Otmaro Rodríguez (La Habana, 1965) trabajaba en el periódico Granma como técnico en contabilidad, en el momento en que se libra una convocatoria para cursar “fotografía” en el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”. Corría el año 2007. Y ahí comenzó todo. Bajo la mirada del maestro Félix Arencibia emprendió su proceso de formación. Desde entonces, ha sido reportero gráfico en Granma y Jit, stillman en documentales y ha desarrollado innumerables trabajos como fotógrafo documental, publicitario y de prensa, entre los que se incluye la cobertura de eventos internacionales. Desde hace varios años es el fotorreportero de OnCuba en La Habana.
Otmaro viene de la era analógica, pero pronto incorporó a su labor las inmensas posibilidades que le brindan el mundo digital, tanto por abaratamiento de los costos como por la inmediatez en la realización del trabajo.
Este es el resultado de nuestra charla. Aprecien, además, algunos momentos sobresalientes de su trayectoria:
Comencé en el mundo de la fotografía motivado por la ausencia de imágenes de una realidad que ha estado presente desde que tengo uso de razón. Observaba, y aun lo hago, una constante diferencia entre lo que se cuenta, cómo se dice y se refleja gráficamente.
La fotografía intenta dejar constancia de un momento (cualquiera que sea) lo más fiel posible a los hechos. No debe existir la más mínima manipulación, independientemente de las intenciones y el lenguaje que se emplee. Puedes realizar diferentes capturas en varias ramas: deporte, gastronómica, cultura…, pero siempre con la intención de transmitir un mensaje que refleje la esencia del acontecimiento.
El fotógrafo documental necesita estudios generales y adquirir cultura visual para desarrollar sus condiciones innatas; observar mucho, prestar atención a la obra de otros artistas del lente. Debe adelantarse, prever lo que puede ocurrir, estar listo para atrapar el suceso. La constante superación y actualización en los avances tecnológicos son vitales. Un fotógrafo tiene que aprender a escuchar, intercambiar, investigar y compartir sus puntos de vista antes de emprender el trabajo.
En mi caso, influyeron poderosamente el cine, tanto cubano como internacional, y los canales de documentales norteamericanos (Discovey Channel, Animal Planet…), con tomas y ángulos jamás imaginados; pero, sobre todo, la revista National Geographic. Esta última, junto a LIFE, con una altísima calidad en las fotos que acompañan a los textos.
Y, claro, también me impactaron algunos maestros indiscutibles, como Sebastián Salgado y Steve McCurry, ambos fuera de serie.
Mi propósito cuando hago fotos es plasmar sentimientos, expresiones, gestos y, sobre todo, la vida de las personas, el medio en que existen y se desarrollan; es registrar desde lo general a lo particular, de lo simple a lo complejo; dejar la interrogante del porqué. Me interesa llamar la atención sobre la fragilidad del ser humano, sus angustias, esperanzas y oportunidades. Mi posición es empática. Me parece que hay que situarse constantemente en el lugar del otro; si lo que reflejas son situaciones que ya has vivido, pues mejor; así puedes comprender sus motivaciones, sus pensamientos profundos, sus expresiones y sus actos.
Las fuertes rachas de viento del huracán Irma provocaron que se doblara la escultura que corona al Gran Teatro de La Habana. Las ramas del árbol producen la ilusión visual de estar sosteniendo al ángel, impidiendo su caída.
Posteriormente, un equipo de bomberos rescató la escultura, fue restaurada e incorporada al lugar de origen.
Esta foto fue tomada durante una confrontación entre las escuadras de boxeo de Uzbekistán y Cuba.
Conocer el deporte en cuestión ayuda a capturar los momentos más sobresalientes de la acción, como ese instante en que uno de los contendientes hace diana en el rostro del otro. Quise plasmar la elegancia de los movimientos, el dominio de la técnica boxística, la entrega de ambos. Estaba alerta.
Esa imagen me impresionó particularmente. Asistí a la Catedral de La Habana, vi sobre capilla ardiente al Cardenal Jaime Ortega, y a los fieles creyentes de la Iglesia Católica en Cuba llorar. Un ambiente de gran pesar y dolor por la partida de una persona que hizo tanto por los cubanos, que fue respetado y admirado dentro y fuera de la Isla.
El huracán Irma provocó grandes inundaciones en la Habana. Mientras miles de personas se enfrentaban a diferentes situaciones trágicas: derrumbes de casas, perdidas de pertenencias, colapso del tendido eléctrico…, un grupo de vecinos de Centro Habana prefirió jugar dominó en medio de la calle. Este hecho provocó mucha polémica por las múltiples lecturas que de él pueden hacerse.
Una mujer colocó en el balcón de su casa un cartel en solidaridad con los familiares de las víctimas de la explosión del Hotel Saratoga. Cada tanto, se asomaba para ver los trabajos que se efectuaban en el lugar del accidente. Me conmovió la seriedad, la tristeza y la preocupación que expresaba la señora. Es el sentimiento que une a las personas en medio de la desgracia, sin importar ideas políticas ni credos religiosos.
Instante en que una madre abraza a su pequeño hijo. El niño se encontraba a buen recaudo en casa de unos familiares, durante el tornado de grandes proporciones que afectó diferentes localidades de la capital. El amor de una madre es imposible de sustituir.
Luego de extinguir el incendio provocado por un rayo, los bomberos arrastran las pesadas mangueras. Hay cansancio en ellos; también, firmeza y entrega, aun a riesgo de sus vidas. A la distancia se podían escuchar las pisadas de sus botas sobre las cenizas, como si algo se quebrara. Un sonido imposible de olvidar. Además, la escena estaba envuelta en un intenso olor indescriptible.