La Habana, ciudad donde nací

A pesar de haber nacido en La Habana, ciudad donde nacieron y vivieron mis padres, desde muy temprana edad me llevaron a vivir a Varadero. Mi padre, engolfado en su afán por la música, comenzaba a hacerse notar con su cuarteto Los Zafiros y mi madre aplaudía su esfuerzo desde las sillas y balcones de los más prestigiosos teatros y centros nocturnos habaneros. Mi adolescencia en Varadero, fue una vivencia que repetiría si existiera la oportunidad de volver a aquella temprana edad donde mis huellas eran de arena y soñaba con sirenas y estrellas de mar.

Mi madre luego fue a vivir a Varadero. En ocasiones, viajábamos a La Habana donde residía la mitad de nuestra familia y mi padre continuaba conquistando corazones. Me daba pereza viajar a La Habana, no me era agradable. El viaje era relativamente corto, pero me angustiaba y no era feliz hasta que volvía a pisar la blanca arena de Varadero. Años después, emigré a los Estados Unidos, y La Habana, ciudad donde nací,quedó atrás, incompleta.

“Viajar no es siempre una cuestión de dinero, sino de valor”. (El guerrero de la luz, Paolo Cohelo.)

Entre las cosas que más satisfacción y placer me dan, está viajar, conocer, explorar. Viajar debería ser un derecho universal, no un privilegio o un sueño inalcanzable, limitado, hasta prohibido. Meditar, fantasear, dejar correr tu imaginación entre nubes es una experiencia maravillosa que todos deberíamos disfrutar. Si la suerte se midiera por la cantidad de países y ciudades visitadas, yo soy un suertudo. He visitado países en todos los continentes, he pisado palacios, castillos, iglesias, mezquitas, templos y jaimas en el desierto. Me he deleitado, nutrido de la música y la cultura de muchos de esos pueblos y ciudades, grandes, medianos, pequeños y chicos que he visitado, algunos casi imposibles de mencionar sus nombres, incluso recordar; me he enamorado y deseado vivir en alguno de ellos, no descarto la posibilidad… Pero hoy, después de estar viajando a Cuba desde hace más de una década, puedo decir, con infalibilidad que no existe una ciudad en el mundo que me seduzca, me cautive, me intrigue, que me reclame, que yo quiera, y aún más impresionante, que necesite más que la Villa de San Cristóbal de La Habana, “La Habana”.

La Habana, con casi 500 años de fundada es, sin duda alguna, una de las ciudades más hermosas que he visto, su deteriorada figura y congestionada envoltura, la hacen aún más bella. Sus barrios, sus calles, sus olores y sabores, ruidos y voces, su gente, mi gente, me alimentan el alma y fortalecen mi espíritu. Para los que de ella partimos y miramos celosamente desde la distancia, La Habana sigue siendo nuestra casa. La Habana, ciudad a la que pertenecemos, madre tierra que nos dio vida, entre todas las ciudades del planeta: mi primer amor.

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