Primero llegaron al barrio (Cojímar, se llama) los encargados de asfaltar las calles. Hace más de un año los vecinos fuimos asistiendo al avance de máquinas y trabajadores que iban cubriendo con alquitrán las vías que poco después recibirían las capas de asfalto. Como el orden en que avanzaban los trabajos resultaba azaroso, no tardaron en aparecer los rumores: “Lo están haciendo con materiales (o con dinero) que sobraron de otro barrio”; “En la Villa Panamericana (aledaña a Cojímar) están pidiendo que construyan un policlínico, y el gobierno prefiere mejorar los accesos al de aquí, antes que hacer uno nuevo”. Ambas conjeturas eran posibles; la segunda, incluso, muy razonable. En ocasiones las labores podían interrumpirse durante días. “Ya se fueron”, se comentaba en las esquinas, pero luego volvían a quedar como nuevas cuadras por las que no transita casi nadie.
Para seguir dando la razón a los rumores, se asfaltaron algunas de las arterias que unen la Villa Panamericana con Cojímar. Lo curioso fue que Los Pinos, por donde transita todo el transporte público y pasa por la puerta principal del policlínico, quedó intacta, es decir, marcada de una punta a la otra por baches y pliegues. Tampoco tocaron la 32, otra de las vías que usan los ómnibus, ni Real, o José Martí, que de ambas maneras se le llama. Y en cualquier pueblo de Cuba se sabe que lo que recibe esos nombres es importante, aunque como calle ya vaya sirviendo de poco.
A fines del año pasado otras brigadas, otras maquinarias, empezaron a romper las calles. Venían de la parte baja hacia la alta del poblado, y de momento el asfalto que todavía estaba nuevo quedó íntegro. Junto con ellos avanzaban también el polvo y las corrientes de agua que delataban los muchos salideros que dejaban atrás.
Un día, esa máquina que va picándolo todo como un dragón cometierra llegó con su estruendo a unos metros de mi casa. Se acercaban los días de fines de año (quizás fuera ya 31 de diciembre) y al mediodía todo quedó en silencio. Comenzó el año y los trabajos no continuaron. Los rumores sí: “Vinieron unos jefes y dijeron que no picaran una cuadra más sin arreglar todos los salideros que hay”.
Volvieron dos meses después, exactamente el 5 de marzo. Han ido avanzando de manera discontinua, y ahora las calles que antes no fueron tocadas están como ruinas, y a las que fueron arregladas las atraviesan surcos que debían haber sido cubiertos por concreto. Y algunos lo fueron, dicha sea la verdad, pero la consistencia de esa sustancia gris que una concretera vierte es terrosa, se va deshaciendo bajo la acción de los autos y la lluvia.
Mientras instalaban tuberías nuevas, de plástico, las antiguas, de hierro, quedaban truncas pero vivas. Durante meses el entretenimiento de los vecinos fue adivinar por cuál de las redes, la nueva o la vieja, llegaría el agua esa noche. El cambio climático, el fenómeno del niño y quién sabe cuántos factores más están provocando una de las mayores sequías que hayan conocido las Antillas Mayores. Por las tuberías originales, cortadas, siguió fluyendo el agua con más constancia que por la nueva. Donde quedaron los muñones amanecían manchas de humedad o pequeños arroyos donde bebían los perros callejeros. Algunas personas fueron más inteligentes: conectaron mangueras a algunos de esos muñones y se sirvieron de ambas posibilidades durante varios meses. Hasta fines de julio, exactamente.
Un dragón mucho mayor que el anterior fue recorriendo durante varios días la calle 32, abriendo la enorme zanja por donde debe ser enterrada la tubería maestra. En algunos puntos, sus cuchillas picaron la maestra anterior y las calles paralelas a la 32 fueron inundadas por ríos de lodo que nadie se ha ocupado de limpiar.
Hasta hoy las obras continúan. No quiere decir esto que todos los días se vean personas trabajando en esas calles. Quizás trabajan en otros lugares, estudiando, planeando cómo remediar los desastres cometidos el día anterior.
Los ríos de lodo se convierten, de acuerdo con la intensidad del sol o algún aguacero esporádico, en polvo o en fango. La tierra de Cojímar es roja. Objetos, muebles, árboles, personas, andamos cubiertos por una capa rojiza que nos uniforma. Si en otros barrios supieran esto, nos reconocerían a la distancia: “Mira, aquel que va por allá vive en Cojímar”, dirían.
El lunes pasado, por ejemplo, después del paso de la fugaz vaguada, un señor que intentaba llegar a la bodega que le corresponde quedó detenido en mi acera, estudiando cómo cruzar la calle. “Esto es peor que Haití”, dijo, para sí mismo, invocando un país donde quizás nunca ha estado, pero cuyas miserias y desgracias ocupan titulares. Cuando la degradación es sistemática, el ser humano se va acostumbrando a ella, y en ocasiones pierde el sentido del lugar al que ha llegado, del arco de deterioro que su vida y su contexto han ido sufriendo con el paso del tiempo.
