Yasser Curbelo (Pinar del Río, 1982) es, fundamentalmente, artista gráfico. Se conoce por sus Seres meditabundos, una larga serie de grabados en metal, con la cual ha construido un mundo expresionista y grotesco muy personal. En un statement que me hizo llegar cuando preparaba su entrevista, puede leerse sobre sus criaturas:
“Son entes absortos, sumergidos dentro de una orquestación ‘teatral’, en la cual el sosiego y la multitud se contraponen en una atmósfera concurridamente reposada. En la serie subyace (…) cierto grado de humor negro, porque la violencia se ridiculiza y la crítica también se recubre con el velo de la sátira.
“Los personajes están descontextualizados respecto a una época, un país, un oficio. Son personalidades en apariencia inexpresivas y por ello nostálgicas, resignadas y hasta sosas. Surgen distinguidos unos de otros con jerarquizaciones implícitas. Los unos, ataviados con sombreros (de cajas, platos, gorros de cumpleaños) y sacos que les otorgan cierta alcurnia social comparados con los otros: fantasmales y trágicos, colgados y apresados de manos, vestidos con piyamas, expectantes, a merced de los primeros, decorativos, en una escena que no protagonizan.
“También es común en el fondo de sus composiciones la representación de casas o habitáculos de puertas abiertas o sin puertas. Ello se puede traducir a un libre acceso conceptual: nada oculto, nada limita a los personajes y la imaginación del público”.
Muchas de las piezas acompañan nuestra conversación. Antes dejo consignado que Yasser ha recibido una notable cantidad de reconocimientos y premios en su provincia natal, lugar donde se ha formado, vive y ha levantado una obra mucho más que atendible. Su trabajo se ha mostrado en Cuba, Argentina, Chile, Ecuador, Estados Unidos y Colombia, como parte de exhibiciones colectivas de artistas cubanos.
Vamos al diálogo. Este se da en el patio de una casona colonial de Pinar. A pesar de la época del año, que se supone de invierno —si es que el término aplicara para Cuba—, el calor nos asedia y relega al único espacio que nos ofrece un poco de sombra.
¿Cómo descubriste el mundo de las artes visuales? ¿Existía en ti la vocación o fuiste encontrándola en la medida en que te adentrabas en los estudios de ese arte?
Creo que la primera influencia que tuvo efecto en mí a muy temprana edad, antes de darle uso a un lápiz para dibujar o garabatear, desde el punto de vista audiovisual, fue el cine. De pequeño vi muchas películas, de todos los géneros, junto a mi padre; y era muy atento al detalle.
Voy teniendo mayor acercamiento al mundo artístico cuando me presento a los exámenes de aptitud de la escuela de Arte Carlos Hidalgo Díaz, de Pinar del Río, por el año 2002. Ya venía mostrando habilidades con el dibujo; copiaba imágenes de los catálogos de arte clásico. Tenía un referente cercano en la familia, mi primo Julio César Banasco Rego, pintor, escultor, dibujante y restaurador. Me mantuve muy cercano a él. Pienso que ver de cerca el proceso creativo de un artista formado me abrió el espectro e incentivó la motivación y el interés por comenzar a dar mis primeros pasos.
Ya cursando mis estudios, y bajo la influencia de los movimientos artísticos internacionales, iba enfocándome en un camino que me llevara a encontrar una manera de representación que fuera caracterizándome.
En 2006 me gradúo con honores, y es cuando comienza para mí la travesía; descubrir que el arte es mi pasión y, por lo tanto, que debía enfocarme en eso, enfrentarme al difícil pero apasionante proceso de formación y experimentación al que se somete uno para llegar a considerarse artista. Siempre estamos trabajando sobre esa base.
Señala a aquellas personas que fueron capitales en tu proceso de formación artística.
Antes de mencionar cualquier influencia, debo agradecer eternamente a mis padres por darme siempre su apoyo incondicional y su gran amor.
Ya te hablé de mi primo Julio César. Seguir de cerca su trabajo y escuchar sus consejos me sirvió de preparación para la entrada en la enseñanza artística. Aprendí con él a ver las formas en el dibujo y a captar la esencia de las cosas. Cuando aplicas eso en tu creación, marcas la diferencia. Por otra parte, en mis años de estudiante sentí un enorme aprecio por mis profesores; quien más influyó en mí como formador y amigo fue Marcos González Yaver, de la especialidad de grabado. Asistir a una tarde de clases en el taller de grabado era lo mejor que me podía suceder, experimentaba una sensación que me llenaba de motivaciones, algo que extraño mucho.
