Como todos los Congresos, este también será un acontecimiento histórico. Desde 1965 el Partido Comunista de Cuba (PCC) es único en su tipo en Cuba y en la Constitución de 1976 se le definió como “fuerza dirigente de la sociedad y el Estado”.
La organización llega a su VIII Congreso en un escenario complicado, urgido de resolver problemas propios relativos a la organización, funcionamiento y sucesión en cargos decisivos; y cada uno de estos asuntos trascienden a la sociedad cubana, que depende, en gran medida, de la vida interna de dicha organización política.
En 2019 el PCC fue ratificado por la Constitución como único, además de ser considerado democrático y fidelista. En el año 1992 la reforma constitucional lo había definido como martiano y marxista-leninista, siendo esta última una característica presente desde la primera Constitución socialista cubana.
Cada uno de los cambios que el país ha atravesado han sido difíciles de asumir por el PCC. Desde el IV Congreso, realizado en 1991, la organización se abrió a personas religiosas, lo que significó pasar de su calidad de ateo y materialista a una conformación variada, al menos en lo relativo a la religiosidad de su militancia.
En el año 1992, la reforma antes mencionada convirtió al Estado cubano en un Estado laico y consagró la libertad de cultos como derecho. Comenzaba una década de composiciones musicales dedicadas a deidades africanas y a disímiles expresiones de las creencias religiosas de nuestro pueblo. Las cruces volvieron a colgar de los cuellos de los fieles y el “Sagrado Corazón” a las salas de las casas. Los deportistas dieron, por primera vez desde los años 60, gracias a Dios por sus éxitos y los peloteros se persignaban al entrar al cajón de bateo.
Las visitas de los Papas a Cuba demostraron que nuestro pueblo no había dejado de ser creyente. De hecho, la extensión de las iglesias cristianas ha sido enorme en los últimos 30 años. En mi niñez una persona vestida de blanco cerrado, usando collares y con la cabeza cubierta, era una rareza; ahora todo el mundo sabe que forma parte de tradiciones religiosas afrocubanas y lo entendemos como parte de nuestra vida cotidiana y cultural. A ese país tan diverso ha tenido que dirigir el PCC.
Se suponía que el PCC, que ha tenido que administrar, orientar y diseñar, no debía gobernar; pero sus dirigentes en provincias y municipios han sido las figuras preponderantes de la política por muchos años, por encima de los presidentes y presidentas de las Asambleas Municipales del Poder Popular y de sus homólogos en las provincias; también de los gobernadores y gobernadoras, desde la aprobación de la nueva Constitución en 2019.
Este Partido único ha sido la cabeza del sistema político en Cuba desde 1965. Su poder solo ha sido emulado por el liderazgo carismático de Fidel y Raúl, que podían hacerlo, también, por su carácter de Primeros Secretarios del Comité Central en dicha organización.
El Partido que afrontó la “crisis de los balseros” en los 90, que ha visto cómo la militancia de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) no transita de forma natural a miembros de la organización adulta, que ha tenido que lidiar con situaciones no previstas en ningún informe central de los Congresos de los años 70 y 80 —como es el caso del envejecimiento poblacional o del éxodo de profesionales jóvenes en todo el país— ahora tiene el reto de llevar a Cuba por el camino de la democracia y la inclusión política.
La manera posible de que un Partido único sea una opción viable en el actual panorama cubano, en la era del internet y de los datos móviles en Cuba; un panorama en el que el pensamiento monolítico está en entredicho, sería mediante la ampliación de espacios de diálogo, participación, decisión y control político que contemplen la diversidad cultural real que hoy existe en nuestro país.
La conservación de la soberanía nacional, la independencia y la forma republicana de gobierno no están en discusión. El proyecto de socialismo que se esboza en la Constitución de 2019 debe perfilarse en los hechos económicos y políticos para ser atractivo y creíble para millones de personas, sobre todo jóvenes, que no vivieron la época del glamour socialista ni la de las convicciones agudas de la Guerra Fría.
El VIII Congreso del PCC será un hecho histórico. El pueblo cubano asistirá como oyente y televidente a sus sesiones. La esperanza de la gente humilde de este país sigue viva, pero los años de agobio, bloqueo, malestar, pobreza y sacrificio le han mellado el alma a la nación. Es momento de cumplir lo que se ha prometido y de implementar lo que se ha dictado como Lineamientos. Necesitamos que la felicidad no sea solo una opción a largo plazo sino una ilusión que se aviste a la vuelta de la esquina.
La republica de Cuba nacio al mundo como estado laico el 20 de mayo de 1902, y la constitucion de 1940 reconocio el derecho a la libertad de expresion, de asociacion, de prensa, de sindicalizacion, el salario minimo, las vacaciones, el retiro, la diversidad de partido, el derecho de imprenta y la huelga, remitanse a ella por favor.
Muy buen artículo. Lógica impecable y discurso claro.
