El tema de la semana
es “la huelga” de almendrones
y cuántas complicaciones
crea el transporte en La Habana
en una intensa semana
de libros y de lectura.
Moverse es una aventura
¿Y no será, compañeros,
un complot de los boteros
contra la literatura?
Muchos boteros parquearon
sus carros y no dan viajes.
Las leyes sobre pasajes
y tarifas molestaron.
La nota que publicaron
en nuestra prensa oficial
en el gremio cayó mal.
¿No será que los boteros
boicotean, compañeros,
la FIL en la capital?
El gobierno hace una nota
y la prensa la publica.
Se legisla, se rubrica
y el Gremio Almendrón “explota”.
(Aquí va una palabrota
que empieza por “c”, de “craso”).
Y el Gremio Almendrón, ni caso.
Poderoso caballero
es el señor Don Dinero.
(Huelga el comentario: paso).
El asunto es que siguieron
operando por su cuenta,
cobrando la misma renta
aunque leer, sí leyeron.
Parece que se ofendieron.
“Mi carro es mío” (un chofer).
“Que no monten” (la mujer
del mismo chofer de antes).
¿Huelga? ¿Plantón de volantes?
¿O un pulso con el poder?
La actitud de los boteros
ha sido –con tono recio–
decirle el cliente el precio
antes de montar, sin peros.
Todos los almendroneros
dicen lo mismo: “¿Sí o no?”
“En mi carro mando yo”
es el slogan no escrito.
¿Cumplir la ley es delito?
“Que cumpla el que la escribió”.
En fin, la FIL afectada
por un bloqueo “sin norte”.
Hay bloqueo del transporte
y la lectura “embargada”.
¿Embargada o embarcada?
La gente no sabe bien.
El estrés viaja también.
El business marca el programa.
¿Y dónde estará Lezama?
¿Y qué pensará Guillén?
¿Y qué va a pasar ahora?
Si no hay guaguas ni almendrones
ni tranvías ni camiones
quién va a llegar a su hora?
¿Y yo qué sé? (una lectora).
¿Y yo? (un futuro lector).
“¡Esa norma es un error!”
“¡Esa norma es necesaria!”
“¡Ay, nuestra tragedia diaria!”
“¡Este remedio es peor!”
En fin, que los almendrones
vuelven a primera plana.
Otra vez está La Habana
repleta de peatones.
Razones y sinrazones.
Argumentos encontrados.
Y como hay en todos lados
gran disgusto popular
es mejor dejar hablar
a todos los afectados.
Almendrón 1 (un Chevrolet):
Yo solo sé que la gente
tiene cara de cansada.
La ciudad paralizada
y yo, un Chevrolet decente,
rodando vacío. Miente
el cabrón del dueño mío.
No me gusta andar vacío.
No me gusta lo que veo.
Señores, esto está feo.
Ya ni en mi sombra confío.
Carro particular (un Lada):
Mira, está raro el ambiente,
yo soy un particular,
pero de verdad, pasar
por delante de la gente
vacío es algo imprudente.
La Habana paralizada.
La gente malhumorada.
Los choferes protestando
y a mí esto ya me está dando
vergüenza rusa de Lada.
Peatón 1 (una señora de 40-45 años)
Yo soy cubana de a pie.
Ama de casa y soltera.
Tengo un “fula” en la cartera
y qué va a pasar no sé.
Solamente les diré
que siempre pierden los mismos.
Florecen los egoísmos.
No hay guaguas, no hay almendrones.
¡Y estoy hasta los… calzones!
¡Que afinen los mecanismos!
Peatón 2 (un obrero)
Yo quería ir a la FIL
porque soy un buen lector,
pero qué agobio, qué horror,
qué ingenuo, qué pueril.
Los carros pasan a mil.
No recogen ni poetas.
Las guaguas están repletas
y las paradas igual.
Surrealismo tropical.
Kafka es un niño de tetas.
Peatón 3 (un estudiante):
Yo quise ir a La Cabaña
para la Feria del Libro
y no pude. No equilibro
lectura y transporte, hazaña
que se está tornando extraña
en bocacalles y aceras.
Botelleros, botelleras,
todos “fajando” un asiento.
Esto parece un mal cuento
de Luis Rogelio Nogueras.
Peatón 4 (un jubilado):
Yo quería ir a comprar
el libro de Chavarría
y me pasé medio día
sin moverme del lugar.
Vi a dos choferes gritar
¡Adiós, muchachos! (qué crueles).
¡Allá ellos! (qué niveles)
y me dio ganas a un Lada
de meterle una patada
en El ojo de Cibeles.
Almendrón 2 (un Ford del 54):
Yo ser carro americano
ni hablar español saber.
No entender ni a mi chofer,
no entender bien al cubano.
Yo, ser carro veterano.
Yo, buena carrocería.
Yo, gringo con cubanía.
Yo, diferencial de Lada.
Yo no entender casi nada.
Yo… ¡Cuidado!… ¡Un policía!
Un turista:
En mi país los taxistas
todos están regulados.
Hay leyes, van sindicados
o son cooperativistas.
Estos pleitos socialistas
son una contradicción.
Por previa regulación
es que esos carros se mueven
y guste o no, todos deben
cumplir la legislación.
Un inspector (que tiene frenillo y habla arrastrando la erre):
Bueno días, compañerro.
¿Cuánto vale la carrerra?
¿Diez pesos? ¿Cinco? ¿Y qué esperra?
¿Ser rico con el dinerro
y con el sudorr obrerro?
¿No le parrece un descarro?
