Hace algo más de un mes tengo un bateo de plomería en casa. No entraré en detalles, pero es desagradable, el tipo de percance al que uno no debería simplemente resignarse y aceptar como parte de los designios divinos, coexistir con él asumiéndolo como punición merecida por pecados cometidos o heredados. No, es algo que tengo que resolver. Y la manera de solucionarlo es contratando un buen plomero. Y ahí comienza el pintoresco Via Crucis al que se expone cualquier cubano cuyo habitáculo necesite reparaciones o mero mantenimiento doméstico… es decir, cualquier cubano.
Plomeros, albañiles, carpinteros y demás trabajadores especializados no constituirán la verdadera aristocracia criolla, pero a menudo se comportan como tal. Localizarlos es difícil; lograr que se comprometan casi imposible; hacer que cumplan su promesa, una absoluta quimera. Sin embargo, el amigo que te da su teléfono siempre dice “ah, yo conozco un plomero buenísimo”, así, sin medias tintas, como implicando que si no llegan a un acuerdo o algo se malogra la culpa será tuya, pues el tipo viene avalado.
No me cabe duda de que cuando aprenden el oficio, a esos esforzados profesionales se les exige también memorizar frases como “uf, ahí hay que levantar el piso” o “¿Dónde fue que yo vi hace poco una pieza como esa?”: estratégicos bocadillos que, junto a un dramático enarcar de cejas cuando les expones tu problema, constituyen parte del ABC gremial. De lo único que se puede estar seguro en el Universo es de estas tres verdades absolutas:
– El 90 por ciento de los juguetes infantiles son total o parcialmente amarillos;
– No hay razón sensata para que Tarzán esté invariablemente afeitado;
– Nunca, bajo ninguna circunstancia, ni siquiera a sabiendas de que así provocaría una hecatombe nuclear, un plomero o un albañil irá a tu casa el día en que aseguró que iría.
La cosa es peor cuando les explicas tu drama por teléfono y se huelen que tu apartamento es modesto y tu economía de clase media. Si vives en Nuevo Vedado o Miramar y eres el feliz propietario de una casa de cinco cuartos, o te compraste un apartamento que clama por una reparación capital, los del Santo Oficio se adherirán a ti como una rémora, ante la perspectiva de un trabajo dilatado que duplicará su buen nombre y su fortuna, y llevarán toda una brigada ya el segundo día –nunca el primero: noblesse oblige.
En cambio, para algo menos complicado y un hogar corriente, dirán que tienen muchos encargos a la vez, que en cuanto terminen la sumamente especializada faena que ejecutan en el Hotel X verán si pueden hacer un huequito para lo tuyo, que vendrán un día de estos, a lo mejor para la semana que viene… “Un día de estos”: esa es otra frase mágica que no significa nada, que crea la falsa ilusión de un compromiso. Me encantaría conocer un día de aquellos.
Luego, claro, el acuerdo inicial de costos no se cumple nunca. Siempre aparecen imprevistos, piezas que hay que reemplazar inesperadamente –piezas que, por lo visto, ya se fabrican rotas– más cemento a comprar, un transporte que hay que pagar para traer la piedra de Jaimanitas… La mayoría de las veces hay que encargarse también del almuerzo de los obreros, y es ahí donde uno descubre que “cualquier bobería, un pancito con algo” tiene detrás un Jesús que los multiplica. ¿Dije el acuerdo de costos? Bueno, el de tiempo es peor. Si tu película es vivir cien años, como diría Sabina, concierta con un albañil la muerte o el fin del mundo.
Uno puede apostar a que, de cada diez hogares cubanos, por lo menos en cuatro hay media docena de sacos de cemento apilados en un rincón, testigos mudos de una reparación que probablemente haya iniciado el abuelo y se ha extendido por generaciones. Si eres extranjero, podrías creer que se trata del último grito local en materia de decoración: “pues sí, la hija del viceministro tiene tres sacos de cemento en la sala, monísimos, niña, dicen que lo copió de una revista en que salían fotos de la casa de Jennifer López…”.
Si tienes mucha, muchísima suerte, al cabo de unos pocos quinquenios solucionas tu problema, aunque la solución implique tres raleas de azulejos en el baño, una llave de agua hipertrofiada y en colores chillones donde antes había una discreta, funcional y metálica, y un tubo (“para ir tirando, en estos días yo consigo el que es y vengo a instalártelo”) en medio del baño o la cocina. Eso, repito, si tienes más suerte que Luciano. Si eres un ser humano corriente, sabes que tienes unos días, tal vez dos semanas de felicidad hasta que se rompa otra cosa. O lo mismo. Y vuelta a empezar.
Aqui tenemos a Home Depot sorry
Jajaja… ta bueno el post este!!! e vero mio caro… verísimo lo que escribes!!!
En mi casa mi hija me dijo el otro día en tono jocosoburlón la muy cabrona que por qué no poníamos un cuarto donde ahora estaba el baño… y yo encabronao… pero el problema es que el bidet hace años que no funciona, el lavamanos por el estilo y eso que tiene dos llaves, ambas KO, la taza traga con dificultad y se sale el tanque un chorrito invariable a pesar de haber gastado varios salarios en herrajes, y para rematar la ducha eléctrica se rompió ahora en el invierno… lo único que funciona es el tragante del baño y estamos rezando porque no se tupa… y todavía la muy graciosa se rie… que cosa!!!
