Ayer, 27 de noviembre, fue un día normal y una noche larga.
Todos los días son más o menos iguales para mí. O trabajo, o trabajo. Empezó a las 7 am con un evento a través de zoom, VPN mediante, con el Max Planck Institute alemán, con esa mala costumbre que tiene la gente de no hablar todo el tiempo en español. Después una reunión online kilométrica. Después, más trabajo. Después, la cola de una tienda a la que me había comprometido con mi madre. Mientras tanto, no dejé de mirar el teléfono con lo que ocurría en 2, entre 11 y 13. Fui dejando crecer dentro de mí con calma la necesidad de ir. Camino y hablo rápido, pero prefiero pensar despacio.
La noche sería otra cosa. Cogí unos panes y dos pomos de agua para ofrecer y salí para el Ministerio de Cultura. Cuando llegué, no sentí nada diferente a lo que siento cuando voy a un concierto. Conoces a cuatro de cada cinco personas, sea corpórea o virtualmente (La Habana siempre me ha parecido una ciudad tan hermosa como pequeña). Hablé con un montón de amigos de las mismas cosas de siempre. Unos se reían del último post, los “viejos” nos preguntábamos por los hijos, después nos encontrábamos allí a los hijos, y a los amigos de los hijos, otro se aplicaban gel de manos y ofrecía el pomito, otro ofrecía café incluso con vasitos plásticos, me reía leyendo a Dimitri Prieto diciendo que estábamos allí siguiendo la tesis oncena de Marx sobre Feuerbach, y así. Todo tranquilo.
Mientras tanto, 32 personas estaban dentro del MINCULT reunidas con el viceministro Fernando Rojas Gutiérrez, en uno de esos encuentros que ya se citarán para siempre. Una reunión así, en una institución oficial, frente a sus autoridades, con personas de tamaña diversidad, no ha tenido lugar en Cuba desde los primeros años 60.
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Miraba el teléfono con la obsesión de ahorrar batería. Amigos mandando mensajes, ofreciendo recargas. Cirenaica Moreira, mi fotógrafa preferida, la más grande de Cuba en mi modesto entender, me celebró mis fotos, y tuve el descaro de pedirle unas palabras para una futura hipotética exposición. Todo el mundo hablaba de la cosa, de la caída de facebook del día anterior. Otra amiga me mandó, por sus propias ganas, una traducción al inglés del post que escribí antes de salir para el Ministerio. Todo normal. Muchos mensajes me decían “cuídate”, pero a estos no les di, la verdad, mucha importancia.
Para ese momento, aquello era literalmente ya un concierto. Fito del Río, un trovador amigo de mis hijos, cantaba sus propias canciones. Un poeta que conocí hace unos días en una presentación de El Caimán Barbudo, performó allí los mismos versos que le escuché entonces.
El tiempo iba pasando. Luego, las canciones pasaron a ser las canciones mías de toda la vida. Santiago Feliú, Frank Delgado, Carlos Varela, X Alfonso, Teresita Fernández y, obvio, Silvio y Pablo. Pero se fue la luz.
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Ahí empezó “Cuando se vaya la luz mi negra”. Me transporté a la azotea de Habana Blues y a ese grupo de cubanos inderrotables que tan bien dibuja la película de Benito Zambrano. Yailene Sierra poco antes me había escrito al Facebook para saber si se podía entrar a la zona del Ministerio. Yailene, como Broselianda o como Laura de la Uz, es de esas actrices de las que lo recuerdas todo. Recordé la mirada de Yailene dirigida al medio cabrón de su expareja — hay gente que se esfuerza, pero no termina de ser un completo cabrón— en la azotea de esa película mientras cantan a coro Cuando se vaya la luz mi negra.
Pero seguíamos sin luz en una noche cerrada, en una calle con árboles frondosos. A más de unos metros no veía nada. En eso, vemos que avanzan hacia nosotros una pila de luces. Fue, sinceramente, medio tremebundo. Yo había visto al llegar muchos policías y militares vestidos de civil, y muchos civiles organizados, con sus guaguas y sus pullovers, y circulaban noticias sobre nuevos arribos de nuevos grupos de ese perfil a las inmediaciones.
