Hurgando entre documentos desclasificados estadounidenses y conversando con protagonistas y expertos vietnamitas, surgen conexiones inesperadas.
Cuando Walt Rostow y otros asesores de Kennedy argumentaban que para contrarrestar “el fiasco de Bahía de Cochinos” había que jugar fuerte en Indochina, se referían a evitar que “el efecto dominó comunista se tragara al sureste asiático.” Sin esa jugada, según ellos, iban a parecer “blandos con el comunismo” y podían perder las próximas elecciones, no precisamente en Florida, sino en todo el país.
Para jugar duro en América Latina, diseñaron un paquete de ayuda económica y reformas inducidas, convoyado con contrainsurgencia, que buscaba evitar “otras Cubas” en el hemisferio. Ligado a esa estrategia, concibieron un programa de refugiados cubanos descomunal, como nunca ocurrió con ningún otro país.
En Indochina, esa geopolítica los llevaría a una intervención militar tan desastrosa que dejaría chiquita a Playa Girón. Finalmente, terminaron diseñando un programa de refugiados vietnamitas, solo comparable al que, entre 1961-73, había sacado casi medio millón de cubanos, y que traería a EEUU la misma cantidad de vietnamitas entre 1980 y 1997.
Gracias a esas políticas, las segundas áreas urbanas con mayor concentración de cubanos y de vietnamitas fuera de La Habana y de Hanoi están en los condados de Dade en el sur de Florida y de Orange en el sur de California.
La gran diferencia entre ambas políticas vino después. La que hicieron hacia Vietnam luego de la derrota tenía raíces domésticas, más que geopolíticas. Estaba dictada por el trauma de 58 mil muertos, bajas y 200 mil heridos y lisiados físicos, vivo en la mentalidad estadounidense. La búsqueda de los restos de soldados perdidos en acciones combativas y los posibles prisioneros de guerra retenidos en Vietnam empujaron a un consenso bipartidista excepcional. Dos veteranos de la guerra, convertidos en políticos, el republicano John McCaine y el demócrata John Kerry, capitalizaron ese consenso.
Por su parte, los vietnamitas estuvieron dispuestos a negociar, también por razones de política interna. Las minas antipersonales no detectadas y los efectos del agente naranja habían dejado heridas abiertas en su sociedad, cuyas pérdidas humanas y materiales se contaban por millones de víctimas y de kilómetros cuadrados de tierra arrasada. Sobre esas agendas, se sentaron a negociar y a cuadrar una normalización de relaciones muy compleja y difícil.
¿En qué medida la emigración vietnamita encaja dentro de esta relación bilateral? ¿Cómo se vincula al proceso de reformas económicas y políticas conocido como DoiMoi (Renovación)?
Los más de 2 millones de vietnamitas americanos son parte de los 4,5 millones de ViệtKiều (vietnamitas viajeros), también llamados “de ultramar,” residentes en EEUU, Francia, Australia, Canadá, Taiwán, Cambodia, Japón, y otros quince países. Algunos se habían ido antes de 1975. Otros, especialmente militares y funcionarios de Vietnam del Sur, partieron en 1975, con la caída del régimen de Saigón. Desde 1978, la crisis económica produjo una explosión de balseros, que condujo al Programa de Salida Ordenada, acordado por Vietnam y EEUU, con el auspicio de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Por esta vía, más de 600 mil vietnamitas salieron hacia 40 países, especialmente vecinos, si bien la mayoría (450 mil) se enrumbaban hacia EEUU.
En su momento, hubo un fuerte lobby anti-normalización EEUU-Vietnam, formado por un bloque anticomunista de ex-funcionarios y militares saigoneses, y de políticos norteamericanos críticos de los derechos humanos en Vietnam. Todavía existente, aunque sin la visibilidad de antaño, ese lobby nunca respondió, sin embargo, a la necesidad de legitimar la política de EEUU hacia Vietnam, como ocurrió con el exilio cubano hacia la Isla. De hecho, el gobierno de Carter tuvo la intención de restablecer relaciones, lo que se vio obstaculizado por la intervención vietnamita contra el régimen represivo de los khmer rojos en Cambodia, en 1979, así como por sus demandas para compensar los enormes costos de la guerra.