@Manolo, aquí tenemos los de enfrente a Carlos III. Y? No basta con la pieza. Hace falta quien sepa ponerla!! Pero mi venganza será dulce!!! Los plomeros/albañiles/carpinteros , como tienen dinero, tendrán PC. Y se les romperá. Y acceso a Internet. Y se les desconfigurará. Y ahí es cuando yo les diré: un día de estos… Ja!! 🙂
que soso
“Santo Oficio”, Estos personajes realmente sienten en su propia carne lo que cuesta el trabajo físico, no creo tengan la culpa directa de sus altos precios y su falta de compromiso, simplemente están fuera del halo de tergiversación que rodea el sentido del trabajo en Cuba. Están adelantados, por mucho anos, a los que trabajan a la sombra.
Tengo algunos oficios en mi haber. En unos mas diestro que en otros. Ademas soy periodista. Si. Aprendi los oficios porque no tenia dinero para reparar mi casa. Y porque en aquella epoca tampoco tenia oficio… y lo que aparecia era eso, ayudante de… HAsta que pude estudiar. Asi que ademas de mantener mi casa con todo funcionando, ahora soy el doctor de la de otros. Y antes de que me preguntes, no me dedico ya a estos oficios, mas que todo porque no tengo las herramientas pues las cambie por una PC que es la herramienta del oficio de periodista. Por cierto (que no es tu caso, mas que todo por la envergadura que sospecho tiene tu problema) cuando me llaman para cambiar pequeñas cosas como una zapatila o poner un tomacorriente, si es hombre el cliente, le cobro el doble. Si me llama una mujer y encuentro que tiene marido en casa, igual. Sera machismo pero no entiendo la gente inutil en casa. Yo no soy extraterrestre y las reparaciones menores hasta los años 80 se enseñaban en la secundaria.
Este año debo construir un pequeño cuarto para lo cual no necesito contratar mano de obra, obviamente lo hare yo. Pero tengo que comprar los materiales. Y ahi si que llego y paró. Si crees que los plomeros y demas colegas se comportan como aristocratas, llegate a los rastros a comprar y veras la nube prieta que se levanta sobre ti impidiendote la entrasa y proponiendo lo que adentro cuesta centavos en cientos de pesos. O llama a algun anuncio d e los de Revolico para contratar materiales y como no pidas minimo 10 metros de arena, nadie te vende. Y de los periodistas no te voy a hablar para no pisarle la manguera a los tambien colegas del gremio.
Te lo voy a poner facil Eduardito.
Dile al amo de la finca que le suba el salario a los profesionales porque mientras un ingeniero gane 20 dolares al mes y no sea capaz de exigir el salario justo por su trabajo seguira viendo caro como tu el costo del trabajo de un plomero, albañil o carpintero los cuales si exigen el salario justo por su trabajo y se lo exigen a los que no tienen valor para exigir el de ellos.
Eduardo, para que te sientas mejor, llegate q San Diego del Valle, en Villa Clara. Alli los albañiles no cobran por obra, sino por dias. Ya se q suena absurdo y q el albañil puede majasear todo lo q quiera; pero es asi y punto. Ah, tambien les ponen almuerzo, incluso algunos hasta piden el menu. Cosas de mi Cuba…
y que me dice de la compra de losas para mecetas y baños,,, llevo 3 meses buscandolas, despues que parecieron llevo 15 dias para conseguir la blancas q entra un parle y se desaparece como si existiera magia y luego las que llegaron a 12 cuc te las venden en 18 cuc como si fueras bobo,,, y nadie ve y nadie actua y al final todos se venefician los que estan cerca de esa situacion
Los plomeros y albañiles nada más? Los técnicos de refrigeración, los técnicos de lavadoras, televisores, con lo caro que te sale llevarlos hasta su casa para dejarlos ahí (unas cuantas semanas en el mejor de los casos) y si no vas una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez a ver si terminaron el erreglo no te los llevas nunca. Otra cosa parecida son los carpinteros, y así podría mencional otros 20 oficios más, y eso que yo soy de Baracoa, un pueblo chiquito y bien oriental, donde estas cosas se supone están desestimadas. Así no se puede, encontrarte a un técnico, del tipo que sea, que te de un servicio a domicilio rápido y de calidad es una sencillamente imposible. Deben haber excepciones. Yo no las he encontrado.
Es el precio que hay que pagar por vivir en un país del submundo.
Ando buscando una dos “T” de 90 y una mocheta de 90 tambien. Gracias
un machete del ´90 ???
“Nunca, bajo ninguna circunstancia, ni siquiera a sabiendas de que así provocaría una hecatombe nuclear, un plomero o un albañil irá a tu casa el día en que aseguró que iría.” Frase tramposa. “Ir a tu casa” =(así) “provocar una hecatome”. Entonces la idea es la contraría: “Nunca, bajo ninguna circunstancia, ni siquiera a sabiendas de que así EVITARÁ una hecatombe nuclear…”