Por unos segundos, mientras las luces avanzaban hacia nosotros, pasaron por mi mente muy rápido algunas posibilidades. Entre ellas pensé que venían a cargar contra nosotros como en la tángana del 30 —recordé de un flechazo que Enrique José Varona vivía también en el Vedado— hecho que me sé de memoria por las crónicas de Raúl Roa y Pablo de la Torriente. Fue raro, porque sabía que eso no iba a ocurrir, sin embargo, fue lo que más tiempo ocupó mi cabeza en esos breves segundos. Me dio por ponerme de pie y de frente a las luces, que resultaron ser de celulares.
Eran jóvenes, que en número de unos 50, habían roto, con las manos en alto según contaron luego, el cordón policial que impedía en ese momento el acceso al Ministerio. Cuando vimos que eran esos jóvenes, todo el mundo aplaudió. Vi, casi literalmente, descender una de las capas de presión que flotaba en el ambiente.
(Por si acaso, debí aclarar desde antes que estoy contando solo lo que vi. No estoy completando mis recuerdos con lo que otros me dijeron o con lo que leí en Facebook. Puedo equivocarme en la cronología de los hechos, cosa que además me pasa a menudo, pero no en los hechos que vi.)
A poco, un joven grita “Que conste, éramos cincuenta jóvenes indefensos y nos echaron gases lacrimógenos”. En ese instante, ni le entendí ni le creí. Pensé que era un provocador. He estado, fuera de Cuba, en varias manifestaciones y mi idea de “gases lacrimógenos” son vehículos esparciendo gases y ver gente sin poder literalmente respirar. Luego, otro muchacho, visiblemente alterado, y creo que llorando, grita: “nos echaron gases lacrimógenos”.
Las ciencias sociales lo repiten hasta el infinito, pero ver en acción la sabiduría que desarrolla la acción colectiva en pocos segundos y en escenarios a los que no está acostumbrada es extraordinario. Todos los intentos de provocación, o de insistir sobre cuestiones que eran ciertas pero “halar de su hilo” podían complicar toda la presencia allí, recibían respuestas inmediatas por parte de cualquier participante.
Por ejemplo, era cierto que en uno, o más momentos, no estaban dejando entrar a personas que querían llegar al Ministerio. Varios empezaron a gritar “que los dejen entrar”. Quizás no era provocación ——ni siquiera vi a quien lo gritó— pero podía conducir a ello. En un segundo, una crítica de arte, que usa refinadamente el castellano cuando escribe, soltó en un español cubano espeso: “pues no pasa nada, que se sienten allí y ya está”. Fue aclamada.
Esa sabiduría funcionó por igual cuando ese segundo muchacho tan afectado gritó que le habían arrojado el gas. Otros se le acercaron, le conversaron de cerca, le ofrecieron asiento en el suelo. No creció ese hilo, ni escaló respuesta alguna a ese hecho. Allí no se gritó nada. Ni una consigna. Nada. Música y aplausos, cosa que parece el nombre de un programa ridículo de TV, fue lo único que escuché allí.
Entretanto, vi directamente el miedo. Una muchacha miraba alrededor con un temblor y decía, “me escriben que están entrando militares vestidos de civil”. En ese momento, yo estaba al lado de Mario Castillo, un viejo amigo, anarquista de la estirpe de Alfredo López, que tiene la calma de los chinos que tan bien ha estudiado. Le dijo, “tranquila, que están aquí desde el principio, no pasa nada, es su trabajo: el de la inseguridad del estado”. Al rato, dijo también: “miren qué hermosa luna”.1
Por si no lo han notado, soy intelectualmente bastante nerd. No hay frase que escuche que no asocie con otra. Recordé al poeta y profesor Guillermo Rodríguez Rivera diciendo que el “Caso Padilla” era un problema de la “inseguridad del estado”. También, en algún momento del apagón, caí en la cuenta de que era 27 de noviembre y me puse pensar ——eso sucede en una ráfaga de segundos— en Mateo Orozco, el héroe cubano, completamente desconocido, que dio muerte a Gonzalo Castañón, para convertirse en el inicio de la saga que llevó al fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina en 1871.