Los vietnamitas llegados a Estados Unidos en las últimas dos décadas han hecho crecer 78% a la comunidad vietnamita americana. Pero ni antes ni ahora esta se ha caracterizado por alcanzar posiciones o relevancia en el gobierno de EEUU. Muy pocos han desempeñado cargos designados o electivos a nivel nacional. Ahora mismo, solo Stephanie Murphy, nacida en Ciudad Ho Chi Minh, ocupa un escaño en la Cámara federal, representando a un distrito de Florida con mayoría blanca y solo 4% de asiáticos.
La mayor base electoral de la comunidad, unos 200 mil, radica en el corazón del condado de Orange, California, identificado como “Little Saigon”. Su única representante en la Cámara durante diez años no se apellidaba Nguyen, sino Sánchez, una demócrata mexicano-americana, reemplazada en 2017 por otro político, también mexicano-americano. En la legislatura y los gobiernos locales de California, como Orange, San José, San Francisco, Los Angeles; así como Houston y Dallas, en Texas, cuentan como electores, aunque raramente ocupan escaños.
Algunos observadores reconocen que la mayoría de esos electores —incluyendo a sus líderes religiosos budistas—, no simpatizan con el Partido Comunista de Vietnam (PCV), aunque señalan que no son hoy un factor político significativo en la relación bilateral. Esos sectores recalcitrantes, dicen ellos, “cuyo reloj se paró en 1975, continúan haciendo ruido, pero no tienen mayor capacidad de influencia en el gobierno de EEUU o en las relaciones de otros vietnamitas con Vietnam.”
Otros observadores entrevistados aprecian que la minoría favorable se acrecienta, pero juzgan que el principal obstáculo en las relaciones bilaterales sigue estando entre los vietnamitas americanos que rechazan al gobierno de la RSV. Estos observadores apuntan que “Vietnam debería adoptar políticas que facilitaran la reconciliación con este grupo,” como sería, por ejemplo, lanzar un programa de búsqueda y recuperación de restos de soldados saigoneses perdidos en acciones combativas, según se ha hecho con los estadounidenses.
La política de Vietnam hacia los ViệtKiều
La mayoría de los expertos vietnamitas entrevistados respecto a la normalización de relaciones con EEUU, acordada en 1996, subraya que el diálogo con los ViệtKiều se inició antes y se ha ido desarrollando al margen de las relaciones entre los dos gobiernos, ya que se trata de un problema de política interna, más que de relaciones exteriores.
La Constitución de 1992, por ejemplo, afirmaba que “el Estado protegerá los intereses legítimos de los vietnamitas residentes en el extranjero…para mantener estrechos vínculos con sus familias y la tierra natal, y contribuir a la construcción nacional.” (Art.75) Ese artículo constitucional, fruto de una política elaborada por el liderazgo del PCV, no se limitaba a “que los vietnamitas de ultramar inviertan en el país.” (Art. 25).
Las consignas de esta política reforzaban el vínculo nacional y la armonía. “Somos una misma familia”. “El pasado debe quedar atrás”. “Todos somos vietnamitas.” “Trabajemos juntos para construir un nuevo Vietnam”. Su propósito era hacer que los ViệtKiều “conocieran al nuevo Vietnam.”
A pesar de que los exiliados del régimen de Saigón no querían oír hablar de regreso, porque temían “la venganza del Vietcong,” la política vietnamita se dirigió a normalizar relaciones con todos los ViệtKiều, con independencia de sus posiciones ideológicas. La Resolución 36 del Buró Político del PCV, en 2004, reconocía sus derechos a los servicios del Estado y privilegios como ciudadanos.
La institución que los ha incorporado es el Frente de la Patria, una sombrilla de organizaciones de masas, sindicatos, pioneros, jóvenes, grupos religiosos, “base política de poder popular”, que promueve “la solidaridad” y la “unidad política y espiritual”, que supervisa la actividad del gobierno, se preocupa por la reducción de la pobreza, la participación de las masas y la movilización popular, e interviene en la nominación en el proceso electoral. Este Frente, que incluye a los ViệtKiều, organiza celebraciones de las fiestas del Año Nuevo Lunar (el Têt) con la participación conjunta de viajeros y residentes; les informa sobre el curso de las reformas, el desarrollo económico, político y social, y sobre las oportunidades de inversión extranjera; y recoge sus inquietudes y opiniones.
Aunque los primeros en regresar fueron los hombres de negocios y los artistas, el caso más conspicuo fue el del ex-presidente de Vietnam del Sur en 1975, Nguyen Cao Ky, quien decidió visitar la nación en 2004, y apoyar la independencia y la unificación.
