nominación fue la misma (47 % en 2018). La principal diferencia estuvo en los encuentros entre esos 470 nominados y sus electores en cada municipio. Estos tuvieron una extensión e intensidad diferentes a otros años. 

Durante siete semanas, entre el 6 de febrero y el 24 de marzo, todos los nominados visitaron los municipios que representarían en la ANPP. En el actual contexto de crisis, estos intercambios entre electores y nominados no tuvieron un sesgo ceremonial, sino que abrieron otro estilo y, posiblemente, un compromiso real y estrecho entre municipios y diputados.

Votos: lo macro

Como se sabe, en estas elecciones votó más de 75% del padrón electoral. 

La provincia con menor participación electoral fue, como era de esperar, La Habana (65 %). Le siguieron Holguín (72,8 %) y Guantánamo (73,8 %). Las de mayor asistencia a las urnas fueron Ciego de Ávila (86,1 %) y Matanzas (83,88 %). Estas dos provincias fueron también las que menos votaron en blanco: Matanzas (4,.57 %), Ciego (4,98 %); junto a Camagüey (4,99 %). 

Las que más votos en blanco depositaron fueron Pinar del Río (8,22%), Holguín (6,9%), Villa Clara (6,82%) y S. Spiritus (6,69% ). Todas por encima de las más abstencionistas, La Habana (6,66%) y Guantánamo (5%). 

Las de más votos anulados fueron Mayabeque (5,84 %) y La Habana (5,1 %). Las de menos, Guantánamo (1,98 %), Santiago (2,44 %), Granma (2,52 %), Holguín (2,75 %), Ciego de Ávila (2,82 %) e Isla de la Juventud (1,66 %). 

El voto en blanco puede tomarse por desacuerdo o desaprobación, malestar ante la situación económica; es decir, como voto de castigo, como suele llamársele. También puede ser voto de oposición a esos candidatos. O al sistema como tal. 

En cuanto al voto anulado, este es todavía más incierto, y no puede sumarse mecánicamente a los votos en blanco. Cualquiera que haya visto un conteo de votos, sabe que escribir una frase en la boleta, no importa lo que diga, conlleva la anulación. He visto boletas anuladas por decir que “voto No porque esta Constitución no tiene un artículo que proteja a los animales” o “apoyo totalmente este Código de la Familia.”

En efecto, si uno observa detenidamente las diferencias entre las provincias, se encontrará que abstención, voto en blanco y voto anulado no están en línea en la mayoría de los casos, como sería lógico si todos expresaran oposición política al gobierno o al sistema. 

Me pregunto cómo se interpretan los resultados en cualquier otro país, donde votar no es obligatorio, igual que aquí: ¿esos que no van a votar, no votan por ninguno de los candidatos, o escriben en las boletas, se cuentan como oposición al sistema?

Algunos observadores han apuntado que “los diputados fueron elegidos por 71 % de los votos válidos emitidos (o sea, por los que no fueron en blanco ni nulos).” Pero, naturalmente, hubo candidatos que fueron elegidos con una votación más baja que 71 %. 

En cuanto a la cuestión del voto unido, casi todas las provincias, con excepción de La Habana y Artemisa, alcanzaron más del 70 % del voto por todos los nominados. Sin embargo, los datos sobre las provincias que más y las que menos siguieron esta consigna arrojan una configuración significativa. 

Los territorios que quedaron por encima del voto unido nacional de 72,10 %, fueron Isla de la Juventud  (77,4 %),  Las Tunas (76,2 %), Granma (75,4 %)  Guantánamo (74,0 %), Santiago de Cuba (74,4 %), Sancti Spíritus (73,37 %), Villa Clara (73,85 %) y Pinar del Río (73,33 %). 

Las que menos votaron  por la candidatura completa fueron La Habana (68,45 %),  Artemisa (69,82 %), Matanzas (70,11 %), Ciego de Ávila (70,28 %), Camagüey (70,30 %).

Si se observan detenidamente estos dos grupos, y se compara con las configuraciones de abstención/voto en blanco/voto nulo, se encontrará que La Habana resulta coherente, pero otras no tanto. 

Por ejemplo, las provincias con mejores índices de participación y votos válidos, Matanzas, Ciego de Ávila y Camagüey emitieron menos votos unidos, mientras que estuvieron entre las que menos votaron en blanco. Es decir, votaron más, mejor, pero al mismo tiempo, más selectivamente.

Estos resultados podrían propiciar una reflexión sobre la razón de ser del voto unido. Especialmente, cuando la lógica del voto no siguió, en muchos casos, la de que “los candidatos menos conocidos” están en desventaja.

Esta aparente incongruencia, que parece reflejar comportamientos contradictorios o caóticos del electorado, pueden tener causas que requieren un análisis más profundo acerca del comportamiento politico en las diversas regiones, y que no solemos hacer.

El voto: lo micro

Si se examina de cerca la estructura del voto, es posible observar quiénes resultaron los más y los menos populares.

De todos los candidatos, los que más votos reunieron a nivel nacional, con 92 % del voto válido o más, fueron: 

Al recorrer la lista de 48 candidatos con 91% o más de votos en todo el país, se advierte que 38, es decir, 79%, de este selecto grupo fueron mujeres.

Por lo general, los candidatos que residen en los municipios fueron los más populares, pero también los menos populares. Tampoco aquí se cumplió la lógica de que los más votados eran los más conocidos. 