No era fortuita la asociación, Mario me había contado poco antes que habían estado en la mañana rindiéndoles homenaje a los estudiantes, a los negros abakuás asesinados en esos días en defensa de los estudiantes, y a Tato Quiñones.
“Absorto en tan profundos pensamientos”, viene hacia mi Royma Cañas, amiga y editora, con la que trabajé varios años en la Editorial Ciencias Sociales. Me dice “Guanche: me echaron gas”.2 Al lado, escucho a otras personas hablando de lo mismo. Uno muestra sus ojos, bien rojos. Le pido a Royma que me explique. Ella es delgada y menuda, pesa menos de la mitad de mi peso. Tenía en su voz una rara mezcla de calma con furia. Ella y otros habían salido a buscar algo fuera de la manzana que ocupa el Ministerio. Al regreso, le impedían volver a entrar.
En ello, preguntaron por qué y le responden “son órdenes que tenemos”. En su caso, un par de policías se ponen de espaldas a Royma y a otro par de amigos suyos, con el tubo de spray en su espalda apuntando hacia ellos —no soy experto en materia policial alguna, supongo que ese spray es alguna variante de gas pimienta—. Uno de ellos, echa el gas en dirección al suelo. Otro le grita, según me cuenta ella mientras los otros asienten, “echálo a la cara”.
Ese mismo cuento lo estaban haciendo otros que habían pasado por lo mismo. Todo esto ocurre en medio del apagón. Vi a personas alrededor con la traza visible del miedo en el rostro. Escuché a algunas personas decirle a otro “tengo miedo”. Vi irse a alguno, y no vi a nadie reclamarle por hacerlo.
Pero estaban las canciones. Es algo que nunca había sentido en mi vida. Mientras se cantara, todo estaba bien. Cuando llegaba un silencio, sin canciones, la noche cobraba una dura espesura. No creo que fuera miedo lo que sentí, pero no era una sensación agradable. Luego venía otra canción, yo tarareaba y todo entraba en orden cósmico. Después, otro silencio. Silencio. De pronto, escucho que dicen a mi lado: “caballero sin lío, para la próxima traemos vinagre, eso corta el efecto del gas”. Vi a alguien que estaba enfrente asentir, pero como si hubiera dicho, “traeremos agua”. Estaba pensando en otra cosa.
***
Una frase que escuché más de una vez fue “no podía perderme esto”. No es esta crónica un espacio para análisis políticos profundos sobre lo sucedido. Algo breve escribí ya, y quizás abunde más adelante sobre ello. Me remito aquí solo a la experiencia, que también importa.
En las casi siete horas que pasé allí lo que vi fue un microcosmos cubano. Gente de todo tipo, amigos, hermanos, conocidos, desconocidos, hijos de amigos entrañables, ellos mismos entrañables, gente diferente; gente que no se saluda, pero se conoce. Lo normal.
No vi que se separaran en grupos: los revolucionarios de este lado, los contrarrevolucionarios del otro. Eso, es obvio, no cancela las pertenencias políticas con que llegamos y salimos de allí, y con las que seguiremos.
Lo que digo es que tenemos la obligación moral y política de entender la Cuba de anoche como algo que en ningún caso se trata de “una pandilla de contrarrevolucionarios haciendo causa común con terroristas”. El que sostenga y aliente esa narrativa tiene que saber que es culpable de proponer el escenario de futuro más horrible que podríamos tener por delante: el que asegura el espacio del “nosotros” contra todos los demás. Todo en esa frase suena horrísono, por las consecuencias que ha traído, y, sobre todo, por las que puede traer.
Es una pesadilla que tengo hace tiempo. Me siento en la obligación de hacer todo lo que pueda por evitarla. Creo que tenemos, como cubanos, ese deber. En este país, como en otros, hay mercenarios. Pero allí no hubo una sola loa al intervencionismo estadunidense en Cuba ni una sola defensa del bloqueo contra Cuba. Había personas a las que he leído defenderlos, pero eso no tiene nada que ver con el espíritu general que viví allí.
