Es una casa que llama la atención, marcada con el número 255. La fachada, en forma de cubos blancos, recuerda cierta zona del arte concreto. No hay nada parecido en esa cuadra de la Calle 26 entre 21 y 19, en El Vedado, dominada por el eclecticismo habanero, suma de disímiles estilos, el estilo sin estilo.
Luego supe que la instalación, enigmática para mí hasta hace muy poco, en su origen fue una vivienda desprovista de interés arquitectónico, y que había sido remodelada para convertirse en sede de Proyecto Espacios (PE) desde 2015.
Allí funciona el estudio galería LAB.26, que por estos días presenta la muestra Distancias mínimas, un catálogo de lo realizado por el Proyecto Espacios durante 2019 y 2020, período asaz difícil que, no obstante, no detuvo la actividad enfebrecida de este grupo interdisciplinario fundado en 1998 bajo la mirada creativa, desprejuiciada y sensible de la arquitecta Vilma Bartolomé, y con el auspicio del Ministerio de Cultura y el Fondo Cubano de Bienes Culturales.
El nombre de la exposición alude a estos duros tiempos pandémicos, cuando se regula la distancia que debe observarse entre personas, para minimizar las posibilidades de contagio. De modo que hay que hacer una cita previa para acceder a LAB.26. Y allí me fui a conocer, a asombrarme, a admirar.
En el 2020 terminaron obras y proyectos como la Estación Cultural El Carmelo, el restaurante La Torre y la casa de protocolo del Gobierno de La Habana, empeños que tributan a la ciudad capital.
La sede de LAB.26, como puede apreciarse, es, en sí misma, un manifiesto, en lo que a arquitectura se refiere, de los rasgos distintivos del Proyecto Espacios: “esquemas funcionales simples, formas depuradas, estudio de la luz y ventilación natural, incorporación protagónica de la vegetación, trabajo con materiales nobles, reinterpretación en clave contemporánea de los valores arquitectónicos tradicionales…” Las anteriores, son palabras tomadas de los materiales promocionales que uno no puede más que confirmar.
Me llamó la atención en particular el surtido de más de 130 dibujos y prototipos de muebles que están a disposición de inversionistas y clientes —ahora, incluso, particulares— diseñados y fabricados por ese grupo creativo, que acumula cerca de 1200 diseños de mobiliario, en veinte años ininterrumpidos de labor. Estos muebles se ofrecen “a la carta”: basta escoger el modelo y el material en que deben realizarse, casi siempre de importación, para mandarlos a producir a Factoría Espacios, taller enclavado en el barrio habanero de Los Sitios, una de las divisiones de PE. Muchos son diseños que han sido pensados y “probados” en instalaciones hoteleras, restaurantes, oficinas y residencias: sofás, butacas, sillas, banquetas, mesas, camas, muebles para almacenaje, mobiliario exterior de portales y jardines, de cocina y para las habitaciones de los niños. Piezas que aúnan funcionalidad, perdurabilidad y belleza. Y, lo que no es menos importante, en PE se precian de cumplir escrupulosamente con las fechas de entrega pactadas.
Algo de historia
¿Cómo definir a Proyecto Espacios? ¿Un estudio, un gabinete, un laboratorio, un taller? Eso, un taller, pero al modo de los renacentistas, donde confluyen habilidades, saberes y especializaciones diversas en un formato abierto, flexible, y en el cual prima el compromiso con principios muy claros en busca de un objetivo común: la excelencia, ya se trate de proyectar, diseñar o fabricar; de asesorar a otros, de construir, de curar exposiciones, de restaurar… Comprometimiento que se traduce en seriedad, amplitud de miras y entrega apasionada. A los de PE les gusta lo que hacen. Y hacen mucho. Y muy bien.
Le pregunté a Vilma Bartolomé cuál es su cargo. No supo responderme a la primera. ¿Jefa, directora? Dudó un rato. “Mejor pon ‘proyectista general’”. Y es que de uno u otro modo allí todos proyectan, aunque para la organización interna del trabajo se constituyan en tres grupos: diseño, fábrica de artesanía industrial y proyectos. Y en cada renglón prima la juventud de especialistas y operarios, pues PE tiene, además, una vocación de formación y rescate de oficios en vías de extinción.
Aquellos tres o cuatro jóvenes alucinados que en 1998 se encerraron en un garaje y asumieron el reto de proyectar, en solo 72 horas, una habitación para el habanero Novo Hotel, pusieron la piedra fundacional de lo que hoy es un grupo de trabajo y creación sui géneris en nuestro medio, apto lo mismo para asumir un servicio “llave en mano” que para diseñar y fabricar luminarias, proyectos arquitectónicos de exteriores e interiores, diseño comunicacional y asesoría para vincular e interpretar el arte y la cultura cubanos de manera armónica en espacios públicos y privados. Ojo: aquí el término cultura es asumido como una entidad en perpetuo movimiento, que ha de tener raíces reconocibles, pero que se alza contraria a los folclorismos, estandarizaciones y esquemas al uso.