¿Sabe usted que si lo agarrrro
cobrrando con indecencia
o le quito la licencia
o le decomiso el carrrro?
Peatón 5 (un niño lloroso, con hipo y discurso entrecortado)
Yo quería /// ir a la Feria
para comprar Chamaquili
le saqué la mano /// a un Willys
y no paró /// ¡qué miseria!
Mi mamá /// se puso seria
pagó un taxi /// (con rebajas).
Pero /// hasta aquí /// las ventajas
son para /// los nuevos ricos
No alcancé. /// Los “merolicos”
se los llevaron /// por cajas.
[el niño estaba a punto de comenzar una perreta,
y conmovido un almendronero le dijo a la madre:
¡venga, señora, que yo la llevo gratis]
Un botero ilegal:
Yo soy botero ilegal.
Es decir, taxi “de urgencia”
pero sin tener licencia,
soy taxista “extra-oficial”.
Y a mí, todo me da igual.
¿No hay almendrones?, mejor.
Muevo el precio. Hago un favor.
Me considero un buen hombre.
Mi enemigo tiene un nombre
inconfundible: Inspector.
Un almendronero:
No entiendo esta propaganda
negativa y pendenciera.
¿No decían que esto era
cosa de oferta y demanda?
En mi carro nadie manda.
Estoy harto de este esquema.
La población que no tema.
[sonríe, irónico]
Yo guardo el carro y, chavales,
que las guaguas estatales
solucionen el problema.
Un traficante de combustible:
Mira, yo sigo vendiendo
“por detrás” la gasolina
y el petróleo. Es una ruina
lo que ahora está sucediendo
y esto me afecta. Es tremendo.
Si dejan de circular,
¿yo cómo voy a “inventar”
para vestir y comer?
¿Cómo voy a “resolver”?
¡Y resolver no es “robar”!
Un taxista estatal (de turismo):
A mí no me afecta nada.
Mis clientes son los “yumas”.
Tú, botero, no presumas,
que no entiendo tu jugada.
Todos sacamos tajada
de la mala situación
del transporte en la nación.
¡Menos mal que el turismo
el negocio no es el mismo!
¡Que los “yumas”, “yumas” son!
Un guagüero:
Ya sé de la mala fama
que tenemos los guagüeros,
pero, coño, compañeros,
es que el transporte “está en llama”.
Está oscuro el panorama.
Muy dura la situación.
Y yo, un mago del timón,
estoy, si la cosa fragua,
loco por soltar la guagua
y comprarme un almendrón.
Un funcionario (con carro propio):
Qué pena me da esa gente,
tan sudada, tan cansada.
Yo no me entero de nada,
mas no soy indiferente.
Doy “botellas” diariamente.
Contribuyo en lo que puedo.
No hay almendrones, qué enredo.
¿Una huelga de almendrones?
¿No es mejor de peatones
y san-se-acabó? ¡Qué miedo!
Una parada de guaguas:
Hace años no me sentía
tan contenta, la verdad.
Está toda la ciudad
haciéndome compañía.
Una parada vacía
es una angustia, una pena.
Otra vez en esta escena
yo soy la protagonista.
¡Soy feliz! ¡Qué reconquista!
¡Soy una parada llena!
Resumen y conclusiones
¿Resumen y conclusiones?
Todo esto es literatura.
Metáfora pura y dura
esta “huelga de almendrones”.
Literarias proyecciones
de fuerte impacto social.
Performance escritural,
transporte performativo.
Vaya libro interactivo
se ha vuelto la capital.
Locomo-literatura,
creación de los cubanos.
Un libro escrito a dos manos
entre Senel y Padura.
Un libro con tapa dura
e impresión bajo demanda,
o un libro con tapa blanda,
fuente Garamond, off-set:
“La fiesta del Chevrolet”.
“Cuba, levántate y anda”.
En fin, la FIL ha crecido
en distintas direcciones
y La huelga de almendrones
es el libro más vendido.
Ya todo tiene sentido.
Ya comprendo esta materia.
Ya entiendo –la cosa es seria–
que no hay que desesperarse.
El transporte va a arreglarse
cuando se acabe la Feria.
Es cierto Alexis…solo hay un culpable: el pueblo, ah y los choferes de almendrones
Solo falto el criterio del dirigente burocrata del Ministerio de Transporte que nunca en su vida ha puesto un pie en una guagua o en un almendron, porque tiene carro, gasolina, piezas y taller pagados a cuenta de Liborio.
Pimienta, por que no pusiste la “pimienta” en ese grupo de carros estatales que usan los burocratas-dirigentes, mas en funcion particular y familiar que de trabajo y lo mas importante que son muchisimos mas numerosos que los almendrones?
Un “cuadro” (con carro estatal)
Pena no me da esa gente
Tan sudada tan cansada
Yo no me entero de nada
Porque mi “chino” es caliente.
Solo subo ventanillas,
con sus colores oscuros
y trepo raudo el muro
de La Cabaña a mil millas
Eso de los almendrones
Nada tiene que ver conmigo,
Mi carrote me lo dieron
Como estimulo de “amigo”
A mi solo me preocupa
Cumplir puntual al Ministro
Y yo no cobro por tramos
Ni me pagan los mirones
Eso del transporte publico
A mi nada me interesa
Cada uno en su cabeza
Busca propias soluciones
Lo mio son Resoluciones
Papeleo duro y puro
Y que de mi gasolina y piezas
no se olviden los jefones.
No comprendo este barullo
De almendrones y de guaguas
Solo me interesa la magua
Para mis buenas vacaciones.