Este país, y el país de anoche, no es un país de mercenarios. Lo que sucedió ayer fue todo lo contrario. Viví miedo y alegría, viví solidaridad, viví ayuda mutua concreta, vi a gente conversando normal en medio de todo. Esos son valores revolucionarios. Cuando salieron los que estaban en la reunión, y se dijeron palabras que nunca se habían dicho así en público en un recinto público, vi respeto y vi esperanza.
Esa esperanza es sobre Cuba, sobre el mejor futuro del que somos capaces. El futuro que nos merecemos. El que quiera pensar que es solo sobre San Isidro, puede hacerlo, pero se equivoca. El que sienta que debe defender “la revolución” contra lo que sucedió ayer, que lo haga, pero también se equivoca. La Revolución no está en un lugar, en un parque, en un acto. Está donde quiera que haya convicción moral por la justicia y pasión política por la libertad.
Las autoridades cubanas pueden y deben entender lo sucedido anoche. Revolución es lucidez, decía Alfredo Guevara, ahora tiene que serlo quizás como nunca antes. Nos estamos jugando mucho. La agresión externa va a continuar, las demandas internas legítimas van a continuar y los proyectos de cooptar las últimas a favor de la primera van a continuar.
Procesar ambas de modo efectivo a la vez que con legitimidad exige mucha sabiduría y mucho compromiso. En Cuba existe esa sabiduría. La sabiduría colectiva y patriótica cubana.
A la hora de irnos, los reunidos aseguraron que existían garantías de que todos nos iríamos a casa sin represalias. Quizás alguien necesitaba escuchar eso. Yo, la verdad, no. En lo personal, entré, permanecí, y salí sin problema alguno. Tuve, ciertamente, preocupación por otros cercanos a mí que allí estaban, y llegué a decirles que se fueran, cuando la noche se hizo más obscura. No se fueron y no les pasó nada. A otros les pasó lo que he descrito y luego se sentaron y se integraron. No he sabido si alguien experimentó algún problema al salir. No pasó con nadie del grupo grande del que yo formaba parte al salir.
Al final, todos cantamos La bayamesa, el himno de Perucho Figueredo e Isabel Vázquez, el himno de todos los cubanos: el grito que en Bayamo anunció la decisión de una Cuba independiente, libre y justa, sobre las cenizas de sus propias casas.
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Al regresar a casa, compré pan, sobre las tres de la mañana, en la panadería de 23 y 12. Había pan caliente, una mujer soñolienta, con nasobuco y un naylon correctamente colocado en las manos para no tocar el pan. Le dije: “buenas noches, compañera”.
Uno de mis maestros, Antoni Doménech Figueras, me enseñó que el origen etimológico de “compañero” es “el que comparte el pan”. Su uso actual estaba ya extendido entre los gremios de panaderos europeos siglos atrás. De ahí pasó al uso político del “compañero” en la tradición socialista. No desaproveché la oportunidad de decirle compañera a la panadera. Me respondió cortésmente: “buenas noches”.
No pude pegar ojo después hasta al menos las 5 am. A poco me levanté para escribir estas cuartillas. Mientras tanto, estoy oyendo a Santiago Feliú y le he pedido a uno de mis hijos que vaya a buscar los huevos a la bodega. Me siento tranquilo. Ha sido una noche larga.
Notas:
1 Le he pedido permiso a Mario Castillo para citar esas frases suyas.
2 Le he pedido permiso a Royma Cañas para citar esas frases suyas.
Solo en Cubita la Bella la noche culmina así, y bien lo sabemos los que hemos vivido fuera del país.
En otros sitios, tal vez también exista la paz, pero que un viceministro atienda directamente a un grupo de personas tan rápido, no sucede en el mundo MUNDIAL y si alguien tiene otra vivencia que lo haga saber.
