“Al fin presidenciable”, se dijo después del discurso de Trump ante el Congreso. Bien mirado, no era sino una movida basada en la vieja idea de adecuar el mensaje al medio, y de tirar alguna propuesta más o menos potable a cada uno de los dos bandos: republicanos con preocupaciones y demócratas en oposición.
Las imágenes funcionan, y esta es una cultura que vive de ellas. Y mucho. Parecería, además, que el país quisiera tener, al fin, un verdadero presidente después de demasiado tiempo inmerso en shows mediáticos y escándalos de diversa catadura.
Sin embargo no escampa. Energizado como otros medios del mainstream, The Washington Post publicó una noticia incendiaria.
Según el diario, el fiscal general Jeff Sessions había sostenido dos encuentros con el embajador ruso, a pesar de haber testimoniado lo contrario durante la audiencia de un comité del Senado que acabaría dándole el cargo por una cerrada mayoría. Ello, después de un incidente –para muchos increíble– en el que el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, le impidió terminar de leer a la senadora Elizabeth Warren un carta de la viuda de Martin Luther King sobre el candidato, quien en 1986 no obtuvo el puesto como juez en un distrito de Alabama debido a alegaciones de racismo. Cuentan que una vez dijo: “Yo pensaba que los miembros del KKK eran buena gente… hasta que me enteré de que fumaban marihuana”.
Se supo, además, que una de esas reuniones con el ruso, tenido por trujamán y espía, había participado Jared Kuschner, yerno de Trump y actual asesor de la Casa Blanca. Más gasolina para el fuego, con un efecto súbito: las acusaciones de perjurio contra Sessions volaron, y no solo entre los demócratas y sus acólitos. Casi a renglón seguido, a partir de instrucciones de los técnicos del Departamento de Justicia, el propio Sessions declaró en rueda de prensa que se apartaría de las investigaciones relacionadas con la interferencia de los bolos en la campaña presidencial.
Según malas lenguas internas –esto ya es, por cierto, un verdadero festival de leakers o soplones--, la noticia puso a Donald Trump como una antorcha encendida. De acuerdo con un individuo que anduvo disfrutando los placeres del golf en su mansión de Mar-a-Lago durante un fin de semana, no pudo contener su ira. Y, como lo conoce, fue bastante enfático: nunca lo había visto así.
Había llegado entonces la hora de llevar a la práctica lo que en otras ocasiones: el flip-flop, es decir, virar la tortilla, tratar de cambiar el foco de la conversación y tirar la papa caliente para el lado contrario. Por eso se ha ganado un nuevo apelativo: el Distractor en Jefe.
Toda esa ira, en efecto, la volcó sobre varios tuits. El primero, tan madrugador como estruendoso, fue el siguiente:
Terrible! Just found out that Obama had my “wires tapped” in Trump Tower just before the victory. Nothing found. This is McCarthyism!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de marzo de 2017
Una acusación de armas tomar. Tildar de espionaje al presidente saliente, lo cual a la vez le sirvió para afirmar, de paso, su total inocencia casi a la salida del parrafillo. Y algo quizás peor: considerar a Obama un súcubo del macartismo, uno de los estigmas más serios que en el mundo han sido.
En otro tuit puso en tela de juicio el proceso electoral norteamericano –esto no es nuevo en Donald Trump– utilizando un adjetivo irónico. Pero solo para terminar con otra vuelta de tuerca, el Obama hizo lo mismo que los plomeros de Watergate:
How low has President Obama gone to tapp my phones during the very sacred election process. This is Nixon/Watergate. Bad (or sick) guy!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de marzo de 2017
En otro, le quiso dar sustancia legal al problema, dejando caer el mes en que la grabación se produjo:
I’d bet a good lawyer could make a great case out of the fact that President Obama was tapping my phones in October, just prior to Election!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de marzo de 2017
Para terminar con una pregunta retórica:
Is it legal for a sitting President to be “wire tapping” a race for president prior to an election? Turned down by court earlier. A NEW LOW!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de marzo de 2017
Un alfil de la seguridad nacional, Ben Rhodes, cruzó la línea para defender a su antiguo jefe: “Ningún presidente puede ordenar intervenir teléfonos. Esas restricciones se hicieron para proteger a los ciudadanos de personas como tú”.
