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Cuando empezamos a estudiar Historia de la Música Cubana, una de las figuras imprescindibles que descubrimos fue Esteban Salas. No solo por la magnitud de su obra o por el lugar central que ocupa dentro de la música colonial, sino porque en él se concentran muchas de las preguntas que nos hacemos al acercarnos a ese período: ¿Cómo sonaba Cuba en el siglo XVIII y hasta qué punto esos modelos europeos se transformaron al llegar al Caribe?
Salas, nacido en La Habana, fue maestro de capilla durante décadas en Santiago de Cuba; supo apropiarse del lenguaje del barroco tardío y de la estética galante para construir un discurso musical con una sensibilidad propia, profundamente ligada a su entorno. Que hoy podamos escucharlo, estudiarlo y sentirlo como parte de nuestra historia no es un hecho casual, sino el resultado del trabajo de rescate y difusión iniciado por Alejo Carpentier en La Música en Cuba (nuestra biblia en aquel entonces) y Pablo Hernández Balaguer. Labor que fue continuada por varios investigadores, entre ellos, Miriam Escudero, cuyo trabajo de recopilación ha resultado de gran valía.
No podemos dejar de mencionar las grabaciones del coro Exaudi bajo la dirección de María Felicia Pérez y de Ars Longa, agrupacoón dirigida por Teresa Paz y Aland López. Ambos proyectos dejaron un testimonio sonoro de incalculable valor para las futuras generaciones. Todas estas personas han permitido acercar esta parte de nuestra cultura y hacerla, de algún modo, más nuestra, menos lejana.
Este 2025 se cumplen 300 años del natalicio de Salas (25 de diciembre de 1725); por eso, varias instituciones cubanas organizaron un concierto en la Catedral de La Habana mañana jueves 25 de diciembre, a las 4:00 pm. Durante esta velada los espectadores serán testigos del estreno mundial de varias obras inéditas de Salas que han sido rescatadas, meticulosamente estudiadas y preparadas para la alegre ocasión que promete ser un acontecimiento realmente único.
El programa propone un recorrido que acompaña distintos momentos del relato litúrgico de la Navidad, desde el anuncio del nacimiento hasta la adoración y el júbilo final.
Las obras se organizan en tres bloques que alternan lo solemne y lo vernáculo, combinando piezas de carácter contemplativo con otras más narrativas y cercanas, donde aparecen figuras como los pastores, y recursos musicales asociados a la tradición hispánica.
Un segundo momento reúne obras marianas (composiciones dedicadas a la Virgen María) de carácter más recogido, centradas en la fe, la maternidad y la contemplación. Aquí predomina una escritura más amplia y un tratamiento sonoro que enfatiza la solemnidad y la profundidad espiritual.
El programa culmina con piezas de carácter exultante, donde la música adquiere un tono celebratorio y profético, convocando a la adoración colectiva y cerrando el recorrido con el júbilo propio del oficio navideño.
La selección evidencia la versatilidad de Esteban Salas y su capacidad para adaptar el lenguaje musical a cada género y función litúrgica. Gracias al trabajo de recuperación musicológica e interpretativa desarrollado en el siglo XX, estas obras forman hoy parte activa de nuestro patrimonio musical para que, aún tres siglos después de su concepción, sigan amenizando la Navidad cubana.
La interpretación estará a cargo del Ensemble Cantabile, fundado en 2016 por la oboísta y flautista barroca Yulnara Vega y el tenor Roger Quintana, ambos con amplia trayectoria en la música antigua cubana e internacional. La agrupación se centra en la música barroca con criterios históricos, usando instrumentos que recrean los originales y prestando atención a los matices del estilo de cada obra. Completa el programa el coro Vox Cordis, bajo la dirección de Ramón Leyva, integrado por jóvenes cantores con formación diversa y acostumbrados a transitar repertorios que van desde la música sacra hasta obras contemporáneas. La combinación de estas agrupaciones permite experimentar la obra de Salas con precisión, musicalidad y frescura, en la acústica excepcional de la Catedral que nos transportará directamente al siglo XVIII.
Así que, sin más, los invito, queridos lectores, a asistir a este concierto: no solo para tener el privilegio de ser testigos de un acontecimiento histórico, sino por la oportunidad de, por una tarde de diciembre, transportarnos al pasado y vivir juntos una experiencia inolvidable.