En otros sitios, muchas demandas se publican en la prensa y esa presion mediatica obliga muchas veces a los ministros a responder, o a renunciar, en otros sitios no se impide a nadie a salir o a entrar del pais por tener una opinion distinta, en otros sitios no hay tanta hipocresia politica durante 60 años de haz lo que yo digo pero no lo que yo hago, en otros sitios las acciones y los viajes glamourosos de los parientes de los que gobiernan se publican, en otros sitios no se hace un programa de TV donde solo participan los representantes del poder, …Quiere que te siga diciendo cuantas cosas mas suceden en otros sitios?
en otros sitios hay muchos muertos
usted ha alguna vez leido a Marti ….o a maceo ? a ellos les asustaban los muertos o la falta de ibertad ?? O mas recientemente ha leido a Fidel Castro o al Che ?? A estos que le importaban mas …..los muertos o el futuro brillante ???
En otros sitios, son miles los muertos por Covid, y a las autoridades no les importan, en otros sitios asesinan a manifestantes, en otros sitios los representantes del poder comparecen en tv para mentir al pueblo y fajarse entre ellos, en otros sitios torturan a ciudadanos, en otros sitos no hay bloqueo… Tantas cosas pasan en otros sitios,…
Que poco conoces del mundo hermano .!!
Menos mal que alguien dice esto. Muchos cubanos creen que “afuera todo es perfecto” y no se percatan de la perfección que tienen dentro.
pero es que en el mundo mundial donde se respetan los derechos y hablar y pensar no es un delito,no hace falta eso !!! los derechos no hay que pedirselos a un ministros…se tienen y ya !!
El solo hecho de tener un Ministerio de la cultura suena raro !!! un jefe de departamento de asuntos cuturales,seria suficiente…..la cultura y su expresion no deben estar sujetas a tanta reglamentacion !!!!
Cada cierto tiempo, en cada generación ocurre algo así. Es la falta de memoria histórica, no suenan como mercenarios sino como marionetas. Palabras hermosas para disfrazar la malicia de algunos, la desidia de otros, la incongruencia de casi todos. Si desearían el bien de Cuba.no recibieran el apoyo de personajes como Pompeo y personajes parecidos. Los que trabajamos, estudiamos y luchamos REALMENTE por este pais no tenemos tiempo para ju3gos intelectuales. La reunión debió ser con el embajador americano para reclamar el cese de la hostilidad y asi poder otorgar derechos que por el momento es imposible otorgar so pena de perder la soberania y la wstabilidad interna. Ese coqueteo con el imperio le ha costado a muchos paises muertes y soberanía.
Necesaria la lectura de este reportaje, para mí poético, de lo sucedido ante el Ministerio de Cultura el 27 de noviembre.
Nada será igual después de este día y espero que sea para mejor. El civismo y la inteligencia de los que allí estuvieron deja muy claro que a estas alturas no cabe la represión policial ni politica. Tendrá que aprender, la dirigencia del país, que opinar distinto no es atentar y que tener esperanzas y perseguirlas es un derecho, incluso una obligación.
He leído estas cuartillas escritas con el Alma y el Corazón xq desde la primera palabra yo sentí una empatía irresistible por todo lo que leí de un sorbo, me sentía allí xq nunca me hubiera perdido un despertar tan tardío pero tan a tiempo de que El Tiempo nos tache otra vez de Cómplices de los que siguen como si fuera una Sucesión Maldita EL ROBO DE NUESTROS DERDCHOS DESFACHATADAMENTE
Me emocioné mucho con el Himno Nacional de Perucho Figueredo y Cantar y cantar xq la Música es nuestra Arma mas fuerte.
SOLIDARIDAD ABSOLUTA Y PLACER COMO EN UN CONCIERTO, EL CONCIERTO DE TODOS LOS CUBANOS
Ahora me gustaría que ese mismo grupo que tuvo tiempo de ir al MINCULT a dialogar saquen un chance y se presenten en la embajada americana y por medio de otro diálogo exigan el cese del bloqueo a CUBA para que esos h.. de p… no se sigan inmiscuyendo en los asuntos internos de Cuba. Creo que sería una buena acción en favor del entendimiento con los americanos.