El director del FBI, James Comey, dijo que Obama no había autorizado las escuchas y pidió al Departamento de Justicia rechazar públicamente tales acusaciones. Kevin Lewis, ex portavoz de Obama, también ripostó: “Una regla cardinal de la administración Obama fue que ningún funcionario de la Casa Blanca interviniera en cualquier investigación independiente conducida por el Departamento de Justicia.
Como parte de esa práctica, ni el presidente Obama ni cualquier otro funcionario de la Casa Blanca ordenaron alguna vez vigilar a ningún ciudadano norteamericano. Cualquier sugerencia en sentido contrario es, simplemente, falsa”.
Aparentemente, la fuente de esas acusaciones no es factual sino ideológica: un artículo del periodista Mark Levin publicado por Breitbart News, la plataforma de la llamada alt-right en la que Steven Bannon desarrolló su labor unos años antes de llegar a la Casa Blanca. La socialización de este dato generó, de un lado, rechazos e iras en sectores de la sociedad norteamericana y, de otro, cabezas moviéndose de arriba abajo en medio de exclamaciones de asentimiento y apoyo. Su titular era este: “Investiguen el golpe silente de Obama vs. Trump”.
Por su parte, Sean Hannity, de la Fox News, se sumó al coro y reprodujo uno de los mantras predilectos de estos talibanes americanos: las alegaciones contra Sessions eran políticamente motivadas y, por tanto, falsas: “La prensa está alineada con un movimiento político. Y no es ni objetiva ni libre”.
Trump ha roto una regla no escrita, asegura un historiador del ejecutivo: “Tratar al presidente anterior con gracia y decoro”. Pero sin pruebas. Salvo que esconda alguna bajo la manga, parece no darse cuenta de que su propia credibilidad está en juego, o quizás esto no le importe demasiado en medio de su populismo galopante.
Presentarlas fue precisamente el reclamo de muchos actores, más allá de su filiación partidaria. Pero de entonces a acá el silencio ha sido la tónica en la Casa Blanca. Según su portavoz, Sean Spicer, el presidente no se arrepiente en modo alguno de lo dicho, pero no hará ningún comentario adicional hasta que estén disponibles los hallazgos de los comités de inteligencia de la Cámara y el Senado.
Pero las crisis son como fuegos artificiales. El sitio Wikileaks acaba de sacar a la luz documentos filtrados del Centro de Inteligencia Cibernética de la CIA, en Langley, Virginia, que han conmovido a los corrillos donde se cocina la política. Un catálogo con herramientas técnicas que permiten penetrar teléfonos celulares, computadoras y televisores inteligentes, incluso apagados.
En la revelación, no por azar emergido en este contexto, hay dos elementos de importancia peculiar. Uno, que la agencia utiliza tácticas de infiltración digital diseñadas para parecer jaqueos de profesionales rusos. Otro, que esas armas cibernéticas fueron robadas y podrían estar en manos equivocadas. Y si la CIA metió la mano, tiene entonces un problema: sus efectivos no pueden, por ley, espiar a ciudadanos norteamericanos dentro de los Estados Unidos. No hay en el fondo nada nuevo bajo el sol, salvo la tecnología. Lo escribió Lope de Vega: “Vienen a ser novedades / las cosas que se olvidaron”.
The Wall Street Journal recicló la noticia de que Trump tuvo contactos con el embajador Serguei Kislyak en el hotel Mayflower, de Washington DC, el 27 de abril pasado, en ocasión de un discurso electoral sobre política exterior. Su secretaria de Prensa, Sarah Sanders, acababa de declarar lo contrario la semana pasada. Les están refrescando la memoria por mantener a capa y espada su “cero involucramientos” con los rusos durante la campaña.
De acuerdo con The Washington Post, durante sus primeros 45 días en la Casa Blanca, Trump ha hecho 194 alegaciones falsas o engañosas. “La verdad es difícil de encontrar. Ahora es más importante que nunca”, reza un anuncio de The New York Times.
Prieto, uno de estos días comprenderá las contradicciones reales que luchan dentro de la sociedad norteamericana. Pero para entenderlas como le dije no se puede ver con orejeras ideológicas ni puede creer todo lo que le dicen los medios de comunicación. En EEUU seis Corporaciones son dueñas del 90% de los medios que leemos, oímos y vemos. ¿Esta usted en contra de la concentración de la propiedad informativa en pocas manos o no? Lo mismo que no deseamos para Cuba no lo deseamos para los Estados Unidos. ( Lo mismo digo sobre el derecho a la privacidad de los ciudadanos ), Tiene que informarse también por fuentes alternativas, contrastar las opiniones, ponderar las fuentes, investigar etc, de lo contrario todo lo que recibe es una información parcializada y dudosa por donde llegara a conclusiones falsas.
