Entre las pocas horas que Cuba estuvo fuera de la lista de países patrocinadores del terrorismo y el regreso tras la firma del flamante presidente Trump, se coló una buena noticia de verdad: haber logrado renegociar la deuda que el país tiene con el llamado Club de París, esa que había sido renegociada en 2015, después de décadas en moratoria.
El retorno de Trump a la Casa Blanca, desde mi perspectiva, incrementará sustancialmente la incertidumbre, el miedo, la precaución de “hacer negocios con Cuba”, de pensar en proyectos de inversión, de abrir líneas de crédito.
Siempre me digo que el ejercicio más fuerte al que tendrá que enfrentarse algún Gobierno cubano algún día será cuando se eliminen las sanciones; cuando algún Congreso estadounidense levante al fin el bloqueo y revoque la Ley Helms-Burton.
Aunque para nada la renegociación con el Club de París compensa que Trump haya hecho sal y agua la tardía decisión de Biden, la novedad nos ofrece una magnífica oportunidad y sus efectos positivos rebasan las fronteras —y las carteras— de los países miembros del Club.
El nuevo acuerdo, del cual apenas se conoce el anuncio, debería ayudar a generar algo de confianza en posibles acreedores de los países miembros y de otros, lo cual es más que necesario si se desea revertir varios años de crecimiento negativo, incluido el actual.
Sin crecimiento no habrá desarrollo posible, ni reducción de la pobreza, ni mejora de la equidad, excepto que se empareje hacia abajo —en lo que sí somos expertos—. Y la prosperidad prometida seguirá siendo, cuando más, como el horizonte, una línea imaginaria que se aleja de nosotros en la medida en que nos acercamos a ella.
Nuestro país está entrampado en un círculo perverso de decrecimiento, motivado, entre otras causas, por esa baja dinámica del PIB, que a la vez condiciona la debilidad del ahorro interno, lo cual conduce a bajas tasas de inversión nacional en un bucle que alimenta nuevamente ese círculo perverso.
Habría que sumar la consabida asignación errónea de los escasos recursos de inversión en sectores donde difícilmente podrán ser recuperados en el tiempo estimado.
No solo inversión extranjera
Incentivar la inversión privada nacional y foránea es una de las vías para romper ese círculo perverso.
Dar al inversionista nacional, privado y/o estatal las mismas oportunidades que de forma discrecional se le otorgan hoy a algunas empresas extranjeras en el sector comercial, en el sector agropecuario o en la pesca y en sectores de la infraestructura debería ser una regla obligatoria, porque Cuba debe crecer con las fuerzas propias también.
Encontrar nuevos socios extranjeros solo hará perdurable el efecto si los “socios nacionales” se suman y son incentivados a sumarse antes que impulsados a apartarse.
El acuerdo con el Club de París podría ser una oportunidad, aprovecharla a tiempo dependerá de la capacidad institucional para convencer a los acreedores extranjeros actuales y futuros.
Dependerá, además, de esa misma capacidad institucional crear incentivos a la inversión nacional, aun cuando sea pequeña, y generar la confianza imprescindible para que esos posibles inversores nacionales se decidan a arriesgar sus dineros en nuestro mercado.
Estamos mal, es muy cierto, pero podemos ir bien. No tenemos que esperar a que “nos dejen hacerlo”; tenemos que hacerlo, aunque no nos dejen.
!00 % de acuerdo, pero eso se sabe desde el mismo dia en que triunfo la revolucion, pero desgraciadamente se a hecho todo lo contrario, tal parece que el pais educado que un dia se soño, se fue a bolina o simplemente los dirigentes no tienen el interes en salir de ese bache, hay que entender que de E.U.A nunca se puede esperar nada positivo y si se quiere prosperar y ser un pais prospero, se tiene que hacer con las fuerzas del cubano, de nadie mas.
Muy de acuerdo con el comentario, excelente.
Tremendo artículo muy bueno muy real sin ofensa a nadie, si seguimos teniendo miedo al dinero que pueden generar honestamente los productores nacionales, que en mi opinión, son la verdadera fuerza que sacaría a cuba de esa situación y que si seguimos la directriz que trataron los creadores de la ideología comunista que es usar lo mejor del capitalismo y el dinero como palanca económica necesaria,no saldremos nunca de ese circulo vicioso. Hemos querido implantar un sistema a capricho y no basándose en la ideología que proponga el estado Cubano. Entonces que?
Cuando la direccion del pais a todos los niveles dejen de comenzar sus analisis economicos hablando de la dificil coyuntura internacional y los efectos del.bloqueo y no se centre en eliminar eso que llaman nuestras propias insuficiencias no se a comenzado a enrumbar la economia por el camino correcto del crecimiento sin discriminaciones de un tipo de propiedad sobre otra.
Si nos dejan, nosotros los cubanos haremos una Cuba nueva , mejor y Socialista……si nos dejan .
El caso, es la total incapacidad del gobierno actual de avanzar en el sentido positivo; si lo evaluamos en el negativo en ese estamos liderando e innovando con creces. Realmente ya no se confía en la institucionalidad para que arregle un problema que esta harto identificado por ellos mismos pero no tienen la capacidad de llevarlo a cabo por dogmalismos y miedo al cambio. Yo se lo achaco a la vejez acumulada que no es experiencia y si estancamiento y brutidad. Este país le hace falta un líder de verdad que alglutine al pueblo en un sentido y decida dejar atrás y cambiar todo lo que debe ser cambiado para tener prosperidad. Cuando dejemos de hacer sociolismo y nos dediquemos a hacer verdadero socialismo a lo mejor avanzaremos. Por ahí hay quien pide una intervención de alguna potencia ya sea los rusos, los chinos o los norteamericanos el caso es romper el ciclo y yo estoy hasta al creer que es lo que necesitamos aunque suene anexionista, porque de lo que si estoy seguro es que el actual gobierno es inepto total.