Ciertamente necesitamos cambios pero ciertamente así también se gestan las revoluciones de colores. Está entre las técnicas básicas del manual de instrucciones para propiciar cambios de régimen. Y en muchísimos casos las causas del estallido original son legítimas, el truco está en subvertirlas y encausar esa masa para que sea la fuerza motriz de cambios que al final les serán perjudiciales. Véase como ejemplo reciente y cercano lo que ha pasado en Brasil: comenzaron protestando por la subida del precio del transporte y terminaron con Bolsonaro. También el gobierno puede aprender del caso brasileño: el no buscar una salida por la izquierda y no escuchar las legítimas peticiones de los más humildes los llevo a la pérdida del poder. El gobierno tiene que aprender a lidiar con la diversidad de criterios pero sin caer en la más mínima ingenuidad. Qué cambios nos podemos permitir sin caer en la inestabilidad y terminar en un estado peor de las cosas? Mejorar la comunicación y la información política: los espacios noticiosos y de “debate” actuales son aburridos, evaden la discusión de los problemas reales y usan técnicas comunicativas que no enganchan a los más jóvenes. También hay que lograr cambiar las cosas para que los jóvenes quieren permanecer en Cuba y crear en Cuba, para que quien vive afuera y quiera aportar algo que no sea dinero pueda hacerlo. Creo que Tagore fue quien dijo que si se le cerraba la puerta a todos los posibles errores la verdad también quedaría afuera.
Los grandes cambios en la humanidad los han pensado y arengado los inteligentes, intelectuales, pensadores y diferentes pero los han llevado a la práctica los necesitados, los de abajo, los explotados, el pueblo que sufre….. Si el pueblo que sufre no está de alguna forma comprometida mezclado con los pensadores, como ustedes ( a los cuales les doy crédito por lo que hicieron) no habrá cambio, todo quedará en lo que fue …una hermosa noche con luna llena donde amigos del gremio nos reunimos en una experiencia soñadorallena de utopía, de la que solo quedará el regocijo de haber estado o el desengaño de una idea moribunda…. HAY UN SOLO CAMBIO QUE EXIGIR
Cual es ese cambio??
Hagamos la patria inclusiva de Martí “Con todos y para el bien de todos” siempre a base de honestidad, respeto, hermandad, absoluta decencia, y con una limpia comprensión de ideas,criterios y realidades. Sin cabida para la doblez, la hipocrecía, la manipulación, las ínfulas individualistas, los caprichos y las ingenuidades. Hay mucho en riesgo, y eso no puede ser ingorado o soslayado por un segundo…
Me parece que usted ha sido el unico equivocado cuando señala que los “que sienta que debe defender “la revolución” contra lo que sucedió ayer, que lo haga, pero también se equivoca”. Usted o es ingenuo o realmente esta comprometido con las razones más hostiles contra el país. Usted no ha visto los mensajes de Pompeo, de Almagro, y de los representantes de la embajada de EU. Ninguno de los problemas que se le asocian a las instituciones cubanas y en particular a la cultura, como la falta de comunicación, censura y dialogo con los jovenes artistas, puede ser tomado como razón para comulgar con los que quieren destruir la Revolución Cubana, la creadora y formadora de esos mismos jovenes.
La pelea contra la burocracia y lo mal hecho hay que saber darla con inteligencia y audacia, porque tenemos dos fuerzas extremas las que no quieren los cambios para mejorar nuestro país y las que quieren ver destruida la Revolución. Pero es abominable que en el medio de los esfuerzos que esta haciendo la dirección del país contra la pandemia en un país bloqueado por la potencia màs poderosa del mundo que nos ha llenado de medidas para paralizar la economía y el país, usted venga a decir que estamos en presencia de la “la esperanza es sobre Cuba, sobre el mejor futuro del que somos capaces. El futuro que nos merecemos.” No se que esperanza se puede esperar de personas que han aprovechado de forma oportunista para exponer sus reclamos culturales, en uno de los peores momento que vive el país a pesar de todo el esfuerzo de los mèdicos, cientificos , estudiantes, trabajadores, para poder salir de una pandemia y resistir al bloqueo.
