El año 2023 será el séptimo que escribo esta columna en OnCuba, siempre cada quince días, puntualmente, salvo algún hecho fortuito que por fuerza mayor me lo impidiera. Casi siempre el primer artículo de cada año ha estado enfocado en hacer balance sintético de lo que pasó en el recién terminado y en mirar el año que comienza.
Siempre trato de escudriñar las razones que nos permitirían avanzar y aquellas otras que se alzan en contra de los posibles avances. Casi siempre hay números y datos, y aparecen puntos discrepantes con algunas de las predicciones de las autoridades que manejan, o al menos administran, la economía nacional, y también con algunos de sus conceptos.
El artículo de hoy será algo diferente.
El Ministro de Economía hizo una presentación pormenorizada de lo planeado para 2023 y de las expectativas de crecimiento global, así como del comportamiento de las principales variables para el año que comienza.
Aunque estoy convencido de que la economía es muy importante y resulta muchas veces decisiva, creo que sobre ella pesan aspectos contradictorios del proceso de la reforma/actualización, iniciado hace ya muchos años, y que constantemente generan nuevos reclamos.
Triunfalismo vs. realidad
Las autoridades proclaman la necesidad de la discrepancia y la crítica; pero a menudo se desoyen esos enfoques. Se descalifica a los discrepantes y a los críticos. Se les ningunea y sigue cultivándose el árbol de la complacencia, de los informes “sinflictivos” y los reportajes triunfalistas, aunque existan excepciones.
Este año, como en anteriores, según ciertos reportajes, todas las provincias han tenido desempeños exitosos pero increíblemente el país no avanza al ritmo que se necesita y las colas se mantienen firmes. Igual ocurre con nuestros ministerios. Parece que son las provincias y los ministerios de otro país y no los de este en el que vivimos y que atraviesa una crisis que no consigue rebasar.
Hoy tenemos una burocracia experta en construir metodologías, que no llega siquiera a entenderlas bien; pero que es capaz de subordinar las “urgencias estratégicas” a aquellas y que evalúa su éxito —el de esas metodologías— por la cantidad de reuniones e informes realizados “en tiempo y forma”, y por la cantidad de proyectos asociados a ellas.
Se ha declarado desde hace mucho que la empresa estatal es el “motor” del proceso de transformaciones/reformas, pero se retrasa la aprobación de la ley de empresas un año más; se crea una estructura organizacional encima de ellas —las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE)— que produce el efecto contrario a la tan repetida y nunca alcanzada autonomía.
Una vez más: sabemos qué y cómo hacer, pero los prejuicios pueden más que las urgencias.
Marcha y contramarcha
En aquella primera versión de la Conceptualización del Modelo Económico y Social cubano de Desarrollo Socialista en 2017 se logró definir que los medios de producción fundamentales son los que garantizan lo estratégico. Luego, en 2021, en la actualización de la Conceptualización…, se puso en manos del ¡Estado! la identificación de cuáles son.
Hoy tenemos tantos “medios de producción fundamentales”, que rebasan la capacidad real del Estado y del Gobierno para manejarlos eficientemente. Todos, absolutamente todos, sabemos que tantos no pueden ser fundamentales.
Se reconoce que el apartado “Ciencia e innovación tecnológica” debe ser uno de los pilares del desarrollo, pero se sigue invirtiendo más en el “comercio estatal” que en ciencia e innovación tecnológica.
Sabemos que una de las causas de la inflación es el excesivo gasto fiscal y su errónea asignación. Pero nos empeñamos en mantener un aparato estatal sobredimensionado y un sistema impositivo que refuerza su carácter rentista y resulta incoherente con la necesidad de “desatar las fuerzas productivas”.
Identificamos que la producción nacional de alimentos es una urgencia estratégica. Pero seguimos sin resolver el problema fundamental de la agricultura, que es el problema de la tierra: se mantienen empresas estatales agrícolas mal disponiendo de las tierras del pueblo, en las manos del peor administrador de tierras que haya tenido Cuba en toda su historia y que mantuvo durante décadas el 50 % de esas tierras sin cultivar, 3 millones, de 6 millones de hectáreas. Todavía hoy mantiene más de 800 mil hectáreas en esas condiciones.
