Siempre me han gustado los patios, las cuatro casas que rodeaban la mía tenían grandes patios que se entrelazaban el uno con el otro y los convertían en un inmenso campo de fútbol, al menos así lo recuerdo.
Árboles de naranja agria, limón, anón, mamoncillo, poblaban los patios de mi niñez…
Analizándolo bien, pienso que los patios son un reflejo de la personalidad de sus dueños; es posible que los psicólogos puedan hacer un perfil completo de una persona con solo analizar su patio. El mío, por ejemplo, es el reflejo de mi amor por la naturaleza; está poblado de grandes palmas reales, cocoteros y arecas, no tengo árboles frutales, pero predomina el verde como paisaje de fondo que hace resaltar los más fluidos colores de plantas y flores decorativas que nunca dejan de estar.
Mi patio me da paz, es mi templo de meditación, de reflexión, es el lugar donde me siento conectado, en armonía con todo lo que me rodea. Mi patio es también un santuario para aves de varias especies, insectos grandes y pequeños, moluscos que cuelgan de las paredes, hormigas, lagartijas, mariposas, abejas y grillos.
A veces, cuando llego a casa agotado del trabajo y de escuchar o leer noticias tristes, accidentes, crímenes, huracanes, invasiones, guerras, maltrato al medio ambiente, gobiernos incompetentes, abusos sexuales, y todas esas cosas mundanas registradas y realizadas por el hombre, busco refugio en mi patio…
Es un mundo aparte, completamente poblado de seres vivientes; en mi patio, no se practican las religiones ni las manipulaciones, no existe un líder, un administrador, un gobierno o gobernante; en mi patio todo fluye, todo es naturalmente organizado, todo es un esfuerzo mancomunado, todo es moderado, no hay excesos, nada es circunscrito, todo es hacedero, posible e infinito. En mi patio no existen los días ni las horas, el tiempo pasa solo cuando descubres sus exigencias.
A finales de diciembre del 2012, pasé días de meditación y reflexión en mi patio; enfoqué mis energías y deseos en la buena salud, el bienestar, la felicidad y la prosperidad de mi familia y amigos con motivo de la llegada del nuevo año. Hoy lo repito mientras escribo esta nota, e incluyo a todos nuestros lectores. Que este enero marque el comienzo de muchas cosas buenas para todos, que los poderes mágicos de la naturaleza nos embrujen y nos despojen de sentimientos agrios, que la paz, la tranquilidad y la inocencia que se respira en mi patio se manifiesten del otro lado de la cerca.