Por muy justas que sean sus peticiones a las instituciones se han dejado manipular, otros como usted han pecado de ingenuidad artístico cultural, y han seleccionado mal el momento. Siempre ronda una pregunta, si tanta inquietud acumulada tenían ¿Por que no lo hicieron oportunamente antes, frente ante cada acto institucional que los afectaba? La causa puede ser justa pero con los aliados que escogierom verdaderamente pone en duda su defensa de la libertad y la justicia
jorge me uno a su comentario..muy certero,hace falta q. el periodista de su replica,por lo menos ami no me convencera .
Soy un hombre de cultura y de diálogo. Pero para mí, querido Guanche, Revolución es sinónimo de defensa de la soberanía. Con esa premisa por delante podemos discutir de todo. De todo. Explíquenme ahora ¿cómo se puede discutir nada intentando imponer qué medios deben estar presentes en una discusión. ¿No son los contenidos los que importan? Pero veo que algunos quieren sacar filo de la buena voluntad de las mayorías.
Que lindo, que poetico todo,..un grupo que se unio sin previa cita y leer poesia frente al MINCULT. Hermanos todos en el bienestar comun de todos los cubanos, me brotan lagrimas del corazon, que palabras mas bellas,coloridas y bien intencionadas del autor, que texto tan bien escrito y pensado.
Ahora bien hermanos, hay una reallidad innegable y es que no se quien les dijo que van a llegar lejos juntandose y aliandose a los de MSI que son indefendibles. Cuando menos echaron a perder todas las buenas intenciones que pudieron haber tenido, dejandose manipular por los mal intencionados que despues mandaron la dichosa cartica que no tenia nada de poetica pidiendo sones, obviamente los que la idearon no conocen la sicologia del cubano comun, para pensar que el gobierno iba a reaccionar de otra manera, a no ser que ese haya sido el objetivo. Todo se diluyo y los embarcaron a todos. Vamos a pensar un poquito por favor que estoy seguro que algo mejor puede hacerse por los propios artistas de Cuba de buen corazon y bien intencionados si es que de verdad eso es lo que quieren.
Felicito a Guanche por este honesto y sincera cronica me molesta que lo cuestionen por su postura transparente e imparcial buscando la objetividad academica y cierto distanciamiento pero tantos los que discrepan de sus ideas como loos que lo apoyan tienen el derecho de expresarse libremente lo que me molesta es que muchos intelectuales cubanos adectos a oficialismo continuan reproduciendo el discurso oficial y las teorias sobre revoluciones de colores y las Primaveras Araves cosa que es una realidad y que no dejo de reconocer la existencia de factores externos que han intentado aplicarla en cuba, pero lo que sucedio el 27 N fue la antesala de un estallido social desde los artistas e intelectuales que siempre han sido visionarios en cualquier sistema, ha sido la reaccion del cumulo de problemas e insatisfacciones legitimas a expresarse por cambios imposteragables en la sociedad cubana que no deben ser reprimidos, cuando el discurso oficial siempre han promovido el dialogo y el debate de ideas y pensamiento, pero en la realidad es una falacia y una gran mentira, mientras continuemos realizando actos de repudio a otros hermanos por pensar diferente y tener el derecho a tener otra ideologia el futuro de cuba sera oscuro y triste y mas cubanos seguiran viendo como unica salida el exilio, yo como otros intelectuales cubanos no quiero un final para Cuba cmo el Rumania como sucedio con Ceseseuscu pero lamentablemente si el regimen no abandona las practicas represivas ese podra ser el escenario posible pero no deseado de lo mas profundo de los que amamos Cuba, esta isla sufrida no todos los que estaban ese dia son mercenarios como los oficialistas llaman para descalificarlos, y lo mas triste que aun ay quienes niegan que no usaron gases lacrimogenos, pienso que ese acto desesperado y erroneo condeno la Revolucion cubana y sepulto lo puro que quedaba de ella, cuba necesita una reconstruccion total y una reconciliacion nacional.