CUENTAN que una vez dijo: “Yo pensaba que los miembros del KKK eran buena gente… hasta que me enteré de que fumaban marihuana”. ¿Y USTED SE LO CREE?
Lo increíble que veo en todo esto es que usted esta mas dispuesto a creerle a la CIA que al Presidente Donald Trump. Oiga, ¡hay que estar bien saranpionado !!!
No suelo responder los comentarios a mis artículos, porque de opiniones está lleno el Reino de este Mundo. Hago como en la historia de José Lezama Lezama con el zepelín y el librero: los dejo pasar. Obviamente, es un derecho de cada persona hacer su decodificación de lo que uno escribe –o de lo que entiende que escribe, que no es lo mismo. Hay aquí un problema de recepción en el que intervienen factores diversos que no procede mencionar en este momento. De todos modos, como no tengo mucho tiempo, y como excepción de esa norma, me limitaré a señalar muy brevemente tres puntos específicos:
1. Toda la razón. Al cabo de algunos años estudiando desde lo académico a los Estados Unidos y su cultura, en su sentido más lato, no tengo en efecto todas las respuestas y albergo en cambio muchas dudas. A diario. Por eso no me importaría mucho equivocarme, si es el caso, siempre que el debate informado y civilizado contribuya a arrojar luz mediante un intercambio que no se concentre ni en individuos ni descalificaciones –un mal de la cultura cubana a ambos lados del Estrecho—sino en argumentos e ideas. Y muchas veces la emisión se emprende desde la superioridad de magister dixit, bastante cercana al dogmatismo.
2. El proceso de concentración de la propiedad que usted menciona es real, y viene ocurriendo desde hace bastante tiempo mediante adquisiciones y fusiones: ha sido estudiado profusamente. No seré yo quien lo defienda. Sin embargo, la pregunta maestra es si conlleva a una uniformidad en los discursos, mensajes y opiniones, como usted parece sostener. Una revisión sumaria, hecha desde el espacio sideral, podría notar sin mucho esfuerzo las diferencias entre The New York Times, The Washington Post y otros del establishment liberal del Este con, digamos, The Washington Times o Breitbart News. O, para seguir la rima, entre CNN y Fox News.
3. Por último, si de investigar se trata, le sugeriría documentarse acerca de por qué Jeff Sessions no obtuvo el puesto al que aspiraba en 1986, lo cual –salvo demostración en sentido contario– no tuvo nada que ver con la prensa. Fue una decisión del sistema judicial. Hay testimonios de colegas suyos, no necesariamente afro-americanos, que dejan poco margen de duda acerca de su problema, por no mencionar la carta de la viuda de Luther King, cuya lectura fue interrumpida en el Senado. Esto no es una valoración ni festinada ni “sarampionada” sino un dato empírico. ¿O es también una cuestión de “alternative facts?
Prieto, como todo ser humano tengo mis limitaciones y mis grados de tolerancia. Pero desde que usted empezó a comentar sobre la política americana y Trump todo lo que usted ha hecho es repetir lo mismo que dice el bando anti-Trump que oímos en prácticamente todos los medios de comunicación del Establisment de EEUU y mundial. Es posible que haya perdido la paciencia frente a posición tan parcializada. De ser así le pido disculpas. Nada personal.
No obstante sigo pensando que el “dogmático” es usted, no yo, pero siga así, a lo mejor salen aspectos y puntos de vistas no previstos que pudieran sorprender, no solo a usted si no a todos los lectores. Hay que tener la mente abierta, ¿No?