Sería difícil enumerar los muchos empeños proyectados y realizados por el PE desde los inicios, tanto en Cuba como en el exterior. Me gustaría destacar Hotel Inglaterra, La Habana, 1998; Centro Cultural Universitario, UCI, La Habana, 2002; Galería Habana, México, 2004; bar restaurante La Abadía, Malecón de La Habana, 2009; restaurante La Imprenta, La Habana, 2009; Sala de Subastas Retiro, España, 2009; Gran Teatro de La Habana, 2016; Estación Cultural El Carmelo, Línea y 18, La Habana, 2018; Librería y Café Literario Ateneo, Cuba, 2019; Corredor Cultural de la Calle Línea, 2019; Restaurante y terraza interior de Los 12 Apóstoles, La Habana, 2020; Centro Cultural Estrellas del Buena Vista Social Club, La Habana, 2020; y el Centro Cultural La Colina, Regla, La Habana, 2021.
Según Vilma Bartolomé, el Corredor Cultural de la Calle Línea “es un proyecto de renovación urbana, observado desde la cultura” y se propone “rescatar el espacio público a lo largo de toda Línea”. Este es, probablemente, uno de sus trabajos más conocidos. Tres kilómetros de extremo a extremo donde se hallan instituciones de referencia nacional, como los teatros Mella y Trianón (sede del grupo teatral El Público), la Galería Habana, el Centro Cultural Bertolt Brecht, la librería Ateneo, la sede de Acosta Danza y del grupo de teatro El Ciervo Encantado, entre otros.
El conjunto de origen industrial localizado en Línea y 18 fue la estación de tranvías de El Carmelo, en los orígenes de El Vedado. Luego, fábrica de guaguas y, durante el Período Especial, un taller para el montaje de bicicletas. Allí se encuentra el corazón del propósito de acupuntura urbana que Proyecto Espacios presentó: el Centro Cultural Estación de Línea, inaugurado parcialmente durante la pasada Feria de Artesanía, y que será un recinto ferial multiuso.
El proyecto Corredor… fue una contribución de PE a las celebraciones por los 500 años de la capital, e incluye la propuesta de reanimación de parques, áreas deportivas, culturales y edificios de diversos usos públicos.
Hasta el ultramarino municipio habanero de Regla, en los extrarradios de la capital, también ha llegado la actividad de diseño de Proyecto Espacios recientemente. Regla posee una población de 44 mil habitantes y es conocido hoy como una plaza importante de manifestaciones de religiosidad popular. Ahí se encuentra la iglesia católica de la Virgen de Regla (1811-1818), advocación mariana que se sincretiza con Yemayá, diosa yoruba del mar, y que cada 7 de septiembre recibe visitantes y peregrinos llegados desde los más diversos confines.
En Regla, además, se encuentra la sede de Los Guaracheros, por no mencionar que en esa pequeña localidad está el Liceo Artístico y Literario, del cual José Martí fue socio facultativo de la Sección de Instrucción. El 10 de octubre de 1878, en el acto fundacional del Liceo, nuestro héroe nacional pronunció un inflamado discurso, entre los muy pocos de carácter político que diera en la Isla. En esa ocasión dijo: “Esta tribuna que nos honra en esta noche, no ha de ser dorada jaula donde se exhiban pájaros cantores, sino altísima tribuna de difícil acceso para la práctica de la verdad.”1
Justo en la Colina Lenin, privilegiado balcón del municipio, se emplazará el Centro Sociocultural La Colina, por iniciativa del gobierno local al que contribuye PE con un proyecto de renovación de varias edificaciones y espacios allí existentes. El conjunto corresponde al plan de dinamización del tejido sociocultural del territorio y cuenta con la cofinanciación de la Unión Europea y la ONG Movimiento por la Paz. Tal como lo expresa el comunicado emitido por PE en el lanzamiento de la iniciativa, el colectivo “se basó en una de las premisas que suele acompañarnos: la sumatoria y articulación de pequeñas intervenciones sobre un territorio puede llegar a cambiar ostensiblemente la dinámica social y la calidad de vida de sus habitantes.”
El Centro Sociocultural La Colina aspira a sumar a los pobladores a la gestión de sus propios espacios. Contará con instalaciones deportivas, talleres para las artes visuales y la literatura, biblioteca, cafetería, salas para diversos usos y espacios expositivos y feriales.
En los alrededores se trazarán caminos para senderismo y se repoblará la floresta con la intención de que se convierta en perímetro para la recreación familiar.
No se puede visitar LAB.26 sin quedar de algún modo comprometido con lo que allí se “cocina”. Se me ocurre que los proyectos que realizan son la envoltura material de los sueños. Gente afirmativa y creadora esa, que hace sin importarles limitaciones materiales, incomprensiones o desilusiones momentáneas. Allá van, conquistando espacios sucesivos.
Nota:
1 Citado en “José Martí y la fundación del Liceo de Regla”, Juventud Rebelde, 30 de octubre de 2008.
* Todas las fotos utilizadas en este artículo son cortesía del Proyecto Espacios.
Los resultados obtenidos en nuestra colaboración con este equipo han siempre los esperados .La profesionalidad demostrada por todos los integrantes de PE ,bajo la dirección de Vilma Bartolomé , garantiza la correcta ejecución de sus proyectos .