El surf es uno de los deportes incorporados a las Olimpiadas de París. Se trata de su segunda aparición en una cartelera olímpica, luego de los Juegos de Tokio 2021, donde algunos alegan que hizo un debut a discreción.
Como escenario de las competencias el comité organizador escogió Tehaupo’o, en Tahití, un peculiar conjunto de islas en cuyas costas el mar forma olas que “todos los surfistas reverencian”. Las características del litoral permiten la formación de poderosas ondas que llevan al máximo cada talento sobre la tabla.
La explicación para que se programaran las jornadas competitivas de este deporte a miles de kilómetros del sitio en el que sucede el resto de los juegos, parte de esa peculiaridad; una barrera de corales, una rompiente en el fondo marino, una atmósfera signada por la lejanía.
Francia quiso involucrar a sus territorios de ultramar en los juegos; y uno de esos sitios es este, Tahití, la mayor isla de Las Polinesias Francesas, con buen marketing tanto en los cuadros de Paul Gauguin como en las propias jornadas del surf.
Busqué uno de los trabajos de Gauguin y, en efecto, advertí el poderoso atractivo que el tiempo no logra desgastar.
La escena captada por el pintor, bajo el título en español de Cerca del mar (1892), transita de una tonalidad rosa a violeta con lunares naranjas, y luego se corta en un gris cerrado para acabar siendo verde. Dos chicas se bañan desnudas en ese mar también representado con sus olas.
Recordé las pinturas de Gauguin porque su nombre está ligado a estas tierras, adonde llegó en busca de refugio y fijó residencia de años en los que fue dejando parte de sí mismo en una tierra que, a la vez, sostenía su propia vida.
Un día de esta semana miraba la competencia. El surf es un deporte que me gustaría practicar, aunque sé que nunca llegaré a hacerlo. Otra cosa es pasarse la existencia surfeando las aguas procelosas de la vida.
Ir sobre la tabla, como los surfistas doblando el cuerpo para mantener el equilibrio; o como esos muchachos del skateboarding que uno ve pasar con sus audífonos: transitan media ciudad, erguidos, empujándose con un pie sin importarles otra cosa que el sonido interior que los impulsa.
La cámara captaba las grandes crestas de agua de Tehaupo’o, “olas que dan puntuación”, según el narrador en esos momentos. Eran verdaderamente impresionantes y se plegaban como un rollo de papel en donde el atleta quedaba pequeñito, se ensortijaban dejando la imagen de una placa geométrica.
A veces veía pararse sobre su tabla, con una camiseta azul, a la portuguesa Teresa Bonvalot, que aprovechaba la formación de un tubo en la segunda ola de su competencia. Logró una puntuación de 3.67 en ese momento. La japonesa Matsuda Shino estaba un poco más allá, y luego la vi nadando sobre su tabla en aquella segunda ronda para las mujeres.
Sofía Mulánovich, que ganó tres copas mundiales de surf, comentaba para la transmisión de Claro Sport que cuando un surfista ve que no hay una ola lo suficientemente buena para montarla, lo mejor es salir de ella; de lo contrario no obtendrá el puntaje necesario.
El surf ha dejado varias imágenes interesantes en estos días. Poco después la foto del brasileño Gabriel Medina durante una de las rondas le dio la vuelta al mundo. El tres veces campeón mundial logra verse en el aire, suspendido sobre la superficie del Pacífico, con la tabla de surf siguiéndole poco más atrás.
La imagen corresponde al fotógrafo de la agencia AFP Jerome Brouillet, quien captó el justo momento en el cual el brasileño realizaba una acción que lo dejaba suspendido a la vez que componía un gesto con su mano derecha.
El semblante del surfista es tan sereno que pareciera puesto allí por un truco de Photoshop, pero no fue manipulada: corresponde a uno de los cuatros disparos hechos por Brouillet en el justo momento del salto.
Más de 6 millones y medio de personas han reaccionado a la imagen posteada por Medina en su cuenta de Instagram. Es uno de los surfistas que espera una buena actuación en estas olimpiadas, después de haberse ido de Tokio sin medallas.
“Cada momento es una oportunidad. Eso es lo que me gusta del surf. Cada día que vas a surfear siempre tienes la oportunidad de empezar de nuevo”, dijo en entrevista para la web de estos juegos.
Ya lo decían los organizadores: las olas de Theaupo’o ofrecerán un desafío de nivel olímpico para los atletas y brindan a los fanáticos de Tahití y de todo el mundo una experiencia sobrecogedora.
Estos atletas del surf necesitan al menos dos olas para lograr una buena puntuación en cada una de sus competiciones, ¿cuántas olas necesitará uno para el mejor surfeo de la vida?