El punto no es tanto si hay diferencias entre el Washington Post o el New York Times o cualquier otro gran rotativo del Establishment Americano.. El punto es si hay diferencias fundamentales entre ellos en sus ataques a Donald Trump. La respuesta es ninguna. Todos han dicho lo mismo y lo parecido desde el principio de la campaña hasta el dia de hoy. ¿Si son tan diferentes como es que piensan lo mismo en todos los temas sobre la nueva política del presidente ya sea Nacional, Internacional o de lo que sea. ¿Es que este presidente no puede decir nada bueno ni siquiera de “chiripa”? Hasta el mismo socialista Sanders lo ha defendido en alguna ocasión, sobre todo en su propuesta de comprarles las medicinas a Canada, cosa que ahorraría billones de dolares anuales al pueblo americano. . El alto coste de la salud es un problema central en USA. Ahorra resulta que los que votaron por el y lo defienden son una partida de racistas, anti-feministas, xenófobo, fascistas, “redneck” fanáticos religiosos y demás, cuando todo eso es falso y no aguanta el mas mínimo análisis. No solo el indice educacional de los que votaron por el es ligeramente superior a los que votaron por Obama, si no lo mas importantes; prácticamente las mismas personas que votaron por Obama fueron los que votaron por el en las ultimas elecciones. Hasta Michael Moore lo confirma. De ser así, tan racista, fascista, y demás eran cuando votaron por Obama como cuando votaron por el. Es una falta de respeto a la inteligencia de las personas, (ademas de cutre) los que dicen que como los KKK apoyaron su candidatura quieran asociar a Trump con semejante gente, que después de todo según el FBI su numero total de miembros en USA son de solamente unas 6,000 personas.
Estos medios Corporativos, no solo se han “consolidado” son un Gigantesco Pulpo que hacen deshacen y dicen lo que les viene en gana y piensan que tenemos que creerles. Son “El Cuarto Poder”. Se creen Dueños y Señores de la Verdad e Intocables. No es solo la prensa y la Televisión, controlan Hollywood con sus pretensiones que todos tenemos que pensar igual y tener los mismo conceptos morales que tienen ellos, La Academia y los artistas famosos. Ahorra compran y se asocian con la Internet. No son muy pluralista que digamos. “Los hijos no son de los padres, pertenecen a toda la comunidad”, no lo dijo Hitler o Stalin, lo dice CNN USA. Pero las cosas cambian y La gente ya no son tan crédulas como antes. La misma experiencia histórica les ha demostrado que después de todos no son ningunos dioses y que pueden manipular, callar y mentir como el mas vil de los mortales. Uno de los ejemplo mas ilustrativo del divorcio que existe entre esta prensa y el pueblo es el del New York Time. El acontecimiento mas dramático ocurrido en EEUU en los últimos años fue el derribamiento de las torres gemelas de NY. Trump insinúa como también piensa la mayoría de los Newyorquinos según encuestas realizadas que es un posible caso de “False Flag”, es decir un auto ataque para justificar las intervenciones en el Medio Oriente de los neo-conservadores. Trump había dicho ya que si el era elegido Presidente el iba a decir la verdad sobre 7/11 y deja caer la participación de Arabia Saudita en el asunto. En los debate por televisión llega hasta vincular la amistad de los Bush con la familia Bin laden y como recibieron un permiso especial para salir del país, etc, etc. Cualquiera que sea la verdad del asunto me parece inconcebible que precisamente el periódico mas importante de la ciudad haya aceptado sin mucha critica la versión oficial y a pesar de la opinión de la gente de la ciudad les haya prestado tan poco caso no solo a los lectores, si no también a organismo expertos como El Departamento de Bomberos de la ciudad. No digo que si es esto o lo otro, digo que una cosa es lo que escriben y piensan estos periódicos en sus oficinas encaramados en sus rascacielos y otra las hormiguitas de los ciudadanos que es como deben de verlos desde esas alturas. De ahí que los medios alternativos de la Internet han cogido tanto auge, sean mas acogidos como fuente de información y se perciban como mas democráticos.
Su mejores armas para sobrevivir y defender sus intereses ha sido lo “políticamente correcto” su supuesta “objetividad” y la “liberta de prensa”. Aun esta ultima la han tergiversado. La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de lo que habla es del derecho a la “libertad de expresión” para todos los ciudadanos, no EXCLUSIVAMENTE para la prensa. Cuando el presidente Trump critica a la prensa no esta atacando ninguna libertad, todo lo contrario, esta defendiéndola y ejercitando su derecho de libertad de expresión. Alégrense que sea así, porque por ese camino hasta Granma se pudiera defender acogiéndose a una Primera Enmienda. No es casualidad que los mejores aliados y defensores de Trump sea el movimiento de “Freedom of Speech.
¿Ninguno de ustedes se han preguntado por por que la prensa oficial y semi-oficial de Cuba nunca habla de estos temas relacionados con el acceso a la información y sobre la libertad de expresión ni siquiera de su archi enemigo?