Si yo tuviera la certeza de que este rosario de desgracias es excepcional, no lo haría público. Pero basta recorrer La Habana, basta mirar alrededor para darse cuenta de que el desatino se ha convertido en regla, con sus debidas excepciones (¿Varadero, la Habana Vieja…?).
Quienes ordenan que se compongan primero las calles que deberán ser destruidas después son los que gobiernan: no importa si un consejo popular, si un municipio, si una provincia, si un país.
Las víctimas en esta historia, o en cualquier otra de las muchísimas que pudieran contarse, somos los gobernados. El papel al que hemos sido destinados es más difícil aún porque también nos corresponde la impotencia. A cualquier hora del día, los vecinos de mi barrio se asoman a los huecos de la calle 32, miran las tuberías, los enlaces, comentan, critican, aventuran lo que sucederá mañana (no los distingue el optimismo), pero nada más pueden hacer. O si pudieran hacer algo más, no lo saben. O si lo saben, están convencidos ya de que es inútil. Queda solo hablar, quejarse, sobre todo desconfiar. Eso tiene que ver con los modos de hacer, o de no hacer, política. El escepticismo y la apatía expresan el sinsentido de las formas oficiales de participación política.
Nada hay más nocivo que gobernar en estado de impunidad. El Gobierno, los muchos gobiernos que administran los recursos del país, necesitan enfrentarse a una oposición. Pero esa oposición no tendría que ser ejercida por otros partidos, quedar circunscrita a lobbys políticos. Los vecinos que se asoman al hueco de la calle 32, o el señor que no encuentra cómo cruzar la calle, deberían (¿deberán?) ser la oposición. A fin de cuentas, no estoy hablando de calles sino de democracia, esa palabra tan desfigurada, sobre todo cuando se usa en relación con Cuba. Sin esa democracia real (el poder que deben ejercer las personas de a pie sobre los destinos de una comunidad, de un país) no solo continuaremos en esta espiral de deterioro material y político, sino que será más fácil el proceso de construcción del capitalismo que ya está en marcha. Y cuando ese otro proceso termine, quizás haya más eficiencia pero, de seguro, mucha más desigualdad.
Efectivamente, Arturo, hemos caído en un estado de postración ciudadana del que nos tomará muchos años salir, porque el mayor daño, que más que material es de índole antropológica, ha macerado con efectividad de jugo corrosivo la mente de los gobernados.
por poco pensé que estaban hablando de mi San Miguel, pero leí 2 veces y era Cojímar, Con confianza pueden oner un blank space y que cada cual lea allí su barrio
Igual que Guanabo, lo que con menos agua en las calles. Dígamos que el gobierno quiere que esos poblados desaparezcan poco a poco o que se yo!…
Saludos.
Basta con llegar hasta las calles Amargura y Amenidad en Guanabacoa calles que permiten acceso al hospital materno y al fondo de la estación de policia de Guanabacoa estan en identicas condiciones a las narradas en el articulo….que horror sera una epidemia de nuevo tipo
Estoy totalmente de acuerdo con Chichi en este articulo vemos reflejados sin distinción cada uno de nuestros barrios y con mayor nivel de destruccion en la periferia de la ciudad.
Es cierto que “Cuando la degradación es sistemática, el ser humano se va acostumbrando a ella”. El daño, como dice el comentario de Isidro, es antropológico. Pero no se puede hacer nada porque la responsabilidad de esto, como del capitalismo que están construyendo (mientras el discurso anuncia un “Socialismo sustentable”) es, claro, del bloqueo.
Como en cualquier barrio de la dolorosa Habana. vivo en Zamora en Marianao y es un espectáculo dantesco, las calles que no se les puede llamar calles, porque lo que les queda de eso solo les queda la gente caminando sobre ellas.
Arturo de que se queja?? Con personas como usted,que temen,vacilan,estudian,reflexionan,dudan…y no toman accion,todo seguira igual.Ni la virgen de regla,ni tomas moro,ni el politico ideal,haran nada por usted,lo que existe es lo que hay.Decidase y tome partido y empuje pa lante,que despues se arreglara.Pero,como dicen…a llorar a maternidad de linea!!!
