Recibí su llamada una tarde aburrida pero hermosa, una de esas tardes en que nada esperas, nada necesitas, estás complacido por tan espontáneo y simple brote de belleza. Todo, fuera de mí, parecía perfecto. Dentro, no andaban bien las cosas: la soledad acumulada durante ocho largos años, colmaba mi paciencia. Estaba exhausto por la espera.
El móvil sonó justo cuando me daba por vencido. “Buena tardes, Sr. Cancio”, dijo, “usted no me conoce, tengo un encargo para usted”. En verdad no me dijo, en verdad me susurró al oído. Me sopló delicadamente sus encantos. “Hola, ¿quién eres?, ¿qué deseas?, ¿cómo te puedo ayudar?”, pregunté con cierta rudeza y frustración, por la espera, la interrupción. “Soy Dayri”. “¿Quién?” ”Dayri”, repitió con infinita dulzura. Lo sentí.
Inmediatamente. Era ella a quien esperaba, juro por dios que lo supe. Sí, era ella, mi mujer, mi hembra, mi compañera para toda la vida, mi vida, mi todo. Inconscientemente, con la autoridad de una diosa, intentaba decirme un mensaje, no sé qué cosa, sin imaginar que, sin la más mínima resistencia, me conquistaba. Quedé inerte, nada podía hacer para evitarla. Me rendí lentamente ante cada una de sus palabras. Sin conocerla, ya la necesitaba, la deseaba. Llegó en el momento preciso, oportuno. Llegó sin buscarla, por obra y gracia de la naturaleza divina.
Me tomó casi seis meses convencerla de que era yo a quien ella también esperaba; otros seis largos meses sin tan siquiera saber cómo lucía, si era fea o bonita, alta o baja. Pero, ¡qué divina espera!, ¡qué espera tan merecida! A algunos la espera los maltrata o los desespera. Mi espera fue justo la dosis necesaria de tiempo para cultivar una ilusión, potenciar la conquista, enamorar a un ángel.
Han pasado 7 años desde aquella agradable tarde que sanó mi vida. Dayri es una mujer extraordinaria, una diosa en cuerpo de mujer, mi musa, mi inspiración, el bien que cura mis males, mi amor. Hoy lleva mi apellido. Yo hubiera heredado el suyo con gusto, con tal de tenerla. Hemos vivido una experiencia inimaginable. Contarlo en detalle me es imposible. Un amor intenso, pleno, completo, maravilloso. Difícilmente exista un poema o novela de amor que nos haga justicia. Pobres Shakespeare, Benedetti, García Márquez. Pobre autor que recurre a su imaginación para contar historias de amor. Una experiencia así se vive. Hay que vivirla para después contarla. Y siempre, Dayri, lo más importante queda por decir.
Uyyyyy pero que intenso! Nadie sabe lo que es el amor, excepto el que lo siente.
*pablito
Linda crónica periodista, me has dado aliento, ya sé que vale la espera. Gracias.
Sí, pobres Shakespeare, García Márquez, Benedetti y así sucesivamente.
Hola senor cancio es tierno saber que usted hable asi de su esposa si mucho otros tuvieran el corage de retratarnos como diosas que dichoso seria el mundo, felicidadesy muchos anos de suertes con su amor disfrutelo si larga fue la espera mas intenso es el amor suerte .y gracias por leerme mi comentario
Lo felicito, ese sentimiento y reconocerlo, de seguro lo hace aun mas feliz!!!!
que bella historia….
Eres todo un caballero, un hombre seguro de si mismo que sabe reconocer que el amor de su mujer lo complementa. Bravo!
Esta bella historia me aníma a tener paciencia y no rendirme nunca, se que llegara mi amor correspondido!!
El que como yo les conoces , sabe que se adoran, compartir en lugar , un rato con los dos es darse cuenta que el amor está entre sus miradas, al final en tus adentros , te dices cuanta envidia, felicidades Hugo y. Dayri
Bello este articulo ,solo los que han probado de ese elixir saben el valor de tu escrito ,enhorabuena y cuidense hasta el final de los tiempos
Empecé a leer porque me llamo Dairy, y tengo que confesar que me encantó el escrito. Hermosas e inspiradoras palabras. Tu esposa es una mujer afortunada.
Que manera tan sutil y no deja de ser soñadora y bonito … Y todo para engancharme a Oncuba!? Nó! Se lo agradesco
PERO NO! Me alegro mucho por su felicidad,la de ambos pero cuando realmente los temas de Cuba sean de verdadera transparencia y me digan la realidad del cubano de a pie en su revista… Entonces entrare sin romanticismos para informarme del día a día en la isla.
Sr. Cancio: Usted veo que es un hombre romántico. No me llamo Dayri, me llamo Ramón y soy médico. Me fui de Cuba en 1998 y desde entonces me han negado la entrada a Cuba y tengo un hijo que no veo desde entonces. Yo no quiero una dama dulce, agradable, etc. sólo quiero abrazar a mi hijo. Usted que la vida le va tan bien, con sus estrechas relaciones con Cuba, ¿que opina de estas medidas represivas contra un médico? ¿Lo cree justo? ¿Su felicidad se sustenta con el sufrimiento de otros? Muchas gracias.