Por ejemplo, en un municipio de La Habana (Plaza), donde los candidatos más conocidos obtuvieron menos de 80 % de los votos, el representante de una asociación religiosa de origen africano, que carece de proyección pública, y en la zona de la capital con menor legado de la santería, fue el más votado, con casi 90 % de los votos. 

En cambio, el representante de una asociación de la religiosidad popular en una zona de clase trabajadora (Centro Habana), obtuvo la menor cantidad de los votos del municipio, mientras que la candidata con mayor sufragio resultó ser una artista de un género bastante poco popular en esa zona de la capital. Al mismo tiempo, ninguno de los otros 16 artistas que integraron la candidatura, algunos muy frecuentes en la TV, obtuvo la mayor cantidad de votos en sus respectivos municipios.

Por otra parte, entre los los menos votados por municipio a nivel del país estuvieron algunos muy conocidos entre sus electores: un dirigente provincial del PCC, un representante de los sindicatos, una gobernadora, un dirigente religioso. 

Al mismo tiempo, en el mismo municipio donde dirigentes del PCC y del PP local tuvieron menos votos a nivel nacional, el más popular fue un dirigente del Consejo de Ministros, con 91,7 % de los votos. 

Quiénes son los diputados en la ANPP 2023

De los 470 miembros de la nueva ANPP, 303 son nuevos diputados para un total de 64,46 %. Esta tasa de renovación estuvo por encima de la alcanzada en las últimas elecciones, en 2018, donde fueron apenas más del 50 %.  

Resultan relevantes algunos cambios en el perfil de los elegidos respecto a la IX Legislatura. Por ejemplo, en 2018, todo el Consejo de Ministros tenía escaños en la ANPP. En esta, solo hay 13 miembros, lo que representa apenas 42 % del Consejo de Ministros, y 3 % de la Asamblea. 

Por simple inspección, se advierte que hay una presencia más alta de representantes del Poder Popular de los municipios (107); profesores universitarios (21) y maestros (15); dirigentes de instituciones educacionales (22); trabajadores de la salud (31); científicos de las ciencias naturales (13); artistas sin cargos (17). Hay la misma cantidad de militares (23); una cifra un poco menor de cooperativistas agrícolas (15); una proporción similar de religiosos (3).  

El principal déficit es la falta de representación de emprendedores y trabajadores del sector privado. Así como la baja presencia de organizaciones de masas. Estás, cuyo papel se define como clave en la conformación de la candidatura, tienen un peso relativamente menor en su composición. Los 19 diputados que las representan son 4,04 % de la ANPP, frente a 9,25% en la ANPP saliente.

La caracterización sobre el perfil de los diputados, sin embargo, requiere profundizarse más y con elementos cualitativos más detallados, que no se contienen en esta simple fotografía. 

A reserva de volver en otro momento sobre el nuevo Consejo de Estado, y a los cambios en el Consejo de Ministros, para ponerlos en perspectiva, sólo apuntaré, brevemente, antes de terminar, un par de consideraciones… 

Renovaciones y continuidades

El Consejo de Estado, con 21 miembros, se renovó en 43 %, incorporando a un dirigente de la biotecnología, una trabajadora social, una presidenta municipal y otra de un Consejo Popular, una directora de hospital, una directora de empresa del sector energético, una atleta paralímpica, un dirigente del gremio de los economistas, un dirigente estudiantil y un historiador.

Afirmar que no cambió, porque “la plana mayor” sigue estando envejecida y es la misma, resulta más una declaración a priori, basada en expectativas, que una valoración política fundamentada. 

Como tampoco lo es conferirle a la edad del presidente del Consejo de Estado la evidencia de que nada puede cambiar, cuando los otros dos miembros de la presidencia tienen ambos menos de 60 años. Para no hablar de los demás integrantes del Consejo, en particular, las mujeres y los nuevos, que aportan sus visiones y experiencias locales de fuera de la capital.

En cuanto a los cambios en el Consejo de Ministros, me limito a recordar que este Gobierno recién electo está encabezado por el mismo presidente, en su segundo mandato. 

Cuando Raúl Castro tomó posesión como presidente, en 2008, cambió a 12 ministros, 9 de ellos el equipo económico del gabinete. A pesar de que era el mismo partido, como todos sabemos, hizo todos esos cambios, que afectaron a algunos designados por Fidel Castro. No fue tanto así en su segundo término. 

Cuando Díaz Canel tomó posesión, incorporó a 11 nuevos ministros al gabinete de 33 cargos. Del equipo de ministros y presidentes de organismos centrales con que él inauguró su primer mandato en 2018, quedan en el recién nombrado Consejo de Ministros, 8 miembros. Los restantes integrantes del gabinete fueron reemplazados en los últimos cinco años; en algunos casos, como el Banco Central, más de una vez. De los 4 ministros reemplazados en 2023, 3 estaban en el gabinete desde el gobierno de Raúl Castro.

La primera cuestión de fondo es si existe, esta vez, la voluntad política, al más alto nivel, de convertir a la ANPP en una institución cuyo peso en la política nacional corresponda con la nueva Constitución, y que esté a la altura del momento actual. 

La segunda es, si en su segundo mandato, el actual presidente hará del legado de Raúl Castro, y de su impronta reformista, el fundamento de la llamada continuidad. Una continuidad que sólo puede hacerse políticamente eficaz cambiando todo lo que debe ser cambiado.

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