¿Por qué escogiste la especialidad de grabado para graduarte? ¿Para ti quiénes son los referentes en el ejercicio de esa disciplina?
En segundo año te daban a escoger un taller fundamental con el que te graduarías al final, ya fuera pintura, grabado o escultura. Me llamaba la atención la pintura, sobre todo después de devorar 500 o 600 y más páginas de un catálogo de la obra de Salvador Dalí.
Me gustaba mucho colarme en mis tiempos libres en el taller de grabado, y allí observaba con detenimiento las técnicas y procedimientos de trabajo, las impresiones de estampas; en fin, eso dejó una impronta en mí, por eso me decanté por la gráfica, decisión para mí siempre acertada. Hoy día es mi gran pasión dentro de las artes visuales, además de mantener el gusto por la pintura y la ilustración.
En los primeros pasos dentro del mundo del grabado tenía a mi maestro, que me enseñó la mayor cantidad de técnicas posibles, dadas las circunstancias. Había escasez de recursos. Él me inculcó el trabajo minucioso, metódico. Siempre sentí la necesidad de darle forma a mis propias ideas, por eso puedo decir que Marcos no tuvo influencia directa sobre lo que iba creando en aquel tiempo; más bien descubría deslumbrado, y asimilaba, en catálogos y documentales, las obras de figuras del arte universal con las que sentía afinidades. Te estoy hablando de los grabados de Goya, Daumier, Doré, Rembrandt y Alberto Durero, entre otros.
¿De qué modo vivir fuera de La Habana ha limitado que se conozca tu arte?
Hacer arte desde provincia y tratar de insertarlo en la urbe capitalina es algo complejo, pero no imposible. Siempre existen limitantes; muchas galerías tienen sus intereses comerciales y su nómina de artistas, por eso son muy importantes las conexiones y los puentes que no todos transitamos para poder insertarte en el gremio de artistas privilegiados.
He tenido la oportunidad de participar en exposiciones y eventos nacionales e internacionales, y creo que mi obra ha llegado a algunos espacios más allá de la comarca. Pero nunca es suficiente la promoción que uno haga, hay que seguir esforzándose.
De cualquier modo, aquí está mi lugar. Los espacios son las personas que los habitan; su ambiente, que siempre te va a resultar familiar, porque es el sitio al que perteneces, donde te formaste. Estés donde estés, siempre se extraña ese punto del mapa por donde llegaste al mundo y con el cual te identificas.
¿Existe en Pinar del Río un movimiento de artes visuales vigoroso?
Pinar es una cantera de grandes artistas, y el arte que se hace es muy variado en sus géneros. Tenemos grandes paisajistas, retratistas, excelentes pintores, escultores, muy buenos grabadores, ilustradores… Es cierto que en los últimos tiempos los artistas se han desmotivado por las carencias de recursos y por la decadencia del mercado del arte. Los creadores están dispersos, cada uno en su espacio.
Las carencias de todo tipo nos afectan a todos, pero no por eso debemos estar separados. Nos falta la unión que todavía existe en otras provincias. No hay pretextos para crear sin calidad; en tiempos buenos se crea con fuerza y motivación, y en tiempos malos se redoblan las energías para darle mayor continuidad a la obra.
Las obras que mostraremos aquí son grabados en metal. ¿Qué encuentras en las diversas técnicas de esa disciplina que no hallas en la xilografía, la litografía o la linografía? ¿Se trata de una preferencia o se debe a que no tienes las condiciones para trabajar e imprimir las matrices en esas otras modalidades?
Soy un creador que ha desarrollado su obra, de manera general, sobre la base del dibujo. Es por eso que me fascina trabajar los metales; es decir, las técnicas calcográficas o grabado en hueco. Mi tesis de graduación la realicé en las técnicas de aguafuerte y aguatinta. A partir de ahí quise ampliarme con esos procedimientos de trabajo por el manejo de las puntas de acero y la corrosión del ácido sobre las planchas para crear efectos, texturas y enriquecer la obra. Puede resultar en mí una preferencia, aunque no desecho ninguna de las demás. He trabajado la punta seca sobre acetato, una variante debida a la falta de recursos; me gusta mucho la litografía: tuve la oportunidad de trabajar mi primera piedra litográfica en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana, invitación que agradezco a su directora, Yamilis Brito Jorge.
Las limitaciones de todo tipo nos golpean constantemente a los artistas, sobre todo a los grabadores que no tienen papel con el gramaje y la calidad indispensables para estampar sus piezas. Tenemos que crear con lo que está al alcance de nuestras manos para que el desarrollo de la obra no se detenga.
