Hubo, allá en los ochentas, un filme que sacudió el eje amoroso de la Tierra, en el que Glenn Close se metía en el pellejo de una esquizofrénica que le hacía la vida imposible a Michael Douglas. Sin embargo, la versión original de la película, que se llamó Atracción Fatal, parece haber sido filmada en Londres en el lejano 1912, cuando Edward Lasker –ojo, no confundir con Emanuel- facturó una de las mejores producciones ajedrecísticas de todas las épocas.
No exagero. El cotejo de marras contiene una de las combinaciones más bonitas de que existen noticias, y desemboca en un alarde táctico que llena de alejandrinos el tablero. Y si de sangre se trata, más no puede haber, porque toda la historia comienza con un desalmado sacrificio de dama.
Nada embellece más una partida. Es como que el general se vaya al frente de batalla y entregue la vida en beneficio de sus hombres. Eso hace la dama de Lasker: abre una brecha en las murallas adversarias, y por ahí saldrá enseguida -en medio del escarnio- el rey rival, que será conducido con una seguidilla de jugadas únicas hasta el cuartel general del enemigo para su ajusticiamiento.
La posición se vislumbraba apacible, pero ese día Dios le sopló una serie de jugadas al ingeniero natural de Kempen, Alemania, y éste aceptó jugar con fraude. Al final, del otro lado de la mesa, Sir George Alan Thomas solo atinó a extender su diestra mientras decía “todo esto ha sido hermoso”.
Ciertamente, Edward Lasker no fue un prodigio ajedrecístico. Su mejor resultado fue el estrecho revés (8,5-9,5) en un match contra Frank Marshall por el Campeonato de Estados Unidos, mas no puede negarse que disponía de prestigio y fuerza, como lo atestigua su presencia en el torneo de Nueva York 1924 junto a José Raúl Capablanca, Alexander Alekhine, Akiba Rubinstein, Richard Reti y su (conjetural) primo Emanuel.
Ahora bien, nadie cuestiona que alcanzó la inmortalidad por obra y gracia de esta espectacular partida, donde el atrevimiento marcha de la mano de la capacidad de cálculo y, a la postre, regala un prodigio irrepetible en estos tiempos en que la teoría pone grilletes matemáticos a la imaginación.
1. d4 f5
Las negras eligen la Defensa Holandesa, sistema defensivo que ya menciona el italiano Gioacchino Greco en 1492, y que debe su nombre a los estudios del holandés Elías Stein.
2. Cc3 Cf6
3. Cf3 e6
4. Ag5 Ae7
5. Axf6 Axf6
6. e4 fxe4
7. Cxe4 b6
8. Ce5 0-0
9. Ad3 Ab7
10. Dh5 De7
A decir verdad, Thomas acepta de modo muy pasivo la estancia del caballo oponente en e5 (por ejemplo, pudo apelar a 10…Axe5), pero seguramente no ha cometido errores fácilmente apreciables. No obstante, recibe un castigo demoledor a partir de este momento, cuando –se dice- el blanco anunció el mate en ocho lances.
11. Dxh7+!!
No hay dudas de que 11. Cxf6+ era buena, pese a que el negro podía responder con 11…gxf6. Pero Lasker, preso de un delirio estético, encuentra una salida fabulosa: la dama es entregada y, con ella, la suerte del cotejo queda decidida. El rey negro ya no tendrá tranquilidad, atraído por un campo magnético de jaques y terribles amenazas de mate.
11… Rxh7
12. Cxf6+ Rh6
Si 12…Rh8, todo acabaría definitivamente con 13.Cg6.
13. Ceg4+v
13…Rg5
14. h4+ Rf4
15. g3+ Rf3
16. Ae2+
16…Rg2
17. Th2+ Rg1
18. Rd2++
Pura orfebrería: así termina esta miniatura imprescindible. Las blancas, inclusive, podían haberse ahorrado un movimiento con 16. Rf1 o 16. 0-0 (seguido por 17. Ch2++), pero como acertadamente apuntan varios especialistas, el propósito de llevar al monarca contrario hasta la primera fila justificaba cualquier dilación. Eso sí, 18. 0-0-0 habría deparado un desenlace más inverosímil y estruendoso que el ejecutado por el creador de la joyita.
LA FRASE: “El táctico sabe qué hacer cuando hay algo para hacer, mientras que el estratega sabe qué hacer cuando no hay nada para hacer”. Gerald Abrahams.