Las mismas empresas estatales siguen sin entender que su principal misión es facilitar que los campesinos produzcan en lugar de utilizarlos como materia prima para mal rentabilizar su funcionamiento.
Propiedad privada e inversión extranjera
Nuestra Constitución dice que la propiedad privada es necesaria en el esfuerzo por construir el futuro. Pero le recortamos sus espacios en el presente y constantemente hacemos crecer la desconfianza desde ambos lados.
Declaramos que la inversión extranjera es estratégica para el desarrollo. Pero no acabamos de hacer volar en pedazos procedimientos que hoy sabemos perfectamente que ralentizan los procesos de aprobación y alejan a los inversionistas, asustados ya por la Ley Helms-Burton y a expensas de su aplicación.
Se sabe lo que hay que hacer y además se sabe cómo hacerlo.
La deuda que nos asfixia
La deuda nos estrangula y nos quita oportunidades cada día. Tenemos todo lo que hace falta para renegociarla y han existido propuestas de qué y cómo hacerlo. Pero no se dan señales suficientes sobre la decisión de resolverla.
Repetimos una y otra vez la “voluntad” de construir mejores relaciones con la emigración. Pero las políticas hacia ella siguen secuestradas por viejos prejuicios y no logran la proactividad necesaria para sumar a la inmensa masa de cubanos emigrados a un proyecto de país en el que todos contribuyan como uno solo.
Aquí también, hace mucho, se sabe qué hacer y cómo hacerlo.
Municipios dependientes
Identificamos la gestión local como decisiva para el desarrollo. Pero los municipios y las provincias siguen secuestrados por el enfoque sectorial.
En la inversión extranjera, por ejemplo, aun pequeñas inversiones tienen que ser sometidas a la aprobación de los ministerios correspondientes en un largo proceso, para después esperar la decisión de una comisión que coordina el Mincex. Tampoco deciden ellos, los municipios, sobre el uso de la tierra, la misma que se encuentra muchas veces sin cultivar mientras el municipio debe “importar” sus alimentos desde otros.
Las “conquistas” preteridas
Sabemos que la salud y la educación son los pilares de nuestra construcción social. Comprobamos durante la pandemia cuán importante es tener un sistema de atención primaria sólido.
Sin embargo, se prefiere invertir mucho más en hoteles, a sabiendas de que la recuperación de la inversión puede demorar más de vez y media el tiempo planeado, y que con la cantidad de habitaciones que teníamos en 2018 podemos atender casi tres veces la cantidad de turistas que arribaron a Cuba en 2022.
Sin una fuerza de trabajo bien instruida y saludable nunca alcanzaremos el desarrollo.
Sin un sistema de educación y de salud sólidos, modernos, adecuados a nuestros tiempos y con alta calidad en los servicios, no tendremos la fuerza de trabajo imprescindible para alcanzar la visión de país que hace más de un lustro aprobamos.
La Revolución, allá en sus inicios, invirtió más de diez años en construir esas dos columnas que sostuvieron la igualdad alcanzada y promovieron la movilidad social.
“Trabas” que gozan de buena salud
Se ha puesto de moda la “identificación de trabas”. No hay discurso ni intervención en el que la frase no sea usada y se acompañe casi siempre de aquella otra que invita a “acabar con la burocracia”. Abundan los expertos “cazadores de trabas”.
Ocurre, sin embargo, que luego de la “cacería”, las trabas siguen gozando de buena salud, alimentando y alimentándose de la misma burocracia que se pide eliminar.
Existe una empresa en Cuba que ha demostrado una alta resiliencia, una capacidad de adaptación propia de la especie humana, capaz de producir hasta en las peores condiciones y no solo de producir sino hasta de sobre cumplir las metas: la fábrica de trabas.