SOY UNA DE LAS AFECTADAS POR ESTE PROBLEMA DEL AGUA EN COJÍMAR, LLEVAMOS YA HOY 41 DIAS SIN AGUA, EN LA CALLE 32 E/ F Y G, Y PARA COLMOS EL MAL TRABAJO QUE HACEN EN LA ZONA DE ACUEDUCTOS DE ALAMAR, HE LLAMADO POR DOS OCASIONES A SOLICITAR LA PIPA Y NADA AUN ESPERANDOOOOOOOOOOOOO…. ESTO DEBER SER ANALIZADO POR LOS JEFES DE ESTOS CROS. QUE MAL TRABAJO HACEN Y QUE FALTA DE RESPETO A GRAN PARTE DE LA POBLACIÒN QUE FINALMENTE IBAN A RESOLVER UN PROBLEMA Y LO QUE HAN CREADO ES MILES DE PROBLEMAS A MUCHAS FAMILIAS………
Disculpame, jose dario sanchez. Arturo hace lo que tiene que hacer, denunciar el mal desde su puesto que es el periodismo. Quizás no de la mejor manera, ausente de una investigación y un análisis mas serio y profundo, pero lo hace. Quizás no en los medios mas populares y seguidos por el pueblo en los que dudo que dejen publicar este artículo. Supongo que Arturo en su cuadra ponga en 3 y 2 a su delegado, por el que seguramente votó, y que le aya hecho montones de denuncias al presidente del Poder Popular (gobierno) municipal. Espero que Arturo asista a las reuniones de rendición de cuenta y le diga cuatro cosas a los incapaces delegados de Cojimar. Vamos, se que no lo hace, porque a lo mejor (o a lo peor) ,como la mayoría, prefiere quejarse y decir que es por gusto. Vamos a cuestionarnos más las cosas y vamos a ser mas expresivos y denunciar lo que está mal, pero vamos a hacerlo en la caliente con los responsables, el que pueda ante los ministros o miembros del gobierno provincial, el que no con su delegado (que es parte del gobierno aunque no lo parezca). No dejemos que una pila de indolentes que se la pasan echándola con la cara (los que dan la cara) dando justificaciones y escudándose detrás de una fachada de revolucionarios (en muchos casos para robar los cuatro pesos que hay para resolver cosas como esta) jodan lo poco que se ha logrado en este país y degraden la imagen de nuestro proceso que no es lo que se ha querido que fuese, si no lo que hemos hecho de él.
“Nada hay más nocivo que gobernar en estado de impunidad. El Gobierno, los muchos gobiernos que administran los recursos del país, necesitan enfrentarse a una oposición. Pero esa oposición no tendría que ser ejercida por otros partidos, quedar circunscrita a lobbys políticos.”
Para luego continuar…
“Y cuando ese otro proceso termine, quizás haya más eficiencia pero, de seguro, mucha más desigualdad.”
Venía muy entusiasmado lleyendo y hete aquí que me doy de bruces con lo mismo de siempre, pensé que era un arículo valiente como no había leído en OnCuba pero ¡ay! ese siempre pero, viene al final la falacia que provoca el miedo. No existe “nuestro tipo de democracia” la Democracia es una y no variada según las circunstancias, o eres demócrata o no lo eres. Y si, en Cuba se gobierna con impunidad, sin democracia y con una falta de empatía y respeto total por la dignidad humana, desde arriba hasta abajo y la oposición la tienen que formar los ciudadanos agrupados en diferentes partidos políticos. Pretender otra cosa es una soberana tontería y no tener ni idea de como funcionann los países, los estados y los gobiernos. Por otro lado no he conocido un sistema más amargamente desigual que el de Cuba y si no que le pregunten a los niñitos de papá que viven en Kholy, Miramar, Siboney, El Laguito a ver si saben donde queda Los Pinos o quizás lo sepa ese que andaba en un yate por las Islas Griegas
Cojímar = La Lisa = Marianao = San Miguel = Bahía… ya me cansé!!!
Liborio, sí me imagino la diferencia es seguro como la de Donald Trump y Michael Brown
Ese problema se da en Guatemala, y es en todo el país, rompen carreteras diz que para asfaltar y lo dejan por 1 año o más, hasta que el negocio de reparar salpica de dinero a los corruptos.
Pero sí, Haití está cada vez más cerca de Cuba. Hace rato vengo diciéndolo…
Sin palabras todo lo k toda el gobierno lo destrulle mira solo ponte a pensar en un rato y reflexiona en 55 años atrás como a dejado a cuba en la ruina pero algún día las calles de nuestro bario volverán a estar bellas y iluminadas veras k si todo en la vida se puede y como todos los cubanos de adentro y afuera de la isla lo soñamos con una cuba libre del todo grasias por esas fotos y anerdotas k asen de mi bella Cojímar un bario lleno de pesacodores y lindas personas
Cuba está peor que Haití porque son comunistas y sometidos por un gobierno que ya los lleva gobernando como 60 años.
Esos arreglos del agua empezaron por acometerse por primera vez hace como unos cinco años. Fue el mismo proceso: romper y empeorar la situación. Antes el agua descendía por gravedad como descubrieron los romanos hace siglos, y al ponerla cuesta arriba, pues no llega a las cosas cuando no hay fuerza de agua. De esta manera se inventó el agua vieja y el agua nueva. Después, como cuenta Arturo, hace poco tiempo repararon algunas calles y las volvieron a romper. Y el agua no llega ni la vieja ni la nueva. Y Cojimar parece un sitio bombardeado: ¿Haiti o Siria? Como Cojimera, me duele.
Completamente de acuerdo con Liborio, la familia y amistades cercanas de los altos dirigentes nuncahan carecido de nada y siempre han vivido por encima del nivel de l pueblo, eso es el socialismo que nos impuso Fidel .