“El proyecto de socialismo que se esboza en la Constitución de 2019 debe perfilarse en los hechos económicos y políticos para ser atractivo y creíble para millones de personas, sobre todo jóvenes, que no vivieron la época del glamour socialista ni la de las convicciones agudas de la Guerra Fría”.
De alguna forma el PCC debe demostrar a esos jovenes que la otra cara de la moneda, la consumista y no tan socialista, no esta tan limpia y linda como se muestra en el internet.
El prolema central siempre a sido ideologico, mas que material. El pueblo cubano de hoy tiene un nivel economico superior a aquellos tiempos del socialismo con glamour, hay mucha mas comida, ropas y variedad de todo que en aquellos tiempos, pero aun asi lo que se ve en las redes sociales continuamente son jovenes preocupados por la comida, la ropa y bisuteria. No tienen nada mas de que hablar ?
Cuando la URSS desaparecio la popularidad de las telenovelas americanas y comer en los McDonalds, no por la comida que no era ni buena ni barata pero si de moda, se convirtio en el pasatiempo favorito de los que hasta muy poco decian todos ser socialistas. Donde estaban las convicciones idelogicas de esa poblacion ? Estaban todos mintiendo ? .
Que tienen las imagenes de Mickey Mouse, esas telenovelas cursi y vacuas, la propaganda comercial de toda bisuteria que encantaba y encadilaba a todos esos excomunistas y exsocialistas ? . Los jovenes cubanos ya van por ese camino, al menos eso es lo que muestran en las redes sociales.
Los cuenta propistas, emprendedores, empresas PYME, llamenle lo que quieran es la antesala para unas mentes jovenes que tienen dentro muy poco de socialismo y si mucho de telenovelas americanas. Ese es el principal reto para el PCC
En principio estoy de acuerdo con el artículo del sr. Fernández Estrada. Pero no sé a qué llama “glamour socialista” porque si nos referimos a confort o algo así, duró bastante poco. Yo prefiero hablar de conquistas sociales. Creo que la estampida de Mariel, en 1980, demostró que no todo el mundo piensa como cree el Estado Cubano, y fue una advertencia que los líderes del país entendieron con claridad. Porque luego mejoró bastante el nivel de vida de la población, al menos en esa década. Lo que pasó después, con la desaparición del socialismo real, no tengo que contarlo. De modo que la Revolución ha tenido que batirse ella sola con los problemas no resueltos -como decimos los cubanos- “en un cuarto de tierra, y con los dientes”. Pero que la mayoría social está con la Revolución (los más humildes, desde luego) no cabe duda. Lo demostró el alto porcentaje de votantes a favor durante el referendo de la última Constitución. Pero, como quiera que sea, y por muchos argumentos que justifiquen esos problemas de hoy, la Revolución Cubana tiene ya más de sesenta años y necesita entrar en su fase de madurez, y asumirla. No podemos llegar a los 90, como la antigua URSS (de hecho, dudo que llegáramos) sin solucionar los problemas más acuciantes del país. Quienen gobiernan hoy constituyen el relevo de la Generación del Moncada (y lo escribo con mayúscula). Y no está en el “glamour capitalista” la solución de los problemas de la Isla. Quien piense así está perdido, como esas moscas atrapadas en una botella que intentan salir no por la boca, sino por el fondo de la misma. Hacer una revolución tan dura para acabar rendidos al gran capital tendría guasa. Hay que volver a leer a Martí. Leerlo como se debe leer, no como lo pintan aquellos viejos himnos republicanos o las consignas del presente. Las ideas martianas son, hoy más que nunca, claves para los cubanos. ¿Y por qué no leer de paso al Che? Creo que no le haría ningún daño a las nuevas generaciones repasar sus ideas expresadas en ese magnífico texto titulado “El socialismo y el hombre en Cuba”, no sólo para decir “seremos como el Che”, sino para intentar parecernos un poco a él, cosa difícil. Perdonen la lata, pero es que vivo en otro país y desde lejos se ve mejor el bosque.
Me encantó la técnica d este artículo, agudo, sobrio, imágenes cuasi cinematográficas. Nunca t había leído. Ni idea q eras tan bueno en Periodismo d fondo. Felicidades.
RA
Fue un grave error histórico hacer del Comunismo la estrategia ideológica de la Revolución Cubana. Aún reconociendo que su sobrevivencia dependería por mucho tiempo de la URSS. En efecto, un cuarto de siglo después ya no quedaría ni rastro del otrora Campo Socialista, mientras que nosotros todavía continuamos amordazados, inmovilizados, estancados y supeditados a una filosofía reconocidamente fracasada en lo económico y en lo sicológico, desde que el propio Lenin, hace ahora un siglo ya, reinstauró las relaciones de mercado en Rusia terminada la guerra civil. Las consecuencias de ese craso error podrían todavía traer consecuencias mucho más devastadoras aún para nuestro país.