Es la única fábrica en Cuba que no tiene restricciones de energía ni de recursos de ningún tipo. Trabaja las veinticuatro horas y tiene garantizados sus insumos; entre ellos, prejuicios, costumbres adquiridas en otras épocas, intereses personales disfrazados de preocupaciones por el futuro del socialismo, hábitos y culturas no desaprendidas y miedo, mucho miedo al riesgo que todo cambio produce.
Es siempre raro que quienes tienen en sus manos el poder para eliminarlas o, al menos, reducirlas tanto que su existencia no impida la dinámica de cambios que Cuba necesita, sean los que constantemente repiten y exigen que sean eliminadas.
Esfuerzos y saberes
Faltaría a la verdad si no reconociera además que se ha hecho —y mucho— a pesar de accidentes fatales y sus secuelas de dolor y muerte; de trágicos “regalos” ciclónicos de una naturaleza alterada que destruyó buena parte de Pinar del Río; de la permanente mutación de Trump en Biden, y de todas nuestras ataduras.
Se ha hecho, juntando esfuerzos y saberes, poniendo la ciencia y los que producen junto a los decisores, en un esfuerzo colectivo pocas veces visto. Se ha hecho, es cierto; pero con frecuencia a destiempo, en el orden inadecuado, sin la coherencia necesaria; a veces, incluso, “porque no ha quedado más remedio”.
Que 2023 sea mejor que los tres años anteriores dependerá de nosotros, de entender que la continuidad es también ruptura; que los efectos del bloqueo serán menores si nosotros todos, Gobierno y pueblo, hacemos mejor nuestros deberes; si a sabiendas de que los obstáculos son objetivos no los usamos para hacer crecer trabas, que es la mejor manera de cultivar la inercia.
Dependerá de sumar, más que de restar, de encontrar el mínimo común múltiplo, de dejar hacer y de regular mejor, de promover más que de prohibir, de generar esperanza con hechos y no con consignas repetidas. Dependerá cuánto dejemos de ser para volver a ser.
Sí, esta vez, igual que otras, nos hacen mucha falta alas para alcanzar la nación que nos debemos.
Simplemente brillante y sin tapujos. La verdad cruda y vívida. La burocracia en nuestro entorno es como la materia y se las arregla para seguir pidiendo que otros cambien de mentalidad.
Cómo siempre. Concreto, sintetizado, con ejemplos reales, que ilustran el tema tratado.
Es una pena que a los actuales decisores de Cuba solo les interesa conservar sus privilegios y su poder, ellos son los dueños de la fábrica de trabas.
En Cuba sólo funcionan bien 3 cosas:
El Plan Marabú
La Empresa del Bache y
el Ministerio del Disgusto
… y de forma sostenida
Muy buen artículo
¿Y por qué el compañero Díaz Canel, máximo responsable de los resultados en todos los órdenes, de Cuba no hizo una rendición de cuentas con este contenido y lo que es peor que nadie lo interpeló ni lo cuestionó?
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Buen diagnóstico de la situación en que se encuentra la economía nacional, aunque insuficiente en las propuestas de soluciones concretas. Faltan argumentos sobre las consecuencias de las decisiones que se adoptan a nivel macro.
Super!!!
Excelente articulo. Gracias por la catarsis que comparto.
Espero no nos deje sin sus atinados trabajos
Asombroso que muchos ciudadanos estén presos por expresar estas mismas ideas que el Dr Triana escribe brillantemente y diría que de forma dolorosa.
Excelente ,mis felicitaciones.
Ciertamente un artículo diferente. No se moleste, profe, q de todos modos no nos oyen ¡Que no sea el ÚLTIMO aldabonazo!
Ya han pasado tres meses de este año sería bueno hacer un análisis si en verdad va siendo mejor o estamos en otro año perdido.
Muy atinado.
Si se hubiera ponderado ampliamente las una Economía Social Solidaria en todos los sectores económicos y formas de propiedad, habría otro socialismo renovador:
Será posible aún?