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Hace poco más de treinta años entré al mundo de la dirección por objetivos de la mano de colegas mucho más preparados que yo en esas “técnicas”/“tecnologías”/instrumentos de dirección.
La dirección por objetivos se convirtió por entonces en un recurso moderno de la dirección de todas las organizaciones en Cuba.
En aquellos años se expandió su utilización; se capacitó a casi todos los empresarios y dirigentes de prácticamente todas las instituciones, desde las empresas más estratégicas y decisivas para el país hasta las más sencillas de todas las entidades.
Dirigir bajo la filosofía de la dirección por objetivos se convirtió en la tendencia predominante, casi una moda; luego se hizo norma.
Se creó un grupo en el Ministerio de Educación Superior que atendía este asunto y un grupo de profesores que se ocupaba de ayudar y evaluar la calidad del proceso y de los objetivos en cada uno de nuestros ministerios.
Luego de la institucionalización, vino la burocratización; después, la vulgarización.
De esa manera, la Dirección por Objetivos (DPO) fue deshaciéndose en nuestras manos y perdiendo aquellas virtudes que los propios textos que trataban sobre los problemas de la dirección le reconocieron.
Un Programa desconocido
El X Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba nos trajo la noticia de que el Programa de Gobierno para corregir las distorsiones y reimpulsar la economía —que no conocemos aun cuando tiene más de un año de aprobado— tiene diez objetivos generales, los cuales cito a continuación:
- Avanzar en la implementación del Programa de estabilización macroeconómica.
- Incrementar y diversificar los ingresos externos del país.
- Incrementar la producción nacional, con énfasis en los alimentos.
- Avanzar en el redimensionamiento y desarrollo de la empresa estatal socialista y los restantes actores económicos en su papel complementario.
- Avanzar en el perfeccionamiento de la gestión estratégica para el desarrollo territorial.
- Avanzar en el perfeccionamiento de la gestión de Gobierno.
- Consolidar y desarrollar las políticas sociales, garantizando la protección a personas, familias, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad.
- Avanzar en la implementación de las directivas generales dirigidas a la prevención y reducción del delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales.
- Implementar el Programa de Gobierno para recuperar el Sistema Electroenergético Nacional (SEN).
- Gestionar la ciencia e innovación, la comunicación social y la transformación digital para impulsar las esferas de desarrollo y perfeccionar la gestión del Gobierno.
Espero, imagino, supongo…
Es muy bueno tener un programa. Asumo que este es fruto del consenso alcanzado entre un grupo de funcionarios; que ha sido discutido en las instancias correspondientes tanto del Partido —Comité Central, Buró Político— como en la Asamblea Nacional y en especial en su comisión de asuntos económicos, como también en el Consejo de Ministros.
Imagino que las discusiones en cada una de esas instancias hayan sido tremendas, no solo por la complejidad de un programa de este tipo en cualquier circunstancia, sino también por la difícil situación que existe en nuestro país, lugar en el que debe ser aplicado.
Sería un resultado encomiable un programa que logre identificar las “direcciones principales”, que pueda establecer la secuencia adecuada, la consistencia y coherencia indispensables entre los diversos componentes para que tenga un mínimo de garantías de éxito.
¿Por qué no se hace público?
Lo que vuelvo a preguntarme es, si ya existe, si es producto de un consenso entre los máximos órganos de dirección del país, ¿cuál es la razón de que no se haga público?
¿Acaso no es el pueblo quien, a la vez de llevarlo adelante, tendrá que enfrentar/soportar/sufrir sus consecuencias?
Bien, no conocemos el programa, pero tenemos lo que se llama objetivos generales, citados más arriba.
Recuerdo que quien fuera primero mi decano y luego mi colega, el profesor de la Facultad de Economía y primer director del Centro de Estudios de Técnicas de Dirección de la Universidad de La Habana, el Dr. C. Alexis Codina, en uno de sus artículos, “Rescatando la dirección por objetivos (DPO). En un nuevo contexto” subrayaba dos principios básicos de la dirección por objetivos.
El primero es que la DPO se centra en resultados, previamente definidos en términos de objetivos; el segundo, que las personas se sienten más motivadas y comprometidas cuando conocen previamente lo que se espera de ellas, en términos de resultados, que cuando se lo plantean en términos ambiguos.
Medir el cumplimiento
Pienso que esos diez objetivos generales están enunciados en términos de resultados y, por tanto, supongo que esos resultados son medibles.
De lo contrario, su cumplimiento no puede ser evaluado de forma objetiva.
Imagino que en el Pleno hayan podido discutirse esos resultados a los que se aspira, los indicadores que permitirán medir el avance, las metas a alcanzar y los plazos en los que se alcanzarán esas metas, así como el balance de beneficio y costos de alcanzarlas.
En otras palabras, los objetivos, sean generales o no, necesitan estar concretados en indicadores, en metas a alcanzar en plazos determinados.
En la información del Pleno que se hizo pública no están esos indicadores, metas y plazos por objetivo, pero imagino que los asistentes al Pleno sí hayan sido informados en detalle sobre estos.
Si no fue así, ¿cómo estar de acuerdo con ellos?
Los diputados también
De igual forma, espero que los diputados a la primera sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular de este año, a celebrarse en pocos días, tengan ya en su poder ese documento, para poder estudiarlo en profundidad y contribuir con sus criterios a mejorarlo.
Vuelvo al artículo de mi colega y profesor Alexis Codina, quien, resumiendo las ideas de otro clásico de la dirección por objetivos, plantea:
- No se pueden hacer planes detallados y válidos para su programa o estrategia hasta que usted no sepa exactamente a dónde quiere llegar.
- Cuanto más clara sea la idea de lo que usted trata de lograr, más posibilidades de éxito tendrá.
- Lo importante no es lo que usted haga, sino los resultados que usted obtenga.
- No le diga usted a alguien lo que debe hacer, dígale lo que se espera de él/ella.
- No es posible evaluar resultados si no se comparan con objetivos previamente establecidos.
- En última instancia, el objetivo no es más que una anticipación de un resultado deseado.
Uno de los errores que más se repitieron y aún se repiten cuando se trata de dirigir/formular/diseñar un sistema de objetivos es la falta de integralidad que muchas veces padecen.
Es pensar que se trata de una simple suma de acciones y no de un sistema, por demás, vivo. Yo espero que este sea otro de esos aspectos examinados en el Pleno y por examinar en la próxima sesión de la Asamblea.
No creo que haga falta repetir que estamos en una coyuntura crítica, en que la mejor arma contra nosotros es la debilidad de nuestra economía y su impacto en la vida material y en la conciencia social; que la mayor aspiración de nuestro pueblo es tener a su alcance lo imprescindible para vivir decorosamente.
Sin duda hace falta ese programa de gobierno, pero tanto más hace falta darlo a conocer, dar espacios para que sea criticado, para que la participación popular deje de ser una consigna y se convierta en realidad.
Coincido plenamente en la necesidad de desagregar los objetivos xq al parecer la generalización es tan grande q puede obviar elementos imprescindible para un abordaje sistémico de la profunda crisis económica q enfrenta el país. El programa de estabilización macro, es tan amplio q confunde la mezcla de objetivos macro, meso y microeconómicos, objetivos sociales, gestión gubernamental, etc. dentro del listado. Me parece un verdadero galimatías de objetivos …. Solo me viene a la mente q el q mucho abarca poco aprieta… No sería mas conveniente la aproximación paulatina a la debacles multisistémica q padecemos?