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¿Cuándo aparecieron los seres meditabundos?
La serie Seres meditabundos la comienzo en 2014, cuando retomo la figuración grotesca con toques más caricaturescos, resaltando este personaje de gran nariz que se volvió un icono en mis obras. Casi siempre está presente en mis composiciones, que muchas veces se tornan puestas en escena.
¿Es una colección que se prolongará en el tiempo?
Esta serie en ocasiones entra en pausa, porque es difícil conseguir las planchas de metal; prácticamente ya no existen aquí; tendría que importarlas y sería mucho el costo por su peso. La continúo cuando hago intercambios con amigos grabadores que conservan algunos de esos soportes. A la fuerza la dejo descansar, sigo con otros proyectos, y cuando tengo el material a la mano, la retomo y así la hago crecer.
Tienes una larga ejecutoria como ilustrador para publicaciones dedicadas a niños y jóvenes.
Comencé en el mundo de la ilustración siendo estudiante todavía de la escuela de arte, en la Editorial Cauce, de Pinar del Río, que me abrió sus puertas, y también en su revista cultural del mismo nombre, donde fueron publicadas mis primeras ilustraciones para adultos, creadas en un taller de que impartía el artista visual Juan Carlos Rodríguez.
¿Subordinar tu imaginario a un texto en específico te reta o te limita?
Después de varios números ilustrados, Carlos Fuentes, editor de Cauce y de las colecciones infantiles Rehilete y Fililí, me ofrece mi primer libro infantil, verdaderamente un gran reto, teniendo en cuenta mi línea y mi concepto de las formas. Tuve que dar un giro de 360°. Cuando ilustras para niños debes usar un dibujo agradable para crear los personajes, más suave en los trazos, pero asumí el desafío y creo que el resultado fue bueno, aunque se nota la influencia de mi trabajo habitual en algunos momentos.
¿Es la ilustración, como algunos piensan, un arte menor?
Para nada. Al contrario, me aportó mucho. Siempre fui amante de los libros ilustrados, de los cómics. No tuve muchos. Los buscaba y los intercambiaba por lo que fuera, con tal de tenerlos en mis manos para dibujar a partir de ellos. Fíjate en mi obra. Tengo mucho del mundo de la ilustración. Disfruto esa influencia.
¿En qué momento se encuentra tu obra? ¿La madurez alcanzada te posibilita explorar nuevas zonas temáticas y establecer otras estrategias representativas o le resta frescura a tu impulso creativo?
Hace alrededor de tres años que no pinto un lienzo, no por falta de materiales, esos los tengo garantizados, por suerte; más bien he volcado todas mis energías en la gráfica, el dibujo. Estoy trabajando en varias piezas en la técnica de colagrafía de las que puede surgir una serie, y a la par estoy inmerso en la creación de nuevas obras experimentando siempre con técnicas gráficas, en este caso con impresiones y plantillas, aplicando color y combinándolas con dibujo a plumilla. Se logran unos resultados interesantes que me tienen atrapado, en el buen sentido de la palabra. Estas piezas van a formar parte de una nueva serie que se titula Come mundos, son técnicas mixtas sobre papel donde manejo el concepto de lo grotesco y la ilustración artística.
¿Crees que el desarrollo del grabado en Cuba amerita la existencia de un museo para esa disciplina? ¿Podría esta acción comenzar con la iniciativa de una provincia? ¿Los pinareños asumirían el reto?
En Cuba existe una cantera enorme de grandes grabadores. No quiero citar a ninguno para no ser injusto con el resto, pero sí resaltar la valía en el ámbito gráfico; existen talleres de renombre también a nivel internacional, entonces por qué no plantearse la idea de un Museo del Grabado en Cuba, sería una idea muy puntual. Pienso que esta manifestación artística se lo merece por sus aportes y su legado en el tiempo.
Sería muy bueno tener un museo de gráfica en provincia, pero a Pinar le falta crear toda una infraestructura sólida y de unión verdadera entre los artistas para considerarlo. Existen muy buenos grabadores, sin lugar a dudas, pero la incertidumbre nos tiene acomodados a no querer responsabilidades, y eso nos mantiene en el anonimato como gremio artístico.
¿Cuáles son tus proyectos para este 2024 que recién comienza?
Para este 2024 tengo una invitación de Rafael Cáceres Valladares, director de la Sociedad Gráfica de Cienfuegos, y excelente amigo, para llevar allá una exposición personal. También voy participar en La Feria de la Estampa, a celebrarse en abril. Por otra parte, ando creando conexiones y lazos de amistad con talleres de gráfica en el plano internacional para futuros intercambios.