En cuanto a los exfuncionarios del antiguo régimen, se les ha dado la bienvenida, “siempre que vengan en paz”. Según algunos observadores entrevistados, “antiguos combatientes y sus carceleros se cruzan en las calles. Mientras respeten la ley, son ciudadanos vietnamitas, tienen hijos, familia.” Como se sabe, la ley es muy estricta en cuanto a prohibir cualquier intento de cambio del sistema político, incluyendo la existencia misma de medios de comunicación antigubernamentales.
En el contexto de la política de reformas denominada DoiMoi (Renovación), iniciada en 1986, los ViệtKiều se han convertido en actores económicos que participan en los negocios y envían remesas. Estas tienen un peso en el crecimiento económico del país. En 2004, cuando se emitieron las leyes de promoción de inversión doméstica y extranjera directa, las remesas alcanzaban 3.200 millones USD.
Muchos mayores de edad prefieren retirarse a su país de origen a vivir la parte final de sus vidas. Los ViệtKiều pueden comprar casas y adquirir negocios en el país. Cuando deciden invertir, eligen si lo hacen como inversionistas nacionales o extranjeros, ya que Vietnam reconoce a los que han adoptado otra ciudadanía. Los que viajan con pasaporte vietnamita no necesitan ningún trámite adicional, no requieren visa y pueden permanecer el tiempo que decidan. También reciben un tratamiento especial en los controles de aduana.
Algunos expertos opinan que los hijos del grupo emigrado a partir de 1975 tienen una actitud diferente hacia la patria de sus padres. En contraste con estos, los de segunda y tercera generaciones visitan Vietnam más a menudo. En términos sociales y políticos, esas generaciones mejor educadas se mantienen interesadas en su país de origen. Algunos van a enseñar o a hacer investigaciones en Vietnam; y a menudo se casan con residentes permanentes en la RSV.
Se aprecia especialmente el aporte de los jóvenes educados en el exterior. Científicos que trabajan, por ejemplo, en Silicon Valley, son invitados a compartir su conocimiento con los residentes permanentes y sus instituciones, lo mismo que los artistas y cineastas. Esta política forma parte del intercambio científico y cultural, y se integra al esquema de prioridades establecido por el DoiMoi. En general, la política hacia los ViệtKiều que son profesores y científicos les otorga un trato especial, que incluye incentivos para motivarlos a trabajar en Vietnam. Las instituciones vietnamitas estiman que su mentalidad acerca del país cambia a partir de lo que encuentran y ven con sus propios ojos.
Al perfilar el papel incluyente del Frente Patriótico, la reforma constitucional de 2013 precisa el lugar de los ViệtKiều en el sistema (Art.9): “El Frente de la Patria de Vietnam es una alianza política y una unión voluntaria de organizaciones políticas, sociopolíticas, sociales, y de individuos, que representan sus clases sociales y estratos, etnias, religiones y a los vietnamitas de ultramar… Constituye la base política del gobierno del pueblo; representa y protege los derechos e intereses legales y legítimos del Pueblo; reúne y potencia una gran solidaridad nacional, practica la democracia y fomenta el consenso social; practica la supervisión y la crítica social; participa en la construcción del Partido, el Estado e involucra al pueblo en las actividades de relaciones exteriores, y contribuye a la construcción y defensa de la Patria.”
Ese lugar de los ViệtKiều en el sistema no se sostiene en formulaciones jurídicas sobre la ciudadanía, utilitarismo económico, o ligadura a las relaciones con EEUU. Se trata de toda una concepción política, que en lugar de darles un trato aparte, los integra a un sistema y a un orden que le otorga un sentido específico a la unidad nacional. En vez de abstracciones jurídicas, símbolos patrios, o llamados a la reconciliación, esta concepción se expresa en una visión de largo alcance, culturalmente pensada y ejercida como política de Estado.
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Fuentes consultadas por el autor para la elaboración del texto:
Entrevistas a actores y expertos en relaciones entre Vietnam y EEUU. En Rafael Hernández, Vietnam, China and Cuba Foreign Policies towards de U.S. A Comparative Analysis in Conflict/Cooperation. IDE, Japan, 2015.
Constitución de la República Socialista de Vietnam (1992).
Constitución de la RSV reformada en 2013.
Datos sobre vietnamitas americanos en EEUU.
Muy buen artículo. Muy buena información. Coincide con lo que he señalado: No hay un lobby fuerte en las estructuras políticas yanquis contra Vietnam, como si ocurre en el caso de Cuba.